sábado, 21 de febrero de 2009

23 F EN EL RADIOFARO DE CABO ESTAY. Desmitificando un oficio II.



Luz anterior de Cabo Estay (Libro de Faros) El edidicio de ladrillo de la parte superior izquierda era la casa del Balizamiento.

En el primer concurso de traslados después de un destino provisional en Cabo Silleiro y una Comisión de Servicio en Sálvora, pedí el Balizamiento de Vigo por ser una de las plazas más complicadas de España y de cierto prestigio, tenía la seguridad de que no me la iban a dar y que me darían la Isla de Sálvora, que era a donde mi cuerpo serrano me pedía ir. Me dieron Vigo.

La plaza tenía asignada una vivienda de nueva construcción en el Radiofaro de Cabo Estay, una enfilación, (dos faros en el eje del canal Sur de la Ría, con un radiofaro direccional -nadie sabía que no funcionaba- y una sirena de niebla). Mi llegada no fue muy bien recibida por los dos habitantes del castillo que se ve en la foto, los dos fareros de servicio en la Enfilación. Un intruso de nuevo ingreso interfiriendo en sus peleas.

Cuando vieron que los míos y yo pasábamos de historias gremiales, empezaron a frecuentarnos en son de paz.

El suplente que cubría mis ausencias y vacaciones, vino a verme a principios de 1981, me conocía antes de entrar en el Servicio. Después de unos preámbulos me dijo:
- Mera, lo que te voy a decir no lo digas a nadie. Acabo de estar con Julio Tojo y le pregunté por ti, me dijo que es una pena, que no eres mal chico, pero eres comunista y cualquier día apareces en una cuneta. Cuidate, que estos son de Fuerza Nueva.
Le dí una palmada en la espalda al buen hombre que a punto de jubilarse, estaba realmente contrito, y le dije: No te preocupes, Benito, sé lo que hay y sé cuidarme.
Me propuse que esta confidencia no influyese en mi actitud con los vecinos y de momento lo conseguí.
Aquel invierno empecé a montar un gallinero y una sauna en el bosquecillo de pinos próximo a la vivienda. Un temporal había derribado unos cuantos árboles y me dedique a trocearlos y a limpiar el terreno. Por las tardes, al regresar de mis excursiones marítimas por boyas y balizas me empleaba a fondo con la azada, la sierra y el hacha. Alfredo Sanmartín, el otro farero de la señal que se turnaba con Tojo, pegándose de cuando en cuando, vino a darme un mitin, que sus hijos y él estaban de acuerdo, que España por su composición social debería de ser gobernada por un Gobierno socialista, que había que cambiar las cosas...
Estaba en estas, cuando Héctor, mi hijo de cinco años, muy asustado, vino corriendo y llorando:
-Papá, ven que hay unos hombres que quieren entrar y mamá está llorando mucho.
Tomé el hacha y le dije al niño que se quedase allí, pero vino corriendo tras de mi. La puerta del pabellón que ocupaba mientras no amueblaban la vivienda que me estaba destinada estaba abierta, entré como una tromba. Ni rastro de intrusos. María, mi esposa de entonces, llorando a lágrima viva, amontonaba la ropa del niño.
- Tenemos que irnos. Este país no tiene remedio, no saben vivir sin ponerle una pistola en la sien a la gente. Tantos años fuera y otra vez con las maletas.
Yo no entendía nada, la radio estaba encendida.
- La Guardia Civil ha entrado en el Congreso, hubo tiros, los oí en directo en la radio, es un golpe de Estado y tú tienes que irte, estás fichado.
Lo pensé un segundo.
-No mujer, no nos vamos, en el extranjero hemos tenido la libertad de decir lo que pensamos. Hemos nacido aquí y tenemos el mismo derecho. Pelearemos si es necesario. Tranquilízate y guarda eso. Dí un beso a mi hijo y me fui a continuar mi labor. Allí, sin moverse, seguía mi proselitista compañero.
-¿Que pasó?
-La Guardia Civil ha ocupado el Congreso, parece un golpe de estado, hubo tiros...
- Yo siempre estuve con el Generalisimo, fui voluntario a la guerra...
Me acerqué a él y muy despacio le dije:
- Si, y ahora tienes miedo que vaya contando a tus amigos excombatientes que quieres un gobierno socialista; yo no soy así, tú si.
Me dí media vuelta y seguí con mi tarea. Haciendo amigos.



