sábado, 24 de mayo de 2008

CELINA. UNA TRIPULACIÓN DE LUJO.

Barco balizador "RIAS BAJAS", que prestaba el servicio a los faros de las rias bajas desde 1966 en el Ministerio de Obras Públicas. En la actualidad y desde la privatización de servicio depende la la Autoridad Portuaria de Vigo.



Cuando trabajaba en el Balizamiento de Vigo el grueso del trabajo era preventivo, se hacía en verano. Se cambiaban boyas, se pintaban las balizas, se reparaban lineas de energía y caminos en tierra y las islas. En septiembre el Balizador "Rias Bajas" iba al astillero y era ese el momento en que yo tomaba vacaciones. Herminio Viana acababa de jubilarse y Gonzalo abandonó su actividad de contrabandista volviendo con sus esculturas en Ons. Compró una dorna para salir de la Isla de vez en cuando.

Vino a verme y me dijo que su padre quería hacer un crucero por el Mediterraneo, que le gustaría que yo le acompañase pues sufría crisis de diabetes. Le dije que iría encantado.

A los pocos días llamó Herminio, le dije que mis vacaciones eran en septiembre, pero que intentaría estar en el barco en Algeciras a finales de agosto.

Siempre se buscaba una partida de dominó en un bar, que además le servía para recibir llamadas telefónicas. Sus hijas preocupadas por su salud debían llamarle a los mismos bares. Imagino a los dueños, recibiendo sus llamadas y todos los días, después de dudarlo, pedía:

- Ponme un agua!
Cuando le llamé y le dije que salía me dijo:
-Mira a ver si puedes conseguir una tripulación.

Entonces estaba enamorado de Regina Saiz, una bella leonesa, que entusiasmada por la tranquilidad de mi vida, olvidó desastres similares. Le pregunté a Herminio si deseaba tener una tripulación de libro.
-¿Como es de libro?
- Mi libro de Navegación dice que las tripulaciones deben de ser mixtas.
-Si lo dice el libro... Bueno, pero aunque no sepan navegar que sean deportistas.

Estaba en este punto la conversación cuando entró Quique en casa. Si lee esto que me perdone. Pero se lo ganó a pulso. Quique era un recién licenciado en Historia deseando parecerlo. Estaba en paro y en cuanto escuchó "viaje","barco","navegación" ya no se separó más de mi. No era deportista, padecimientos de columna y con muy poca vista. Hoy trabaja en la ONCE. Yo para no ofenderlo le decía que era un sordo de la DOCE. Enrolé a Quique en el Celina.

Llamé a Regina a León, trabajaba como monitora de esquí en una estación invernal y la temporada empezaba mas tarde, quedamos en encontrarnos el primero de septiembre en Algeciras y vendría acompañada de Pili Prieto, otra chica de la colonia leonesa en las Islas Cíes.

Quique y yo llegamos el 30 de agosto de 1984 a Algeciras. Yo había recorrido toda la costa de Portugal llevando el "Risor" propiedad de los Bessant, Fred y May de 77 y 62 años respectivamente. Me quedaban por conocer los puertos del Algarve, pues un Capitán de la mercante portuguesa les había llevado el barco de Lisboa hasta Portimâo. Fui por tierra a verlos. En Portimâo dormimos Quique y yo una borrachera compartida con nuestros anfitriones Bessant. Les habíamos dejado en el barco con la intención de ligar en una disco, pero no se hicieron las flores para los burros, creo, así que cuando le preguntaba a una que si fuese guapo, si fuese bien vestido y si supiese bailar querría tomarse una copa conmigo, huía, creo que apestaba a borracho recién separado. Así que pasamos la noche en el Risor, para salir en autobús a la frontera.

Al llegar, Herminio y yo nos pusimos a aparejar el barco, revisar velas, jarcia, cambiar escotas, engrasar molinetes, aceite del motor, filtros, limpiar sentinas. Quique nos daba sabios consejos.

Llegaron las chicas y montaron la intendencia, montaron un fondo común, organizaron raciones, hicieron la compra de lo necesario, hicieron una limpieza que dejó al "Celina" irreconocible. Salimos a cenar. Quique empezó a escaquearse del pago de las copas, que no entraban en el fondo común. Herminio daba cabezadas. Se irguió y dijo:

-¿ Y a donde vamos?.
Yo: -A tomar otra copa.
- No, digo con el barco, de viaje...
-Coño, a donde digas.

