El Capitán Carbajales en la actualidad.
Doy gracias a la vida por haberme cruzado con la gente que conocí. Una de las personas cuya bonhomía siempre recordaré es el Capitán Severino Carbajales López. Su madre le dio estudios con el duro sacrificio de la separación y la emigración a Venezuela, me lo contaba entre guardia y guardia en los seis meses de mili en la Armada. Nos separamos entonces, en 1972 . Salvo un breve encuentro casual, no volvimos a vernos hasta 1998. Figuraba en la lista de supervivientes del naufragio del "DELFÍN DEL MEDITERRANEO".
El naufragio.-
La motonave "Delfín del Mediterraneo" de 118 metros de eslora y 4581 Toneladas de Registro Bruto se dirigía de Gijón a Las Palmas con una carga de 280 Contenedores. Componían la dotación catorce personas. El 2 de febrero de 1998, en un fuerte temporal con olas de 15 metros, según los equipos de medida de los helicópteros y 8 metros según las estimaciones de los tripulantes, a 248 millas al SW de Cabo Sâo Vicente (Unos 450 kmts.) el buque comenzó a meter la proa en el agua, el Capitán y primer oficial decidieron inspeccionar los compartimentos de carga de proa, el primero que inspeccionaron tenía dos metros cincuenta de agua. Decidieron acercarse al Número uno, el de más a proa, al ver que en el compartimento inundado no subía el nivel del agua sospecharon que el agua estaba colándose a otro que había perdido estanqueidad. Intentaron poner el barco popa a la mar para evitar que la proa estuviese sumergida en el momento de la inspección y comprobar la estructura de la cubierta de proa. La hélice quedó fuera del agua y el motor se paró; el barco se atravesó a la mar, varios contenedores fueron arrancados de cubierta antes de que el Jefe de máquinas pudiese arrancar el motor principal de nuevo. Volvieron a la capa. Las bombas de achique echaban más aire y espuma que agua. Se acuerda el abandono. Carbajales emitió un mensaje de socorro por inundación en los compartimentos de carga, previamente había alertado a la Radio costera de la situación.
La tripulación tenía ya preparados los botes salvavidas. La decisión del Capitán de abandonar el buque en balsas y con trajes de supervivencia -que eran una innovación en el Salvamento Marítimo español- fue acatada. A las 17.00 toda la tripulación embarcó en dos balsas. Cada balsa tiene capacidad para dieciseis personas, en una embarcó el Capitán con los cinco oficiales, en otra al mando del contramestre el resto de la tripulación. Con el barco con el piloto automático, proa a la mar y muy poca máquina avante . Cuando se largaron las amarras de las balsas, el "Delfín" navegaba con sus luces encendidas capeando valientemente el temporal. El Capitán ve su barco alejarse mientras las balsas se machacan en las olas, arrastradas por la violencia del temporal. A su mente viene la historia de todos los buques, que abandonados por su tripulación han sido rescatados por una tripulación de salvamento que pasaba por allí. Es la seguridad de la gente contrapuesta al valor de la nave y su carga. La norma de supervivencia contra el prestigio profesional, las vidas contra los bienes.
El Jefe de Máquinas Angel Higuera Gómez le dice al Capitán con el que comparte balsa: "Te lo dije siempre Severino, ese barco es la hostia". Un minuto más tarde cuando la cresta de la ola les dio visibilidad, el barco entra por ojo en una ola y se hunde en unos minutos. Desde el momento del abandono tardó veinte minutos en hundirse.