Foto de la web, no pude localizar el autor.

Aclaraciones.- Soy demasiado "indisciplinado" para militar en ningún partido político, no lo hice, pero durante la dictadura y la transición colaboré con organizaciones de izquierdas, un poco extremas.

Los nombres son supuestos.

miércoles, 11 de febrero de 2009

ARCHIVOS DEL FARO DE CABO SILLEIRO. Desmitificando un oficio.

Foto : Un interesantisimo blog náutico.
http://nautijorge.blogspot.com

El Ministerio de Obras Públicas, terminados tres meses de prácticas en Madrid, en el Centro Técnico de Señales Marítimas, destinó a los veintidós integrantes de aquella oposición de Fareros a otras tantas señales repartidas por los ocho mil quilómetros de costa. Muchos no nos hemos vuelto a ver. Quien esto escribe fue destinado al Faro de Silleiro, donde estaban otros tres Torreros. Al estar dos de vacaciones, Antonio Castaño fue enviado como suplente, y yo recién estrenado empecé a hacer turnos. Trabajábamos un día de 24 horas cada tres jornadas, pues la zona es frecuentada por bancos de niebla estivales que solo afectan a la señal, se formaban a cualquier hora y solo entorno al faro. Había una señal de radio y una bocina acústica que daba tres pitidos cada dos minutos, para incordiar a los turistas. Los pescadores franceses le llaman la vaca.

Como las noches eran largas me dediqué al instructivo arte de la lectura de archivos. Mucha paja, "por la presente acuso recibo de doscientos folios timbrados con el anagrama del ministerio". "En el día de hoy se han recibido en esta señal tres mil litros de aceite de parafina ".

Pero hubo un periodo hacia 1890 en que el archivo era menos formal.

Los faros dependían del Ingeniero Jefe de la Demarcación de Obras Públicas. Eran Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, ya la denominación tiene tela y los fareros eran como el mundo, había de todo. En mi época los había que se bebían el gasóleo de los generadores y los había que se hacían dos carreras en la sala de servicio a curso por año. Yo pertenezco al grupo uno.

Pero había una variedad especial: Los busca-pleitos. No bebían ni estudiaban, ejercían el sagrado ministerio ocupando su tiempo y su inteligencia en buscar normas escritas o no, que incordiasen al compañero, rara vez al superior. Uno de estos llegó a decir que no le importaría que le dejasen tuerto si a su compañero en el Servicio le dejaban ciego. En el Reglamento e instrucciones de servicio estaba claro que cualquier material fungible o inventariable debería de servirse acompañado de un "oficio" de remisión, especificando cantidades, al cual el receptor debería acusar recibo. De esta correspondencia había ejemplos sabrosos. Mi habitual desorden me impidió conservar las notas que en aquel momento tomé, por tanto las fechas son inventadas.

Minuta.

Fecha :13 octubre 1890.

Destinatario: Ilmo. Sr. Ingeniero . Demarcación Pontevedra.

Remitente. Torrero Principal de Faro de C. Silleiro. Bayona.


Ilmo. Sr.:

Por el carretero de la Guardia se han recibido en este establecimiento diecisiete bidones de parafina, que no han venido acompañados del preceptivo oficio de remisión. Ignoro si proceden de esa Jefatura y si vienen destinados a esta señal, así como el uso al que se destinan.

s.s.s.

El Torrero Principal.


En el legajo de "Recibidos" de ese año, leí:

25 de octubre de 1890.


Si el carretero de la Guardia le ha dejado en ese establecimiento diecisiete bidones de parafina son con ese destino y enviados por esta Jefatura y son para que los queme en el faro, no para que se los beba.

EL INGENIERO JEFE.

SR. Torrero Principal del Faro de Silleiro.


Nota.- Los faros de entonces empleaban un tipo de lámparas de mechas llamado "Maris", o lámpara de aladino, que podía quemar aceites diversos.