miércoles, 11 de junio de 2014

CÁNDIDO MERA: De labrador a Portero de Ministerios Civiles.

Sabía que mencionar su matrimonio anterior le resultaba doloroso, su mujer, al parecer una bella joven de la que no quedan retratos, muriendo de tuberculosis y habiendo ya contagiado a su hijo de dos años. Imagino su malestar, en casa de sus suegros, con su mujer agonizante y su hijo muy grave. Trabajando la tierra, haciendo cestos que iba a vender, o más bien a cambiar por patatas,  maíz o centeno aguantó hasta la muerte de su hijo y después la de su mujer. Me parece recordar que recibía del Ejercito cincuenta pesetas al mes.  Alquiló una cabaña en el lugar de Tixosa, donde tenía unos primos tratantes de ganado. Estaba cerca de sus padres y su hermana, su cuñado al ser más joven fue desmovilizado bastante más tarde.
Compró una vaca que paseaba por los caminos comiendo las borduras, en Galicia nace hierba hasta en las playas. La miseria y el hambre se iban apoderando de él. Apenas podía ayudar a sus padres. Mi abuelo había vuelto de América enfermo, con un asma (decían) que hacía que se le oyese respirar a bastante distancia, los ahorros que traía los empleó en ir comprando tierras, muchas de ellas malvendidas por mi bisabuelo, su padre,  para pagar deudas de juego y borracheras. Los documentos de los años treinta, que quedaron en poder de otra parte de la familia, decían más o menos: "Penascal, labradío secano , de unos diez copelos, de  unos ciento sesenta pasos de largo por tres surcos de arado de ancho. Linda Norte Camino, Sur Penascal de la misma superficie y herencia, E... y O..."
Los mutilados de guerra del Ejército franquista eran tantos y su situación tan precaria que se creó un "Cuerpo", el Cuerpo de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria. Estaba bajo el "mando" del General Millán Astray, que hizo de Conseguidor. Consiguió que los miembros de ese Cuerpo tuviesen acceso preferente a los cuerpos subalternos de los Ministerios Civiles, en el caso de militares sin estudios, y a otros cuerpos de mayor nivel a aquellos que tuviesen justificado algún título académico, como es sabido estos privilegios no se extendieron a las fuerzas del Ejército de la República hasta la muerte del dictador.
Había que demostrar en un examen, que se sabía leer y escribir y las cuatro reglas. En uno de ellos entró el joven viudo,  tuerto y desmoralizado, acallando de vez en cuando el recuerdo doloroso de su maestro anarquista. Y el miedo recurrente a volver al hambre de Saomede, a hacer cestos y vivir amarrado a una vaca y dos ovejas. Pero cada año, puntualmente y durante toda su vida volvía a aquellos caminos, a la cocina con conejos dentro, a la viga horadada para ocultar las armas, dos viejas escopetas, una de avancarga y la otra de perrillos calibre dieciseis, que muerto mi abuelo que la trajera de contrabando de Argentina, fue mi compañera de juegos infantiles. La de avancarga terminó convertida en hierro-palanca para la construcción de cerramientos de piedra.
Continuará...