- En un mes podemos hacer las Baleares y luego os dejo en Alicante y yo voy trayendo poco a poco el barco. Aquí hay un trailer que lo lleva hasta la Coruña y me cobra cien mil pesetas. Aparte hay que hacerle una cuna, que son otras veinte mil.
- Pues en vez de pagar cien mil pesetas de trailer, las pagas en copas y las tomamos en Portugal.

-Con cien mil pesetas nos bebemos la cosecha de Oporto. ¿Que os parece?.

Todo el mundo estuvo de acuerdo.

Salimos de Algeciras antes del mediodía con levante fuerte, que diría Trillo, al anochecer estábamos amarrados en Cádiz, el "Celina" volaba navegando a un largo. Dormimos las resacas anteriores y al amanecer salimos. A la tarde estábamos en Barbate. Se acerco un tipo remando en un bote, buscando una propina: Soy el Práctico siganme, miré a Herminio que se echó a reír y me indicó que lo siguiésemos. Embarrancamos. Nos llevaba derecho donde había veleros, pero por lo visto, el canal no era por allí.

Después de un cuarto de hora subiendo la marea el barco reflotó y lo atracamos a un pesquero lo suficientemente grande como para asegurar el calado.

Allí estaba Juanillo, el cocinero, rey de la caballa con fideos, que nos llevó a un chiringuito de playa, de donde alguna volvió rebozada en arena. Divertidos y posiblemente peligrosos, pero con nosotros muy bien los noctámbulos aquellos, guitarras, flamenco por Marifé, por Camarón, por... Quique seguía escaqueandose para pagar.

Zarpamos de Barbate, contentillos y resacosos. La tripulación era una piña en torno a su Capitán, las chicas y yo currabamos y Quique consultaba las cartas y aconsejaba.

Aquel día aciago Herminio no encontró las gafas. Me pidió que trazase los rumbos hasta Vilamoura. El Faro de Cabo de Santa María está muy metido en tierra en una costa baja, le dí un resguardo de dos millas y media y desde su través tracé el nuevo rumbo a Vilamoura. Escribí con números muy grandes los rumbos y el tiempo de navegación en cada uno, para que Herminio pudiese verlos sin gafas. El Levante había caído, navegábamos a motor. Regina y yo dejamos la guardia a Herminio y a Quique. Pili aún estaba sacudiéndose la arena del tablao.

Regina y yo compartíamos el único camarote del barco, los demás dormían en la Cabina de cuatro literas. Apenas habíamos empezado a dormir un golpe seco me despertó:

-Reja, hemos tocado.

Poco después el barco escoró.

-Vamos Reja, despierta, sal del camarote.

Salí a cubierta, en pelotas, Regina me acompañaba en el elegante atuendo. No se veía nada. Las luces de un pequeño pesquero que levantaba su cacea de cántaras, como pescaban el pulpo en Portugal, dejaban ver una familia en su faena.

Estaba en proa intentando ver algo cuando se acercó Quique y me dijo:

-No siguió tus rumbos, cambió el rumbo media hora antes ...


No le contesté, fui al lado de Herminio.

-Como fué, ¿que podemos hacer?.

-Me pareció que le habías dado resguardo de más al Cabo Santa María y vi otro faro, Quique asegura que es el Faro de Vilamoura, le dije que mirase en el libro de Faros.

-No, Herminio, es la baliza del Aeropuerto de Faro, viene en la carta.

Salté al agua, el fondo era de arena y el barco había tocado sobre una dunita. Mareas vivas y casi pleamar, nadé hasta el pesquero y les explique la situación. Aceptaron darnos un remolque, pero me avisaron que no saldría de allí. Regina trajo un cabo nadando como solo ella lo hace, la señora del pesquero dijo a su marido que íbamos desnudos, que nos dejase y se fuese que no necesitaban problemas. Pintaba mal. Pusimos la botavara a la banda y Regina y yo nos colgamos de ella. Los demás de pusieron en la misma banda para escorar el barco y que la orza no calase. El pescador tiró y el barco salió. Arrancamos. Antes diez minutos volvimos a tocar y ya no se movió. Los pescadores habían huido, nuestros cuerpos esculturales les habían asustado.


