Vapor "Eolo" antes S/S "Tynemouth" y desguazado en 1966.
Llegué con veinte años recién cumplidos a la Motonave "Eolo" de la Naviera Bilbaína. Mi carácter disparatado atraía al parecer a la mayoritariamente joven tripulación. Enseguida me hice amigo, por edad e inquietudes de Hernán, un joven Agregado (Alumno de Puente), que después se hizo físico y enseñó en la UNED, y en la Escuela Náutico-pesquera de Vigo la asignatura de Electricidad. En Vigo le llamaban el Karateka, porque practicaba esa disciplina.
En la Cámara de Oficiales, cuando el Capitán Usatorre (69 años) y el Jefe de Máquinas (unos 55) supieron que el Agregado y yo nos hicimos amigos, empezaron a cachondearse de él, diciéndole que los telegrafistas del Eolo son amistades peligrosas para los agregados. Esta es la historia:
El vapor "Tynemouth", recién matriculado en Gibraltar y fletado por la República fue capturado en 1937 por el "Almirante Cervera", vendido a la Naviera Añón, rebautizado "Eolo" y posteriormente a la Naviera Bilbaína.
Los telegrafistas de los barcos antes de 1977 éramos contratados por dos empresas participadas por el Estado: HISPANO RADIO-MARÍTIMA y Compañía Radio-marítima Española (CRAME). El telegrafista del "Eolo" en Abril de 1948 Eduardo Muñiz, 39 años, casado con dos hijos, era de Hispano. Hispano, empresa propietaria de los equipos que manejábamos, nos pagaba el sueldo base, la naviera que los alquilaba y a quien prestábamos nuestros servicios el plus de navegación y los "trópicos". Hasta los ochenta el contrabando era una fuente de ingresos complementaria, que no estaba mal vista, tabaco, whisky, televisores y radiocasettes eran artículos que se importaban sin pasar por la aduana, aunque si la cantidad era importante se le daban a los carabineros del portalón unos cuantos cartones, alguna botella o en ocasiones dinero directamente.
En este complemento de sueldo eran socios Eduardo Muñiz el telegrafista formado en la Escuela de Telecomunicaciones de Madrid y residente en Barcelona y el Agregado Carlos Aransay, de 25 años, soltero.
Al parecer, la noche el 25 de abril de 1948, estando atracados en el puerto de Coruña, discutieron por la liquidación del negocio, pues el telegrafista debía ser relevado al día siguiente por vacaciones. Mató a Aransay de dos martillazos en la cabeza, embaló su cuerpo y le añadió peso tirándolo al agua. La sangre de su camarote la justificó por una úlcera duodenal que le producía vómitos, desembarcó por vacaciones y se fue a su casa, pero al llegar a Barcelona fue detenido, la hélice de un barco saliendo había reflotado el cadáver, conducido al penal de Caranza, donde confesó el crimen, fue juzgado por el Tribunal Marítimo de Ferrol, condenado a muerte y ejecutado. No he tenido acceso a la sentencia ni a la fecha de ejecución.
Contaban los antiguos de la compañía que la viuda del Telegrafista sobrevivió al menos un tiempo contando su desgracia por los barcos, los tripulantes se apiadaban de ella y todos le daban algo.
Mi único contrabando fue de vender Ricard en Argelia y estoy seguro de que Hernán nunca vendió nada, por eso no fuimos socios. Las sospechas de nuestros mandos hacia el martillo de la telegrafía eran infundadas.