Cuando con la Ley que privatizó los faros, los artistas del PSOE y el Ministerio de Fomento decidieron proponerme que aceptase un puesto de Técnico en la Inspección de Telecomunicaciones, asumí que mi vida iba a cambiar pero no por ello dejaría de ser divertida. Lo de localizar ilegalidades siempre se me dio bien, aprendes la picaresca de particulares y representantes públicos, que son quienes más la practican. Además me divertía el análisis de los motivos que impulsan las acciones.
Una de mis funciones era ejecutar las expropiaciones que el Estado efectuaba para darle la posibilidad a la Telefónica de pasar cables y colocar postes en dominios privados. Iba acompañado de un empleado de Telefónica, de los de la empresa que hacía la instalación y ocasionalmente de la Guardia Civil y creo que alguna vez de la Policía.
-Le digo que el primero que se suba a esa escalera apoyada en mi fachada va al suelo.
-Mire, le han dado a usted la posibilidad de alegar, no lo ha hecho. Le han depositado 240 pesetas por los apoyos en su pared, además su linea telefónica pasa por otras quince fachadas como la suya, ¿Por que no deja usted pasar la linea de su vecino?
-No tengo por que darle a usted explicaciones, pero se las voy a dar. Mi vecino es un hijo de puta y ese hijo de puta no va a tener teléfono pasando por mi fachada.
El tipo de Telefónica y yo nos fuimos a tomar café, dejando que la Guardia Civil protegiese al que se tenía que subir a la escalera.
-¡Joder! Mira que tenemos manía los gallegos de llevarnos mal con los vecinos...
El de la Telefónica me miro muy serio y sentenció:
- ¡Claro! lo normal es llevarte mal con los vecinos, ¡No te vas a llevar mal con un inglés!
Y es que en la Comunidad de Bienes del Mundo se ha empoderado un malvado. Uno que dice que le gusta la gente con bajo nivel educativo, que los que se ven obligados a dejar su tierra por miedo, pobreza o en su caso por amor o libertad ponen en peligro a los dignos trabajadores blancos. Trabajadores que son hijos y nietos de gentes que llegaron a USA por lo mismo, que hoy nos llegan incluso a países como España y siempre habrá un creador o defensor de fronteras, racista, meapilas que impida su integración y en muchos caso su salvación.
Cuando el mal vecino es un oligarca miserable se pueden hacer cosas: No comprar los productos que roba o producen sus esclavos. No aportarle nada que suponga beneficio para sus intereses, no beber su vino, ni su agua, seguro que ya los envenenó.