Un avión pasaba en vuelo rasante directamente a la baliza que Quique señalaba como Vilamoura,

El aeropuerto de Faro era entonces uno de los de mayor movimiento de Europa.

Herminio estaba abatido, silencioso en la popa sin asimilar lo que estaba pasando. Fui a su lado, la marea comenzaba a bajar y el Celina reposaba sobre su costado de babor, imposible dormir por la escora, así que esperamos en cubierta a que amaneciese.

-Esto solo me pasa a mi. Vamos a abandonar el barco y mis hijas van a estar encantadas, siempre le tuvieron miedo a esta manía mía.

-No, Herminio, el barco va a la Coruña. Lo vamos a reflotar, tu te vas a descansar a un hotel, cuando el barco esté a flote te aviso y nos vamos.

-Estas cosas siempre van a peor, las mareas van a menos, vendrá mal tiempo, se meterá más en la arena y se perderá.

-Déjame intentarlo.

-Una semana, después billetes y para casa.

Las chicas me apoyaban, Quique veía que se le escapaba la oportunidad de contar su versión de un naufragio en los pubs de Vigo.




Quiero pedir permiso para saludar a Regina Saiz, que me estará escuchando con su marido Wili y su hijita en Pedrezuela, a quienes dedico esta entrada por su amistad sin fechas, que es mutua.


Próximo capítulo: Desde Faro a Vigo. Las fotos las estoy buscando.

jueves, 15 de mayo de 2008

EL "CELINA" SE BAJA AL MORO.

Herminio y Gonzalo Viana, en su último barco. "Catuxa". Sada.

Volvimos a Bueu, después de pasar una semana bastante divertida en Ons. El faro estaba lleno de gatos, Jaume Frontera que nunca se caracterizó por su orden, entonces soltero, dormía en un colchón sobre el suelo, muy de moda entre los jóvenes y vaya usted a saber como, nosotros regresamos a tierra con unos picores bastante molestos, dermatólogo y diagnóstico: Sarna. Se lo comenté a un amigo y me dijo: El Yacutín es el perfume de los mariquitas modernos. Me tranquilizó mucho.

Héctor, mi hijo, también estaba muy contento, en medio de la disolución del matrimonio de sus padres encontró un indicador de identidad familiar. Le decía a todo el mundo:
-Pillé la sarna y se la contagié a mis padres. Como si nos hiciese un regalo.
La verdad es que tampoco le dijimos que no lo comentase. Aquella fue una época bastante sarnosa en mi entorno, es posible que fuese por la proliferación de gatos y perros sarnosos, o por una promiscuidad bastante feroz que resultaba bastante gratificante.

Tal vez para huir de esta vida disoluta, Gonzalo decidió hacerse navegante solitario y contrabandista de hachís. Entre sus muchas actividades esta fué la más sorprendente para mi. No era una persona interesada, era rico por su casa, era joven y guapo, tenía éxito en todo lo que se proponía, nunca entendí por qué lo hizo. Supongo que porque su droga fundamental era la adrenalina.

Zarpó de Vigo hacia el Sur, le acompañaba su hermana y su cuñado, el tiempo se puso del Oeste duro y Gonzalo empezó a estar agotado, sus acompañantes no podían relevarle, pues era la primera vez que hacían un viaje largo y estaban literalmente destrozados. Se refugiaron en un pequeño puerto, Sâo Martinho do Porto, que con marea baja dejaba el barco en seco. Allí desembarcaron sus acompañantes y contactó con un pesquero que remolcó al "Celina" a cambio de veinte mil escudos hasta Cabo San Vicente y desde allí siguió solo hasta Algeciras.

Desde Algeciras perpetró su banda internacional de traficantes de hachís.