En la balsa numero uno, los seis oficiales, con la seguridad de que su mensaje había sido recibido fueron evacuados uno a uno, tras unas horas de espera. Cada evacuación exigía que el tripulante se tirase al mar y cazase el arnés salvavidas del helicóptero, que luego lo izaba. El Jefe de máquinas dijo no podía respirar y se despojó del traje de supervivencia- una especie de traje de astronauta- Carbajales le ordenó ponérselo. Lo hizo, pero no abrochó la capucha . Cuando debía tirarse al mar para ser rescatado, un golpe de mar volcó la balsa que había perdido mucho aire. El Capitán salió de la balsa volcada orientándose por los proyectores de luz del helicóptero. Un rescatador del helicóptero del "ARGUS" bajó por el cable para rescatar al Jefe de máquinas que ya estaba muerto. La autopsia reveló que se había ahogado. Los detalles del rescate están muy bien descritos en "Escoben" . Cuando el Capitán llegó al "Argus" faltaba un hombre. La desesperación se adueñó de Carbajales. Si creyó morir cuando veía los sucesivos intentos de atrapar el arnés salvavidas lanzado por los helicópteros frustrados por olas de más de once metros, durante una pesadilla de tres horas, pensaba que el Contramaestre estaba perdido, no podría aguantar una noche más en la mar. El Capitán del Argus le aseguró que los helicópteros que iban a intervenir podían localizar un corcho de botella en la mar. No se lo creyó pero lo consiguieron: Antonio Sánchez Ríos , Contramaestre del "Delfín del Mediterraneo" era rescatado por un helicóptero del buque de guerra holandés "Tromp" hacia las diez de la mañana. Había permanecido en el agua diecisiete horas.
Su relato al Capitán es una muestra de pericia y buen hacer. Una hora después del abandono la balsa comenzó a perder aire, intentaron hincharla con el fuelle, pero algo se rompió, la balsa comenzó a deshincharse rápidamente. Debieron abandonarla. Formaron un círculo de donde fueron rescatados todos los tripulantes, hasta que quedó solo el contramaestre. En medio de la espuma, los helicópteros ya no pudieron verlo. Permaneció en el agua hasta las diez de la mañana en que fue rescatado.
El Capitán Carbajales estaba seguro del Contramaestre y los tripulantes. Gente experimentada, con entrenamiento específico.
Cuando leí la noticia en los periódicos, llamé a Carbajales, que muy emocionado me dijo que hacía cuatro días que había llegado a casa, estaba destrozado, nadie de la Compañía había llamado para preguntar por su estado de ánimo, solo un Jefe de Máquinas llamó para decirle hijo de puta.
Mi padre, que siempre dijo que los marinos éramos unos inútiles, gente que no valía para estudiar, vino a cenar cuando Severino me hizo ese honor con Julia, su esposa, y su madre. Estaba pasmado por lo que le expliqué y quedó muy emocionado por conocer a un "héroe sin guerra" según me dijo luego. Dijo a la madre del Capitán, algo así como:
-Señora, estará usted llena de orgullo por el valor de su hijo.El naufragio.-
La motonave "Delfín del Mediterraneo" de 118 metros de eslora y 4581 Toneladas de Registro Bruto se dirigía de Gijón a Las Palmas con una carga de 280 Contenedores. Componían la dotación catorce personas. El 2 de febrero de 1998, en un fuerte temporal con olas de 15 metros, según los equipos de medida de los helicópteros y 8 metros según las estimaciones de los tripulantes, a 248 millas al SW de Cabo Sâo Vicente (Unos 450 kmts.) el buque comenzó a meter la proa en el agua, el Capitán y primer oficial decidieron inspeccionar los compartimentos de carga de proa, el primero que inspeccionaron tenía dos metros cincuenta de agua. Decidieron acercarse al Número uno, el de más a proa, al ver que en el compartimento inundado no subía el nivel del agua sospecharon que el agua estaba colándose a otro que había perdido estanqueidad. Intentaron poner el barco popa a la mar para evitar que la proa estuviese sumergida en el momento de la inspección y comprobar la estructura de la cubierta de proa. La hélice quedó fuera del agua y el motor se paró; el barco se atravesó a la mar, varios contenedores fueron arrancados de cubierta antes de que el Jefe de máquinas pudiese arrancar el motor principal de nuevo. Volvieron a la capa. Las bombas de achique echaban más aire y espuma que agua. Se acuerda el abandono. Carbajales emitió un mensaje de socorro por inundación en los compartimentos de carga, previamente había alertado a la Radio costera de la situación.
