viernes, 27 de julio de 2018

EL INTERVENTOR DE RENFE.



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Mundo moderno.

Yo estaba esperando a unos jóvenes que llegaban por primera vez a Vigo y nos habían alquilado un apartamento. Los pasajeros que debían llegar a las nueve menos cuarto de la mañana en un tren llegaban a las 0930 en un autobús.
Vi como en la acera un hombre alto y gordo de pelo blanco le daba golpes en el estómago a un anciano bajito, intentando que no se viese  el movimiento de la mano golpeando al bajito que gritaba: "¡No me pegue!""¡Usted no puede pegarme!"
- Y tú no puedes hacerme fotos ¡Hijoputa!. 
Dijo el uniformado echándole la mano al pecho y tirándole el móvil. El que parecía ser el chofer del autobús no era capaz de pararlo.
-¡Me ha tirado el móvil!
-¡Tráe pacá ese móvil!
El anciano buscaba el móvil en el suelo, sin soltar su maleta.
Intervine, empujé al uniformado de Renfe y le dije que si daba un paso más llamaba a la policía, me planté entre él y el señor bajito.
-La única autoridad que hay aquí soy yo. Y nadie le ha dado vela en este entierro.
-Usted no es autoridad, usted es un maleducado, un abusón y un mierda.
Los pasajeros huían desmelenados para no buscarse líos y perder el tiempo en comisarías. Entre ellos vi a mis tres jóvenes inquilinos. Les pregunté que había pasado.
- El interventor era muy desagradable, le preguntamos cuanto faltaba y dijo que no sabía, el señor le dijo que no había oído y le dijo que ese era su problema, que pusiese el altavoz y dijese donde estábamos y contestó que no había altavoces y si no oía era su problema.
Les dije que no se debe de huir cuando se ve un abuso y hay que dar la cara e impedirlo y que el gigante subnormal no puede pegarle al viejo pequeñito.