El sistema era el siguiente: el proveedor después de una llamada de teléfono le llevaba un kilo de hachís hasta una playa a donde Gonzalo llegaba remando, en la zodiak del barco que quedaba fondeado, previo despacho en Nador o Tanger. Gonzalo le pagaba, cargaba con su kilo de hachís y volvía a un astillero donde pagaba estancia por el barco. Dejaba allí el "Celina", tomaba un autobús y vendía el hachís en Granada, ¡al por menor!!, imagino que por la coña de ser un traficante de circuito completo, al cabo de una semana volvía tan calentito a Algeciras y al mes siguiente salía de viaje a Tanger o Nador. Despachaba el barco puntual y legalmente, así el "Celina" tiene en su despacho de salidas doce depachos en un año a Marruecos. En uno de los viajes a Granada se levantó un furioso temporal de Levante en fin de semana. En el Astillero no había nadie y el barco se golpeó con las olas contra el muelle hasta producirse una vía de agua que lo hundió. El seguro pagó la reparación, que fue una estafa por parte del reparador, por lo que vi cuando compré el barco, excluyó al Celina de sus clientes y Gonzalo se llevó esta vez el barco al Club Náutico de Algeciras. Vino a verme a Cabo Estay y me contó sus aventuras, lo contaba muy bien y muy divertido. Venía acompañado de una bella joven depresiva y de profesión bibliotecaria.

Me pidió el fuera borda que empleaba cuando no había viento en mi chalana a vela y me dijo que me lo devolvía en un mes. No pudo. Su propósito era cruzar el estrecho con la zodiak y traje de neopreno, recoger el kilo hachís como quien pasa un día de pesca submarina en Tanger y volver. El temporal de levante lo volvió a joder. Cuando ya tenía acordada la entrega se rebotó el Levante y tuvieron que viajar en el ferry, decidieron volver en avión por Gibraltar con el hachís en sus estómagos.

A los dos días fue condenado junto con su amiga a un año de prisión del que cumplió seis meses en el penal de Gibraltar. Herminio, su padre se hizo cargo del barco, que le compró por setecientas mil pesetas.

Cuando salió de prisión se vino a pasar unos días conmigo y le pregunté como había sido el juicio.

Me contó que le detuvieron previa detección con rayos equis de las bolas en su estómago y la espera de un día a que su amiga evacuara, pues alegó que estaba embarazada.

- Contraté un abogado, hace más de diez años que no hablo inglés, no entendía nada, pude entender que el abogado para quitarle hierro al delito, decía "culeros" y como que no son nada importantes, y volvía "culeros" y toda su defensa era "culeros..."

Poco después Herminio Viana me ofreció pasar las vacaciones en el "Celina" y que llevase una tripulación.

Aquel viaje lleno de aventuras supuso al final la vuelta del "Celina" a Galicia, pero aún volvería a Marruecos, las Baleares y el Mediterraneo norteafricano.

Lo malo conmigo es que vas a Italia y acabas en Argelia y quieres ir a Baleares y acabas en la Coruña.

Herminio Viana quería hacer un placentero viaje por el Mediterrano, le convencí de subir en barco hasta Vigo, su intención era subirlo despues del crucero en un trailer, subió navegando. Con muchos incidentes, pero navegando.


Próximo Capítulo: Una tripulación de lujo. El Celina llega a Vigo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

CELINA. Herminio Viana en la Illa de Ons.

