Julio Vilches y el menda.
Foto:Fernando Rey http://www.luzlux.com/
Esta vez volví a mi amada isla acompañado de amigos y de dos cineastas que quieren dejar testimonio de como somos, como envejecemos y que hemos hecho con nuestras vidas en servicios públicos que evolucionan tan deprisa que nos dejan a sus operadores en la cuneta. Los que no se irán nunca son aquellos que ponen el pliego de condiciones para la contratación, los que determinan que es necesario.
En el anecdotario de mi vida tiene mucha importancia Julio Vilches Peña. Somos amigos desde que nos conocimos en 1978 en las oposiciones a Técnicos de Señales Marítimas. Es el Farero más antiguo prestando servicio en un faro aislado.
Alguna vez escribí sobre el Diario de Servicio del Faro de Sálvora. En esta visita Julio me regaló una deliciosa carpetilla con extractos de diario escritos por él y fotogramas de su sobrina Gloria Vilches, en Super 8. Una belleza que Gloria presenta en papel y en un formato genial.
Os pongo algunos de los textos de Julio, para no perdérselos:
16 de noviembre de 1980
Prosigue el sol mayor con algunos vientos en fa sostenido. A las 23.40 falla el grupo Ruston, ocasionando un corto en el motor de remonte. La cuerda del faro se da a mano. Mil vueltas de manivela para seis horas de giro. Barco de piedra navegando a cuatro momentos por segundo y sesenta minutos por ahora.
14 de diciembre de 1982
Hemos encontrado en la costa Sur dos balsas salvavidas en perfecto estado. Tiendas de campaña neumáticas con botiquín y comida para astronautas. Podríamos hacer camping en medio de un lago. Nos disfrazamos de náufragos para fotografiarnos con ellas en el patio. ¿Que me pongo?
16 de abril de 1983
Un caballo herido y nervioso se ha introducido en el pasillo general y ha asomado la cabeza por la ventana de la cocina donde yo estaba fregando la loza.
Los equinos siempre suscitan la curiosidad de los visitantes. A la típica pregunta de "y los caballos son salvajes?", la respuesta habitual es: "Si, pero ellos no lo saben".
29 de septiembre de 1984
Nos inventamos un inventario a petición del jefe de costas, que habita en la lejana Pontevedra. La gallinita ciega ha escapado de Bislandia Park (*) y la buscamos un largo rato entre los helechos consumados.
(*) Nota del copista: Decíase del gallinero.