El rollito pos- romántico ha puesto de moda a los piratas. En algunos países incluso existe el partido pirata. En ningún momento de la historia han desaparecido. Siempre han estado asociados a la fuerza y a la riqueza. Es decir, se crea una sociedad basada en la sinrazón e inmoralidad que condujo a la sociedad preexistente a la crisis.
Pirata es el banquero que despoja a quienes le rodean o confían en él, pirata es el político que medra a costa del erario, pirata el pescador que arrasa, pirata es el desheredado que a cambio de unos pocos billetes y de sentirse poderoso unos cuantos días, pone en riesgo la vida y anula la libertad de otros como él. El organizador de la banda no quiere ser llamado pirata, quiere ser Capitán, o estratega de la economía, o simplemente "listo".
El vecino me propone apropiarnos simultaneamente del monte comunal, mover los cierres de nuestras propiedades linderas al tiempo. "Hay que ser listo", me dice. "No, hay que ser ladrón"; le contesto. Listos y ladrones los hay en todos los países y en todos los ámbitos.
En 1976 estaba de Radiotelegrafista en el Santa Ursula, durante ocho meses transportamos vehículos ligeros en chasis, de Santos (Brasil) a Lagos (Nigeria) para el Ejército Federal. En cajas aparte, según me informaron los ladrones de a bordo, que revisaban la carga por ver que caía, viajaban chapas de blindaje, para su conversión en vehículos blindados con ametralladoras pesadas, eran chasis y motores Mercedes.
Era el final de la guerra de Biafra. En las proximidades de las playas de Apapa, a parte de ejecuciones sumarias de vez en cuando, unos seiscientos barcos mercantes, la mayoría cargados de cemento, permanecían fondeados esperando una orden de entrada que no llegaba.
La historia más extendida en la ciudad era que un ministro quería comprar diez mil toneladas de cemento, el exportador le puso un contrato a firmar por un millón de toneladas. La chatarra mercante mundial entre 2000 y 7000 Toneladas de desplazamiento fue fletada y quedó en espera en la bocana del puerto para entregar la totalidad del contrato. Como el país no tenía medios de descarga para semejante tráfico marítimo, el Estado de Nigeria tuvo que pagar el flete (alquiler) diario de toda aquella chatarra, algún barco llegó a remolque, entre cinco y treinta mil dólares por día. Algunos barcos estuvieron tres años hasta que el cemento fue descargado a golpe de compresor, alquilado seguramente por la firma de algún ministro o asimilado, cuando ya no era utilizable. Este tiempo de espera, los armadores que son listos, dejaban los barcos con solo cuatro o cinco tripulantes desarmados. Abaratamiento de costes. Los empleados de los consignatarios enviaban la noticia a Apapa: he despachado quince griegos de tal barco. Durante la noche (con toque de queda), embarcaciones de risa zarpaban de allí y dejaban a bordo del mercante, seis o siete hombres armados, trepaban por la cadena del ancla o por un cabo enganchado a la superestructura del mercante, mediante un pequeño grampín. Los tripulantes eran sorprendidos, humillados y ocasionalmente agredidos . A veces, los asaltantes perdían y sus cadáveres flotaban arrastrados por la corriente del Niger. Todos los días en la emisora de VHF se recibían uno o dos mensajes: Medé, Medé, Medé (del francés M'aider) aquí xxx hemos sido asaltados por piratas en posición xxx tenemos, un muerto, dos heridos..., lo que cuadrase. Una vez no hubo mensaje, todos muertos, los cinco. Las pertenencias de los tripulantes, la medalla, el anillo, la caja fuerte del Capitán y excepcionalmente, parte de la carga; eran el objetivo de la visita. Especialmente codiciados los neumáticos, las conservas, las armas... Si los tripulantes eran encerrados en el despacho del Capitán, los asaltantes cagaban en la mesas de los comedores, si eran encerrados en el comedor, cagaban en la mesa del despacho del Capitán. Una forma de reivindicación. Recientemente ha sido atacado de nuevo un mercante francés y uno lituano en Nigeria, los malos ejemplos se expanden y piratas hay muchos...
En el tiempo que estuve allí solo sufrí un intento de hurto y un intento de asalto por parte de doce o quince muchachos al bote, que mi -entonces- esposa y yo habíamos quedado custodiando, ¡Para robar la comida!. Debo confesar que eché al río a algunos de aquellos chicos, empujándolos con el bichero. Y que probablemente salvamos nuestras vidas gracias a un tripulante de otro barco que viéndonos en apuros vino en nuestra ayuda desde una casa de putas flotante que estaba cerca, saltó abordo y arrancó nuestro motor mientras mi mujer largaba las amarras y pudimos atracar el bote salvavidas a un aguador que nos hizo señas de refugiarnos a su costado.
El hecho de que nuestro barco estuviese fletado por el Ejercito hacía que los tiempos de espera en el antepuerto rara vez superasen la semana. Esto disminuía el riesgo.
Pero los más piratas de todos, los más miserables, son los gobernantes que roban a sus pueblos, se apropian directamente de la ayuda internacional y masacran a quien se oponga a ellos.
Cientos de líderes tribales, ocupando posiciones en los gobiernos, los ejércitos y el sistema económico hacen que cualquier posibilidad de bienestar y desarrollo sean inviables. Ellos son los que pactan con nuestros capitanes. Nosotros somos simples bucaneros que pescamos y cazamos, acarreamos la leña, ahumamos la carne y el pescado, para que se conserven, así nuestros jefes pueden hacer grandes fiestas. No hay salida.
NADIE DICE NADA.