Faro de Ons. Imagen del M.E.C.
Navegando a Ons.
Cuando uno tiene al tiempo un ligue y un compromiso familiar, se le presenta un amigo al pariente y uno se va con el ligue. Mucho ojo y no hacerlo al revés.
Eso hizo Gonzalo y sigo agradeciéndoselo después de veinticinco años. Nos acompañó al puerto nos presentó a su padre y se fue a buscar a su ligue a Santiago.
El CELINA estaba abarloado a un pesquero en el muelle de Bouzas, Herminio que esperaba un crucero por las rías con su hijo, se encontró en el barco de su hijo en viaje inaugural, con un barbudo desconocido, una mujer joven y un niño de seis años.
Desde que había dejado de navegar en la Marina mercante tenía ganas de aprender navegar a vela. Me había comprado un librito "Como navegar a vela", encargué una chalana a un carpintero de ribera de Vilanova de Arousa y la aparejé con un aparejo de Snipe, que compré de segunda mano en el Náutico. Le hice un cajetín para la orza y empecé a navegar con pequeños sustos. Mas tarde ayudé a llevar un velero inmenso y clásico desde Vigo a Lisboa. Es decir que era un alumno aventajado. Salimos de Vigo a Ons y Herminio fue cogiendo confianza en el barco y en mi a medida que iban pasando las millas.
Yo me dediqué a observarle. Como muchos capitanes no estaba habituado a llevar el timón, ni a navegar a vela, sabía navegar, había dado clase a Pilotos y Capitanes, metido superpetroleros en la refinería de la Coruña, pero aún no estaba acostumbrado a maniobrar cada ola a vela y contra el viento en un pequeño balandro. Tenía casi sesenta y cinco años pues se jubiló aquel año, un aspecto curtido, unos ojos claros que no cambiaban por grande que fuese la ola. El pelo rubio de otro tiempo era totalmente blanco. Tenía las maneras de un Lord inglés, el Titulo de Capitán de Vapor, el de Licenciado en Derecho, había sido asesor en varias Comisiones del legislativo en temas marítimos, y era poseedor de una considerable fortuna.
Mi hijo y su madre, de quien me estaba separando, tenían un curioso aspecto embutidos en unos trajes de aguas que les quedaban enormes, aguantando las olas que montaban sobre la borda, pues el Celina es uno de esos barcos pesados (6 Toneladas) que embarcan agua en cubierta y les llaman mojados.
Comimos en las islas Cíes y llegamos a la Isla de Ons a la tarde. Fernando Liste, el encargado del faro, casualmente estaba con el tractor con el que subían los víveres en la aldea al lado del muelle, lo cual nos vino muy bien para subir a mi familia y alojarnos en el pabellón de Jaume Frontera que estaba saliente de turno en su casa de Palma. Herminio estaba preocupado por las amarras del barco en el pequeño muelle y decidimos bajar Fernando, Herminio y yo para buscar la mejor situación para el barco y reforzar amarras pues había resaca.
Una trifulca.
En la taberna de Acuña había una gran trifulca, de allí salió Chefa, una mujer en la treintena, que vivía en la casa mas próxima al faro, a un kilómetro del muelle. Se dirigió a nosotros y gritando dijo:
-Está tolo, está tolo (loco), mira como me puxo- sacó un pecho un poco mazado- mira a muller como está. Mostró a una joven que sangraba por la nariz. Yo esta observando el pecho de Chefa, que siempre me resultó gracioso, cuando oí mas gritos, "lo mata, lo mata" entré escopetado, pero Herminio ya estaba subido a una mesa.
En el suelo estaba Manolo Carallo, de sesenta años, orensano que llevaba veinte años veraneando en la Isla, donde tenía una casa. El elemento que espumaba y enseñaba unos dientes enormes, un tipo de unos veintitantos al que los isleños llamaba "Caballito", le pateaba y nadie se acercaba a él. Vi como Herminio se lanzaba con sus sesenta y cinco años y sus setenta quilos desde la mesa a las espaldas de "Caballito", montándolo. Ni se movió, pero cuando Herminio le puso los dedos en la cara para sujetarse, le pegó un mordisco en el dedo meñique, que estuvo a punto de seccionarlo y nunca se volvió a mover desde la segunda falange. Como pude le sujeté los brazos y le obligué a soltar el dedo de Herminio. Lo arrastré al exterior, lo solté, y le dije que parase y se fuese a su casa. ¡Ah! pero vino Chefa y dijo.
-Non hai direito, tres homes pa pejarlle a un home solo, ajora veñen os veraneantes a pejarlle a xente da illa.
La de la nariz rota, esposa del angelito, decía: Non, non hai direito.
En el camino estaban veinte o treinta vecinos que habían salido del bar huyendo de la quema.
- Ao jilipollas das boias vouno matar.
El gilipollas de las boyas era yo, pues al parecer según me dijeron luego, me habían visto trabajando en el barco de Faros, cuando rescatábamos una señal que se había ido a la deriva.
Se vino a mi y me dio una tremenda hostia. Creo que dije algo como quietos todos, o que nadie se mueva, y solté un mitin.
- Hemos intervenido porque usted Chefa vino llorando y su mujer con la nariz partida, no fuimos tres contra uno y ahora no esperen que seamos tres contra treinta, como a alguno de ustedes le haría ilusión. Esto lo arreglaremos mañana cuando estemos todos más serenos. Me quedo con la hostia que no voy a responder.
Le di una palmada a Herminio y cuando él arrancó les dimos la espalda y llevando entre un vecino y Fernando a Manolo Carallo, nos fuimos. Fernando y yo le hicimos en el barco unas curas a Herminio y a Manolo. Pensamos que era mejor que yo me quedase en el barco, pues pensamos que una botella de gasolina de fueraborda, o una navaja en las amarras podían salirle caras a Gonzalo. Herminio quiso quedarse y por la noche le pregunté por que intervino, me dijo quien era Manolo Carallo, que era amigo suyo, un buen tipo y compañero de dominó. Esto ya me pareció razón suficiente para enfrentarme a toda la isla.
La hostia de "Caballito"no me dejó dormir en toda la noche, Herminio roncaba el sueño de los hombres justos después de una hora de plática. Al amanecer me puse a hacer café y estaba tomándolo en cubierta, cuando vi bajar por el camino hacia el bar de Checho al Caballito y su mujer-víctima. Apuré el café, eché mano del cuchillo de maniobra por si las moscas y lo metí en el bolsillo con su funda.
El bar de Checho abría temprano, pues daba desayunos a turistas y marineros. Cuando entré en el bar, Caballito estaba metiéndose un sol y sombra (Coñac+vino quinado).
-Buenos días, me acerque a la barra. Y bajito le dije:
- Usted me quería matar anoche y me dió una hostia, ¿quiere hacerme el favor de salir ahora?
Salieron corriendo, sin pudor, él y su señora, sin despedirse y hoy no recuerdo ni su cara.
Pedí un café a Checho, que no preguntó nada, pague las "sincuenta pesetas", le deseé buen día y me fui a contarle a Herminio el desenlace.
He vuelto a la isla muchas veces, nunca volví a tener problemas, pero nunca me fiaré de un pecho de Chefa, del otro tampoco.
A Tamara Rosón. Jefa de animadoras del Celina ball Club.
Nota.- Todos los diálogos fueron en gallego.
Continuará ...

