Monte Amboto. Kodak instamatic. Verano 1970.
En uno de los textos marítimos con los que conquisto las más altas cimas del anonimato, contaba mi etapa de marinero en buque mercante, con mis estudios a medias y mis bolsillos vacíos.
En estas jugadas con que la memoria me rejuvenece, el recuerdo me parece tan nítido que quiero reencontrar los nombres y los hombres. San Google, como dice Inmacul-
ada, me resuelve algunas dudas sobre el destino de los hombres. El bar
"El muelle" de Muros tiene Blog, también se llama Bar do Chubasco. Cuando tecleé "Chubasco-Muros", me salió. Escribí a la dirección del perfil y pregunté por un señor que en 1970 era Patrón de pesca embarcado de marinero en el
"Monte Amboto" y que en la actualidad tiene cincuenta y siete años.
Me contestaron muy amablemente que este señor era primo del dueño del bar, que se llama Moncho y es el Capellán de un Hospital de A Coruña.
Me quedé de piedra. Lo podía imaginar de curtido Capitán de Pesca en Mozambique o en Chile, de dueño de un cabaré, pero de cura ni de coña.
No soy un fulano de esos que dejan cosas a medias, llamé a la residencia y hablé con él, cuando teníamos diecinueve años lo hacíamos poco porque nos turnábamos en las guardias y yo salía con el marmitón que me parecía muy divertido, con sus historias de superdotado y su jefe, el cocinero mariquita y un poco mangui. Moncho era un chico serio y lo justo de golfo.
Pregunté a Moncho por qué un golfo se vuelve cura, me contestó que por dar un sentido a su vida, por ayudar. Lleva casi quince años de cura y me mandó un escrito suyo de hace algunos años:
"Yo, ahora que casi ya soy mayor, se me ocurre pensar, que de mayor quiero ser un auténtico ser humano. Si, de mayor quiero ser persona, quiero vivir honradamente y morir con dignidad. Yo de mayor quiero ser HOMBRE".
Soy ateo y como mi propio nombre indica, simple. En la actualidad mi vida tiene sentidos de más, incapacitado para elegir uno, la noche me confunde que dijo el poeta; pero vi a Ramón tan contento que voy a hablar con las autoridades por si me admiten en el redil, aunque mi santa me dice que en un redil tan grande soy un alma perdida y casi seguro la perdición de otras.
Hace ya algunos años unos amigos convertidos en evangélicos me dijeron cuando les encontré:
-¡Jose!! ¡Cuanto tiempo!¿eres feliz?
-!!! No....
-Míranos a nosotros...Dijo ellla con una sonrisa de postal.
-Me gustabas más cuando eras una golfa... Y tú cuando eras un borracho.
Pero me fuí pensando que si los evangelistas les ayudaban a encontrarse, a dejar la nebulosa alcohólica y a encarrilar su vida, ya era eso un milagro del dios evangélico.
No creo en nada, pero el respeto me ayuda a ver a quien cree con unas gafas de color verde.
Le pido permiso a mi santa por si me deja ir a bailar al cabaré, que los bailes de la tercera edad me deprimen. Naturalmente, me dice que no, pone salsa y me saca a bailar.