domingo, 8 de noviembre de 2020

JUAN XXIII

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Era un Papa, el segundo de mi infancia, con quien no pude tener demasiado contacto por ser yo de Pontevedra. Si eres de Pontevedra y no eres de la Obra no te llaman a Roma ni de coña.

Nunca creí que una historia ajena con nombre de Papa me conmoviese. Hoy, en una de las desgracias que heredé descubrí que en estas cosas de los nombres no hay que ser primario.

Se llama Jose,  y  organiza  los trabajos que los afectados por algunas dolencias realizan en la Fundación Juan XXIII que se ocupa de su integración social y en la actividad laboral. Nos conocimos porque me los recomendaron para limpiar tierras y muros de maleza, el resultado de los trabajadores con sus máquinas fue espectacular.  Vino Jose a ver el trabajo realizado, y ver la propiedad colindante que tambien desea dejar de ser selvática invasiva. 

Me iba demostrando en cada tramo un conocimiento profundo de la flora y el trabajo rural. Le pregunté si había estudiado Capataz forestal. 

-No, hice Educación física. Empecé haciendo ciertos ejercicios de fisioterapia en el tratamiento de discapacidades de movilidad en alumnos del Centro y un día me fijé que los alumnos hacían los mismos ejercicios arrancando hierbas de un muro al que estaban arrimados de tertulia, luego miraban encantados el muro limpio. Traté de aplicar los ejercicios a actividades mecánicas similares. Los chicos estaban entusiasmados con los resultados  de sus trabajos.  Debimos hacer cursos de capacitación durante cuatro años. Lo más duro fue convencer a las familias de que sus hijos podrían manejar máquinas de todo tipo y estaban capacitados para hacerlo. Al principio los trabajos prácticos debían realizarse en entidades y lugares públicos, tuvimos la suerte de contar con la ayuda del que fue Alcalde de Marín Sr. Pierres.

Recordé el trabajo a bordo de buques mercantes suecos de chicos con deficiencias. Hace cuarenta y cinco años conocí a un joven ayudante de cocina sueco con deficiencias mentales y al matrimonio de armadores que lo empleó, El chico hablaba inglés más que suficiente para su trabajo y su vida social. Me acordé de Neno el pontevedrés hijo de soltera, encerrado en una habitación hasta los siete años, de adulto repartía periodicos (1965): "Adió Mari, adió guapa", todas eran Mari, todas eran guapas y nada más. Mientras recordaba esto, el joven sueco me preguntaba cuanto ganaba y cuanto pagaba de impuestos, no supe explicarle que los españoles pagábamos impuestos indirectos (1973), mi inglés no era suficiente para expresar la Hacienda de una dictadura. 

Me alegro mucho de que la Fundación Juan XXIII haga las cosas que he visto hacer. Aunque el nombre de papa en principio me echase atrás.

 

 