lunes, 12 de mayo de 2008

EL CELINA Y LOS VIANA.




Recordando como las vidas de Herminio y Gonzalo Viana influyeron en la mía a lo largo de veinte años, había decidido ir completando este relato como una sola entrada, distribuyéndola por capítulos para que quienes tenéis la amabilidad de leerme no perdáis demasiado tiempo, pero Mr. Bloguer me corta cuando excedo cierta extensión. Así que tendréis que ir leyendo entradas sucesivas, con la batallas navales del "Celina"

Incorporaré las fotografías, algunas muy emocionantes, que de ese periodo conservo.

Herminio y yo viajamos en varios periodos mas de 5000 millas n. a vela en el Celina, en el Risor, un velero inglés de 1914 propiedad de May Bessant y en el Catuxa, el último velero de 12 metros que compró.

Gonzalo vivió periodos de seis meses en mi casa, en el faro de Cabo Estay, entre viaje de locura y viaje de locura. Ambos siguen viviendo en mi y en los míos.


Añadiré que he pedido autorización a Victoria Viana para publicar algunos pasajes que por su contenido pueden resultar escabrosos y hasta dolorosos para los supervivientes. No tengo contacto con el resto de la familia. A partir de hoy mi nombre completo figurará en mi perfil, pues no veo razón alguna para el misterio. Lo que pretendo es escribir y lo haré como siempre hice, como me dé la gana. Gracias a todos lo infieles que me leéis. Y eso, paciencia...














Gonzalo Viana Zulaika, Nació en Bilbao en 1950. Su padre, Herminio Viana Conde, decía que para él, aquel había sido un buen año. Había dejado su puesto de Primer Oficial del Capitán Segarra, de la Compañía Transmediterranea, había aprobado la oposiciones a Práctico del puerto de la Coruña y había nacido Gonzalo. Su único hijo varón.


Gonzalo estudió Nautica en Coruña, cuando terminó las prácticas no hizo el curso de piloto, pero navegó de segundo Oficial en barcos liberianos con el título de Patrón que se canjeaba por el de Alumno.


