Como todos los inestables, ejercí varias actividades que unas veces por curiosidad y otras por aburrimiento, después de períodos de diez años, me lanzaban a otras que no tenían nada que ver con la anterior. Total: me hice viejo cambiando de oficio.
En todos estos trabajos he tenido compañeros admirables y compañeros despreciables. Son ya bastantes los que me adelantaron en el obituario. La desaparición de alguien querido es dolorosa, hace meditar sobre las acciones propias y sobre el final de la historia.
Tuve el honor de ser relevado en los turnos de seis años de observación meteorológica por MANUEL LÓPEZ COTA, que hoy nos ha dejado. Geólogo de formación, enseñaba -incluso a los que no querían aprender- las técnicas de la comunicación y la información meteorólogica, a los que llegábamos sin experiencia previa a un aeropuerto nos dejaba pegados en las mamparas unos folios con la solución a los problemas que nos podían surgir, les llamaban las sábanas de Manuel. Siempre dispuesto a ayudar, sin miedo al enfrentamiento contra el abuso, tuvo mi admiración y respeto muy pronto y mi cariño para siempre. Gracias Manuel por aguantar mi errático sentido del humor y mis mítines. Gracias por tu amistad y honestidad.