Un inteligente y divertido artículo Cristina Fallarás, con "a" en la primera, en el Diario.es, me invita a reflexionar sobre la campaña de las asépticas compresas. Si me preguntasen a que huelen las nubes y yo estuviese en la gloria que es donde se preguntan estas cosas, respondería que huelen a coño. Y es que un mundo sin olor a coño sería un mundo sin aspiraciones.
Cada uno tiene sus propios ritos totémicos, en Galicia somos muy faloides, ponemos falos en las iglesias, en los hórreos - eso sí, en el otro extremo ponemos una cruz- hasta a hablar le decimos falar. Yo en cambio siempre he sido coñoide, mi adoración al coño me hace poner una representación vaginal en bronce en los extremos de los hierros de las construcciones del mecano que es mi vida. Cuando construyo una barandilla le pongo peces cortando el acero, que dice mi Santa que si le pongo gaviotas parecemos del PP. Entonces la barandilla está llena de coños tumbados.
Nunca viajé en nube, pero el metro y a veces los aviones no me huelen a coño, me huelen mal. El Poder también, lo contamina todo.
Dices ser coñoide, a lo que añadiría coñero o coñón... por lo de tu "retranca", digo.
ResponderEliminarCurioso, habiendo trabajado en faros (simbolo fálico donde los haya) y no en una mina... je,je.
P.D. Preciosos esos peces o delfines recortados en acero, esa barandilla de coños tumbados. Eres un artista.