Desde 1970 hasta 1982 no volvimos a vernos. Se dedicaba a las artes gráficas, había ganado un concurso de carteles de la Unesco, y como hacía siempre lo dejó todo para dedicarse a cocer barro en un horno que había excavado en la Playa de Melide de la Isla de Ons.








Sus figuras eran inquietantes, dejaban al observador la pregunta de quienes somos . Una cabravacarmadilloreina, o un pezlagarthombre, o un caracoldios. Nunca les ponía nombre a sus esculturas. Aprendió a trabajar la madera y la piedra. En cuanto vendía algo se marchaba a la selva del Orinoco, o a una playa de Natal, o ...y se pasaba dos o tres años, cuando volvía no se acordaba de él ni el galerista de su última exposición, hasta que veía la obra.








Un día que dejó la Isla, apareció por mi casa y pasó varios días, sorprendiéndome con la invitación de una salida en velero con su padre.


El velero era una preciosidad, en madera, recién construido en Cedeira, se llamaba CELINA, tenía una bella estampa y era relativamente confortable en su interior. Pregunté a Gonzalo donde había conseguido aquella joya y cuanto le había costado.



El "Celina" en las fiesta de la Reconquista de Vigo 2008.

Foto: Faro de Vigo


La historia del Celina.



Había sido construido según un planito que salía en una revista, por un magnífico carpintero que había en Cedeira para un médico de Madrid, cuya esposa asturiana se llamaba Celina. La construcción duró dos años y el armador se enteró de que había materiales y barcos mas modernos, que el mantenimiento de un barco de madera dificilmente se puede hacer sin vivir en él, o disponer de una fortuna proporcional a los metros de eslora y el Celina tiene diez. Así que decidió venderlo. Le pidió a Gonzalo dos millones de las antiguas pesetas. Acababan de instalarle el motor cuando el propietario, el posible comprador y el mecánico, salieron del puerto a probarlo.

Navegaban paralelos a la costa y en una zona acantilada con viento de Noroeste cuando el motor se paró. Habían dejado las velas en tierra. El mecánico se puso a llorar en una litera y el balandro se movía a merced de las olas. La desesperación de los otros dos a Gonzalo le resbalaba, miraba la costa y calculaba el tiempo que tardaría en estrellarse contra las rocas. El barco no tenía radio a bordo, no había bengalas.

Vio que cada cierto tiempo una de las olas no rompía en una de las rocas, la tocaba sin rompiente, le dijo a los dos acompañantes que no se moviesen del barco, que intentasen mantenerlo proa al viento y que trataría de buscar ayuda. Se calzó unas aletas con las que había reconocido el casco del barco en puerto, y nadó las dos millas que había a tierra. Esperó nadando contra las olas que viniese la que por su altura podía dejarle sobre la roca sin hacer en ella un retrato de cuerpo entero por estampación. Cuando le apareció la ola adecuada nadó manteniéndose en la cresta y se amarró como pudo a las rocas cuando aterrizó.

Trepó todo el acantilado, con numerosos cortes por todo el cuerpo producidos por lapas y mejillones y llegó a donde hace una planicie. El amor hace milagros. El único vehículo en varios kilómetros estaba sobre el acantilado, con una pareja haciendo el amor afanosamente. Les golpeó suavemente el cristal, como no estaban en disposición de huir le preguntaron que quería. Les dijo que salía de un barco con problemas y que lo llevasen al cuartel de la Guardia Civil distante un quilómetro. Era la edad de Piedra, no había móviles. Una embarcación de la Cruz Roja del mar salió de la Coruña y llegó justo a tiempo, diez minutos antes de que el Celina se estrellase en el acantilado, remolcandolo mar a dentro y metiendolo en puerto. El mecánico había dejado cerrada la llave del gasóleo, cuando consumió el que había en filtros y tuberías, el motor se paró.

El médico de Madrid le vendió el barco por 700.000 ptas. Las compañías de seguros nunca supieron que un lote con las vidas de un médico y un mecánico se habían tasado en 1.300.000 pesetas.

Gonzalo siguió con su vida aventurera, siempre produciendo arte, entre España, Brasil y Venezuela, hasta su muerte, en 1997.




