jueves, 2 de enero de 2014

LA MEMORIA: RAJOY 1974.


 Foto: Un país oxidado.

En la España de 1974 el salario mínimo era de 6.756 (40 €) pesetas al mes, el personal de oficios ganaba jornal, y se dividía por 30 esta cantidad. Una barra de pan  de 100 gr. costaba 50 cts. (0.03€). Coincidió con la fuga del país de la primera mano de obra cualificada, gente con oficios bien aprendidos que preferían trabajar de cualquier cosa en Alemania o Francia, a ganar sueldos de miseria en su país. Desde finales de los sesenta millones de españoles enviaban sus salarios, las famosas "remesas de los emigrantes" a las cuentas de las cajas de ahorros españolas, y el Banco Exterior de España pagaba sus divisas al precio que al Gobierno tardo fascista le venía bien, con ello el Gobierno de Franco, formado mayoritariamente por tecnócratas del Opus Dei, financiaba su deuda exterior.
En 1974, mi salario era en dólares. En el mercado internacional 1 Dolar= 70 ptas. Ganaba 800 Dólares. El Banco Exterior de España pagaba mis dólares a 56 pesetas. Cuando tenía que comprarlos para volver a navegar me los vendía a 72 ptas.
En aquel momento habría unos doscientos mil marineros, engrasadores y oficiales navegando en todos los buques mercantes del mundo, enviaban puntualmente el salario base a España, con ello se financiaba una policía sumisa y ocasionalmente asesina, una Guardia Civil absolutamente corrupta y una administración Pública corrupta, sumisa e inoperante. De los muchos marinos o labriegos enrolados que navegábamos en buques extranjeros, solo una pequeña parte lo hacía en buques de Noruega, Suecia, Alemania y Holanda, los demás lo hacíamos en banderas de "Conveniencia": Panamá, Liberia y Singapur. Los primeros estaban bajo la protección social de los países de sus barcos. Cotizaban como cualquier trabajador, emigrante o no, en tierra. Los segundos teníamos una cierta garantía de asistencia médica a nuestras familias si pagábamos 1200 pts/mes al Instituto Español de Emigración, y aún navegando en buques de la misma compañía, a los de bandera de conveniencia se nos repatriaba al día siguiente de desembarcar, teniendo un permiso máximo de estancia de tres días.
Los que impidieron que la miseria en este país fuese aun mayor de lo que fue, son requeridos ahora por la Agencia Tributaria por no tributar por las pensiones que reciben o recibieron por sus años cotizados en el extranjero. Los gobiernos españoles hacen leyes a la medida para que los muertos de hambre paguemos sus excesos. 
En 1974 una chica que se quedaba preñada contra su voluntad iba a abortar a Londres, muchas farmacias trataban de no vender anticonceptivos y preservativos, por razones morales. Es decir que los mismos que vendieron talidomida llamaban  (y llaman) asesina a la muchacha que no desea ver su óvulo fecundado.
Estos mismos patriotas apoyaron la sentencia de muerte del generalísimo, en un juicio militar sin garantías a cinco supuestos terroristas. La ejecución en 1975 me pilló con un barco panameño en Vigo. Ello nos salvó de ser repatriados a los tres españoles  que navegábamos en él. Los sindicatos de todo el mundo boicotearon a los barcos que tuviesen españoles a bordo y que residiesen en España, numerosos trabajadores de tierra fueron despedidos de sus trabajos en Europa. El argumento era que con sus transferencias de dinero ayudaban a sostener la dictadura fascista. Los que enviábamos el dinero éramos nosotros y los que lo recibían y manejaban eran los padres, tíos y parentela de los mismos que nos vuelven a mandar fuera para bajar el paro. Tienen el mismo espíritu faccioso, la misma inspiración teológica y los mismos apellidos. Su oratoria es aun más penosa que la de sus antecesores, pero su vanidad, su cobardía inmisericorde con los débiles es la misma que la de sus ídolos. Si tengo que volver a salir lo haré. Y volveré con menos que perder, me queda menos vida.