Es una mujer que me gusta, pertenece al grupo de gente entrañable y clara. Es bella y estilosa.
Un día me dijo quien era su marido. Desde entonces cada vez que la veo no soy capaz de ver su elegante figura, ni me impresiona la belleza de su mirada, porque me asalta el recuerdo del episodio de las decoradoras y su fiel Prudencio.
Casi todos los días al salir de trabajar en el puerto, hacía un rato de tertulia con Carlocho, un profesor de auto-escuela que murió de un ataque de risa. Dábamos un paseillo por el Náutico de Vigo y comentábamos las novedades.
El Contramaestre, mascullaba algo con su mala hostia habitual en el muelle:
-Manda carallo, ajora chamanlle decoradoras...
-¡...!
-Esta mañana vino D. Prudencio, y me dijo que hacia las tres vendrían dos decoradoras del Corte Inglés a tomar unas medidas al barco, que estaba fondeado, que las llevase a bordo y les abriese el barco, si no le daba tiempo a llegar. Vinieron dos tipas de la hostia y yo las llevé. Al poco rato llegó él, que lo trajo su mujer en el coche, se despidió y lo llevé a bordo y allá va D. Prudencio con sus decoradoras. Ahora las llaman así...
Dijo, señalando un balandro en la Ría.
Prudencio siempre será un marido fiel, las decoradoras y yo somos una tumba...
No se si comprendo tus letras: Algunas mujeres adoptan el apellido y estatus de su marido, creen que así se les respeta más. No se vas por ahí o me he liado al leerte, eso que repetí lectura.
ResponderEliminarDe todas formas me gusta como escribes aunque no logré comprender.
Unha aperta
es lo que tiene tener un balandro ... que se puede decorar en altamar
ResponderEliminarNo sabía que el corte inglés tuviera decoradoras de barcos. Sabiéndolo, a lo mejor me paso un día de estos..
ResponderEliminarSaludos.
Muxica.- Yo tambien te quiero, aunque me confundas con otro.
ResponderEliminarAlberto.- No te fíes, hay gente que decora mucho en seco.
Instigador.- Yo también fui al día siguiente de la historia; pero no estaban ni se las esperaba.
Un abrazo, amigos.
Siempre hay bobos que pierden su tiempo decorando barcos. Suele ocurrir en estos casos que sus mujeres, en justa causa contra el aburrimiento, se encuentran predispuestas a decorarle, amueblarle y darle tres manos de pintura al interior del amigo del bobo.
ResponderEliminar¿Ella es entrañable, clara, bella y estilosa?
¿D. Prudencio es amigo tuyo?
Pues… verde y con asas, querido
Y no olvides que la mujer de D. Prudencio siempre será una esposa fiel, y nosotros…¡¡unas tumbas!!
Besos, farero.
Hice una corrección en el texto, que esto de escribir atontado es lo que tiene. Perdona Muxica, pero cuando leí un poco más despejado y a la luz de la razón de mi santa comprendí la confusión.
ResponderEliminarMargarita.- Que no creo que hubiese beneficiarios de la decoración. De todas formas nada es lo que parece. Muchas gracias por venir. Un beso, flor.
Supongo que la mujer de Prudencio tiene el teléfono de algunos decoradores...
ResponderEliminarAnda ya… ahora he caído de la burra. Jajaja… Como siempre voy despistada por la vida.
ResponderEliminarApertas.
Prudencio, debería hacer honor a su buen nombre.
ResponderEliminarSaludos.
Doña Gilda.-Es posible, pero para mi el artista era el Contramaeste del Club Náutico, con su mala hostia. Conocer las relaciones familiares del Prudencio tantos años después, no deja de tener gracia.
ResponderEliminarMuxica.- No te preocupes, mientras la burra no sea muy alta...
Maquiavelo.- Ya lo hizo, nadie pudo demostrar nada...
El lugar de la foto, es adonde está El Celina??
ResponderEliminarUn beso,
Hola Mera, he visto un comentario tuyo en el blog de Nosurrender y al entrar aquí a curiosear (con tu permiso) me ha sorprendido muy gratamente saber que eres de Poio, al igual que mi padre. Yo he nacido y vivo en Donosti pero guardo preciosos recuerdos de mis vacaciones allí, cuando era niña.
ResponderEliminarVerás que no tengo blog, lo que realmente me gusta es leeros y compartir opiniones con vosotros.
La madre de mi marido era de Vigo pero vivió en San Sebastián desde pequeña. Tengo 42 años, una niña de 11 años y un niño de 8, a los que espero poder llevar algún día a conocer mi querida Galicia.
Me encantará volvera aqui.
Besos
Como he visto que has trabajado en la marina mercante, olvidaba decirte que mi padre, ya jubilado, ejerció su profesión de mecánico naval viajando por todo el mundo a bordo de buques mercantes...
ResponderEliminarDiciembre.- Eres bienvenida. ¡cuantas coincidencias! Vuelve cuando quieras, estas invitada.
ResponderEliminarSe empieza con las decordaras y a saber con qué o quiñen se acaba. Seguro que la mujer prefiere que lo deje en su estilo antiguo.
ResponderEliminarQue disfrutes de estos días.
Nos vemos
desde luego, el Corte Inglés cada vez copa más mercados.
ResponderEliminar¿Estarán también de rebajas las decoradoras, tras las Navidades?
Salud!
Sylvia.- Si, ya te contesté por correo. Ahora, oh diosa, ya lo sabes todo.
ResponderEliminarMiguel.- Supongo que a la elegante señora de D. Prudencio no le afectó nunca la decoración del barco de su marido. Presumo que el más afectado en este cuento era el Contramaestre del Náutico. No me gusta apostar, pero me juego los güevos que era por envidia.
Nosurrender.- No creo que la sección de decoración del corte mandase tias de la hostia a decorar el barco de Prudencio. Creo que el nos engañaba. Pasé por allí, y siguen de tu equipo, tampoco se rinden y si decoran debe ser carísimo.
Salud a todos.