Gonzalo Viana: Hércules tallando la barca de piedra. Tambien llamada "Os Argonautas"


La escultura fue tallada en A Guarda, y transportada en un camión a Coruña. Pesa unas 20 T.M.



Continuará...



Las fotos de Hércules están en la web de un Instituto.

martes, 6 de mayo de 2008

MAXIM BELOUSOV. De Moscú al Casco Vello.








Tiene veintisiete años, estuvo colgado hasta los veinte y apareció en nuestras vidas hace siete u ocho meses.

Había puesto un anuncio en el Faro de Vigo: "Alquilo apartamento céntrico...". Pasé la tarde enseñando el puto apartamento a gente que no me gustaba. La joven inglesa que lo ocupaba, recogía las últimas pertenencias para irse a vivir con su nuevo novio, las visitas torcían la nariz para conseguir una rebaja en el precio.


A las que seguían interesadas les prometía darles razón en dos días, tomaba su número mientras consultaba con la mirada a mi antigua inquilina, que hacía gestos de aprobación o desagrado.

Mi santa me esperaba en un café. Cuando ya tenía atendidas todas las citas, y cansado de esperar por la última que no acudió, fui a su encuentro y recién reunidos sonó el teléfono.


-Es ahí que alquilan un piso.
-Si.
-¿Cuando podría verlo?.
-¿Donde está Usted?
- No sé, acabo de llegar a la ciudad. Debo estar en el puerto, que veo barcos.
Le dije que subiese y cuando llegase a una plaza donde hay un sireno, que me llamase. Le expliqué que un sireno es como una sirena sin cola de pez, con alas, cara fea y sin tetas. En el Puerto unos decían que habían sacado el molde de un guardamuelles, otros que de la Presidenta, hoy Ministra.



Me situé en la Plaza de la princesa, vi a un joven que miraba hacía la estatua y cuando vi que sacaba el móvil, me acerqué e imaginándome una patrona antigua, pregunté:
-¿Eres el que busca un piso?
-Si, me llamo Maxím.
-¿En que trabajas?
-Aún no tengo trabajo, acabo de llegar.
-¿Conoces a alguien en la ciudad que responda del pago?
- ¡ Que va!, aún no conozco a nadie.



Pero algo me decía que aquel chico era de fiar.



-¿Donde trabajaste antes?
- En el centro Reto. Yo tuve problemas en Moscú y mis padres me metieron en un centro, allí me mandaron a la Coruña, y estuve siete años en Reto. Ahora quiero saber si puedo vivir por mi cuenta.



En aquellos días ponían en la tele un clón que se llamaba Kay. Yo aún no sabía que era un clon y creía que era extraterrestre.
La manera de decir las cosas de nuestro ruso es de extraterrestre, habla perfectamente el castellano y el gallego, pero su sinceridad, su mirada franca y su risa son de otro mundo.
Miré a mi santa, que me conoce como si me pariese y supo automáticamente que iba a decir:

- Mira, ¿ tienes dinero para el alquiler y el mes de fianza?.
-Si, tengo mil euros que me mandaron mis padres.
- Vamos a ver si el piso te gusta.

Le encantó, se le puso como condición para alquilarlo que tuviese un contrato de trabajo, sin el cual no podría continuar su residencia, plazo una semana. Mientras tanto lo alojaríamos en nuestra casa. Delante de él le dije a mi santa que era un Kay.
-¿Que es un Kay?
- Un extraterrestre.
A los tres días encontró un trabajo, con un exterminador de plagas, contrato indefinido, lo tratan como de la familia y fumigan barcos, muebles con termitas, almacenes...
-Jose, es buen trabajo para extraterrestre.
Paga puntualmente su alquiler, viene a comer los domingos que su jefe no se lo lleva a su casa de fin de semana, trae flores a mi señora y mi madre le dice que es imposible que sea ruso.
El día de la frase del año : "por que no te callas", estaba yo en mis cosas y me llamó:
-Ven, corrre!, ¡corrrre!. Que lo van a rrrepetir.
Me senté y repitieron toda la escena. Dijo Maxim:
-Este Rrrey es un máquina, la Rrreina debe estar ahora muy orgullosa...


Definitivamente, el mundo está lleno de extraterrestres.