La tripulación tenía ya preparados los botes salvavidas. La decisión del Capitán de abandonar el buque en balsas y con trajes de supervivencia -que eran una innovación en el Salvamento Marítimo español- fue acatada. A las 17.00 toda la tripulación embarcó en dos balsas. Cada balsa tiene capacidad para dieciseis personas, en una embarcó el Capitán con los cinco oficiales, en otra al mando del contramestre el resto de la tripulación. Con el barco con el piloto automático, proa a la mar y muy poca máquina avante . Cuando se largaron las amarras de las balsas, el "Delfín" navegaba con sus luces encendidas capeando valientemente el temporal. El Capitán ve su barco alejarse mientras las balsas se machacan en las olas, arrastradas por la violencia del temporal. A su mente viene la historia de todos los buques, que abandonados por su tripulación han sido rescatados por una tripulación de salvamento que pasaba por allí. Es la seguridad de la gente contrapuesta al valor de la nave y su carga. La norma de supervivencia contra el prestigio profesional, las vidas contra los bienes.
El Jefe de Máquinas Angel Higuera Gómez le dice al Capitán con el que comparte balsa: "Te lo dije siempre Severino, ese barco es la hostia". Un minuto más tarde cuando la cresta de la ola les dio visibilidad, el barco entra por ojo en una ola y se hunde en unos minutos. Desde el momento del abandono tardó veinte minutos en hundirse.
En la balsa numero uno, los seis oficiales, con la seguridad de que su mensaje había sido recibido fueron evacuados uno a uno, tras unas horas de espera. Cada evacuación exigía que el tripulante se tirase al mar y cazase el arnés salvavidas del helicóptero, que luego lo izaba. El Jefe de máquinas dijo no podía respirar y se despojó del traje de supervivencia- una especie de traje de astronauta- Carbajales le ordenó ponérselo. Lo hizo, pero no abrochó la capucha . Cuando debía tirarse al mar para ser rescatado, un golpe de mar volcó la balsa que había perdido mucho aire. El Capitán salió de la balsa volcada orientándose por los proyectores de luz del helicóptero. Un rescatador del helicóptero del "ARGUS" bajó por el cable para rescatar al Jefe de máquinas que ya estaba muerto. La autopsia reveló que se había ahogado. Los detalles del rescate están muy bien descritos en "Escoben" . Cuando el Capitán llegó al "Argus" faltaba un hombre. La desesperación se adueñó de Carbajales. Si creyó morir cuando veía los sucesivos intentos de atrapar el arnés salvavidas lanzado por los helicópteros frustrados por olas de más de once metros, durante una pesadilla de tres horas, pensaba que el Contramaestre estaba perdido, no podría aguantar una noche más en la mar. El Capitán del Argus le aseguró que los helicópteros que iban a intervenir podían localizar un corcho de botella en la mar. No se lo creyó pero lo consiguieron: Antonio Sánchez Ríos , Contramaestre del "Delfín del Mediterraneo" era rescatado por un helicóptero del buque de guerra holandés "Tromp" hacia las diez de la mañana. Había permanecido en el agua diecisiete horas.
Su relato al Capitán es una muestra de pericia y buen hacer. Una hora después del abandono la balsa comenzó a perder aire, intentaron hincharla con el fuelle, pero algo se rompió, la balsa comenzó a deshincharse rápidamente. Debieron abandonarla. Formaron un círculo de donde fueron rescatados todos los tripulantes, hasta que quedó solo el contramaestre. En medio de la espuma, los helicópteros ya no pudieron verlo. Permaneció en el agua hasta las diez de la mañana en que fue rescatado.
El Capitán Carbajales estaba seguro del Contramaestre y los tripulantes. Gente experimentada, con entrenamiento específico.
Cuando leí la noticia en los periódicos, llamé a Carbajales, que muy emocionado me dijo que hacía cuatro días que había llegado a casa, estaba destrozado, nadie de la Compañía había llamado para preguntar por su estado de ánimo, solo un Jefe de Máquinas llamó para decirle hijo de puta.
Mi padre, que siempre dijo que los marinos éramos unos inútiles, gente que no valía para estudiar, vino a cenar cuando Severino me hizo ese honor con Julia, su esposa, y su madre. Estaba pasmado por lo que le expliqué y quedó muy emocionado por conocer a un "héroe sin guerra" según me dijo luego. Dijo a la madre del Capitán, algo así como:
Es muy bajita, pero la vi crecer en su silla cuando contestó:
-Estoy contenta de tenerlo aquí, pero solo cumplió con su deber al salvar a su gente.Siento mucho que la valiente señora no pueda ya enterarse de lo que escribo. Pero está a buen recaudo, cuidan de ella su hijo y su nuera que solo libran los sábados, cuando les sustituye una cuidadora.