domingo, 9 de febrero de 2020

WILHELM GUSTLOFF

Wilhelm Gustloff 


El Smithsonian Magazine me avisa que hace unos días se cumplieron setenta y cinco años de la mayor tragedia naval de la historia: el naufragio del “Wilhelm Gustloff”. Me levanté a mear de madrugada y vi el resumen de esa edición. Al ver el barco, del cual ya había leido algo, leí el artículo integro. El drama no me dejó dormir. Es como un enlace de premoniciones. La tarde anterior había encontrado los restos de la revista "Mundo Gráfico" de 1922 con los desastres de la guerra del Rif. Mi abuelo analfabeto la compraba en Cuba y pidiéndole a un compañero que le leyese los pies de foto se enteraba de heridos, muertos y sucesos. 
Los desastres marítimos son tantos  y variados que rara vez un historiador  o un periodista investiga y escribe seriamente sobre ellos. Y los lectores exclamarían: "Otra vez este pesado con sus historias". Ese día fui a que me hiciesen un análisis morfológico. Me lo dieron sintáctico en unos minutos y me fui a un decadente hotel de mi juventud a desayunar. El único periódico libre en la estantería era EL MUNDO que traía un magnífico artículo sobre  el “Wilhelm Gustloff”.
Me sorprendió que un periódico de un país donde la gente habla del mar para referirse a la playa y se cree que los marinos son unos que andan así, con chulería y bamboleo, publicase ese artículo, documentado y bien escrito. La lectura de ambos artículos me trajo el recuerdo de vivencias de otros y de alguna propia. La chulería de los que mandan, la incapacidad crítica de los ciudadanos y su sumisión a los dictados de unos iluminados imbéciles no difieren de 1945 a nuestros días. 
El buque cuyo final puede leerse en LA VANGUARDIA  es un ejemplo de como el populismo estalinista o fascista pueden llevar a la muerte unas diez mil personas, en un solo ataque,  fascistas o gente aterrorizada por los asesinatos y violaciones del Ejército Rojo en su avance por la Prusia oriental germanizada. El Wilhelm Gustloff de 25.000 toneladas, fue inaugurado en 1938 para el programa Kraft durch Freude "fuerza a través de la alegría" que premiaba a los "trabajadores buenos" con viajes de lujo.
Poco duró esta actividad, en 1939 fue utilizado para evacuar desde Vigo a la Legión Condor
Los mandos nazis organizaron en 1945 la operación Aníbal para  la evacuación de personal, heridos y material de Gotenhaven, hoy puerto polaco de Gdynia. El buque había sido usado como cuartel, escuela de cadetes de submarinos, e incluso como residencia de enfermeras, donde no todas estaban voluntariamente. Su mantenimiento en los años en guerra era inexistente.
Al principio los tripulantes comprobaban identidades y tarjetas de embarque. A bordo un Capitán mercante, encargado de la tripulación profesional y la navegación y un militar que controlaba otras cuestiones relaccionadas con el espíritu nacional socialista y la acción militar. Cuando el avance soviético corto las rutas terrestres de huida, los jerarcas nazis, a pesar de tenerlo prohibido, optaron por la ruta marítima.
La desesperacion de miles de presonas hizo que cada espacio libre a bordo del buque fuese ocupado por gente aterrorizada, mareada y congelada, según la mayoría de los cálculos cerca de 10.000 personas. Además los oficiales del buque tuvieron que escoger entre salir por aguas poco profundas, infestadas de minas o navegar hacia aguas profundas hacia el oeste entre submarinos soviéticos, sin protección de torpederos, en busca del relativamente seguro puerto de Kiel.
Aquella noche Hitler dio el que sería su último discurso, el 30 de enero de 1945 se cumplían 12 años de su ascenso al poder. Conminó a las mujeres y niñas a resistir con fanatismo.
Para aumentar la desesperanza de los oficiales expertos, se recibieron  órdenes de encender proyectores para evitar abordajes en medio de la copiosa nevada.
El submarino  soviético S13 comandado por Alexander Marinesko,  cuya delicada situación dentro de la cadena de mando, por sus hábitos alcohólicos y su comportamiento en tierra, hacían que creyese que podría convertirse en un héroe y rehabilitarse por hundir el inmenso y bien iluminado buque. Contribuiría el odio a los ocupantes alemanes, su crueldad con la población civil soviética en los años previos.
Poco después de las 9de la noche, el S13 disparó tres torpedos. Explotaron en los alojamientos de la tripulación, en la zona destinada a las mujeres auxiliares de la marina situada bajo la piscina y en la sala de máquinas. Ello dejó a muchos de los evacuados sin medios de salir. Incluso en el caso de que pudiesen alcanzar exterior, el exceso de pasajeros hacía imposible el uso de los botes salvavidas, los chalecos eran insuficientes, muchos niños murieron ahogados al quedar cabeza abajo por las dimensiones de los chalecos salvavidas,
Se desencadenó una lucha enloquecida por la supervivencia. Un niño de 10 años, Horst Woit, relataba como el buque se escoró a babor, los botes salvavidas de estribor no quedaron accesibles, consiguió subirse a uno de los botes y cortar los cabos con un cuchillo del uniforme de su primo, alejando el bote del barco. Vio como muchos morían al intentar subir las escaleras, que con una pendiente creciente podrían haberles llevado a los inútiles botes de la banda de estribor.
Los barcos de rescate que acudieron a la llamada del  Wihelm Gustloff se vieron en el mismo dilema que los oficiales de los botes salvavidas, dejar morir a unos náufragos para salvar o otros y poder salvarse del S13. 
Justo una hora después de recibir los impactos el Wilhelm Gustloff se hundió. Se salvaron menos de mil personas, nunca se pudo calcular el número de víctimas.
Al día siguiente, la mar llena de cadáveres, muchos de ellos niños con el chaleco puesto, dejó un superviviente: Rodeado de cadáveres un bebé envuelto con varias mantas muy ajustadas fue rescatado por uno de los torpederos y adoptado por su rescatador.
A pesar que Marinesko hundió poco después el General von Steuben con más de 4000 personas a bordo, el reconocimiento de sus hazañas fue tardío, parece que se le reconocieron los méritos despues de muerto pero no fue nombrado Héroe de la Unión Soviética.
Los desastres del Báltico no fueron muy publicados en la época. Los rusos estaban en un avance cruel e imparable sobre la odiada alemania nazi, los alemanes tratando de esquivar el sentiniento de culpa. Además de los citados, el Goya con 7000 personas y el Cap Arcona hundido por las fuerzas británicas con 4500 prisioneros de campos de concentración a bordo, fueron otros de los  buques de pasaje convertidos en transportes por la Operación Hannibal.