Imagen:http://afrycar.files.wordpress.com Me parece que Está tomada desde el Norte.
En las Chafarinas conocimos la existencia de la Companía de Mar del Ejercito de Tierra. El Cabo segundo representante estaba encantado de tener gente anfibia allí. Le pregunté si no pescaba con la lancha de Servicio, una pieza de trasmallo, un palangre,..Me recordaba el pesquero de Mohamed en Orán. Dijo que lo tenían prohibido, que las islas como el Peñón de Alhucemas, no tenían reconocidas aguas territoriales y que tanto los pescadores como las patrulleras de la Armada de su majestad Hassan II se mosqueaban bastante si veían aparejos en el agua. Estuvimos buscando a la última foca monje del Mediterraneo, pero no se nos ofreció la oportunidad. En el paseo, aquel cabo me contó como obtenían a menudo dinero marroquí y productos para consumo en fresco, como carne, pescado o legumbres. Su relación personal era tan fluida con los pescadores y las autoridades que cuando estaba de turno en la isla les traía lo que le habían pedido en el viaje anterior: Una pieza de tela, un televisor, un toca discos (que antiguo). Si estaban involucradas las autoridades les llevaba el material hasta el puerto de Cabo de Agua. Entonces iba con el cabo-compra y hacían la compra en el mercado y se gastaban los dirhans obtenidos. Si se hacía el trato con pescadores, el intercambio se hacía en la mar, normalmente pescado, aceite y verduras.
-Tenemos que ir a Cabo de Agua, pensamos Herminio y yo.
Menos de una hora de navegación y estábamos entre los pesqueros marroquíes. Salimos al mercado, compramos frutas y verduras, dátiles, aceite de oliva y estuvimos un ratito de charla con los vendedores. Difícil, pues solo algún antiguo emigrante hablaba algo de francés y nos hacía de intérprete, entre ellos hablan el chedja, que es la lengua de los rifeños. Posiblemente entendieran francés y/o español pero no decían ni una palabra. El pueblo era pequeño, sin miseria pero pobre, con la pobreza limpia de pescadores y campesinos. Salimos para Alhucemas. Ninguna autoridad vino en Alhucemas ni en Cabo de Agua a pedirnos la documentación, ni a despachar el barco. Alhucemas era una ciudad-campamento militar hecha por los españoles para proteger las fabulosas minas del Rif. Su puerto al pié de acantilados era un abrigo precario. Vimos un balandro mas grande que el Celina, moderno y bien equipado. Estaba fondeado con la popa al muelle. Hicimos lo mismo, nos pusimos a su costado, con nuestra ancla dándole resguardo más que suficiente. Un hombre de unos cuarenta años, francés sin duda, pero con chilaba y babuchas, empezó a afanarse en poner defensas en su costado.
Debo reconocer que el Celina parecía un barco de mendigos, hoy diríamos una patera, no inspiraba mucha confianza. Pero tampoco era para tanto. El hombre me hablo en español:
-¿Van ustedes a estar mucho tiempo?
-Algunos días,¿Y usted?
-El tiempo que Dios quiera.
-Entonces vamos jodidos, dije.
-¿Que dice?
-Que si dejamos nuestros destinos esperando que los resuelva Dios, vamos jodidos.
Se metió en la cabina como un hurón. Desde ese momento una mujer pelirroja y bellisima y una niña preciosa salían de vez en cuando a mirarme mal.
Un joven me dijo que diese un cabo de proa al fondeo de un pesquero grande que estaba al otro costado y así lo hice. Se llamaba Rashid, era pescador, pero no le gustaba, quería vivir tranquilo y fumar hash, pero su vida era una sin vivir. Hablaba un español al uso.
-El patrón me dice: "Vigila la maría, mira la ricasa".
Terminé harto de la maría y la ricasa , pensé que serían peces. Hubo ricasa esa noche.
Por la mañana Rashid vino a vernos.
-Esta noche mucha maría y mucha ricasa.
-Si Rashid, esta noche con el levante hubo mar y resaca.
Mientras hablabamos el francés largó cabos y zarpó.
-¿Le conoces?
-Si, se ha convertido al islam y lleva dos años por aquí, su mujer es una gitana española.
-Caray!
Por el pueblo se corrió la voz de que unos colgados españoles estaban en puerto. En el café, los residentes españoles, un viejo marica y los profesores del Instituto Español abordaron a Herminio que estaba buscando una partida de dominó. Nos invitaron a visitar el Instituto y una de las profesoras, que tenía hijas de la edad de Héctor, nos invitó a su casa. Herminio encontró pareja de dominó con el marica y jugaban contra el cura de la misión española que hacía pareja con el imán de la mezquita.
-Padre,¿ cuantos años lleva en la misión?.
-Mas de veinte.
-Y..¿Ha conseguido muchas conversiones?
-Ni una, pero hay que perseverar, un día viene el espíritu santo y se convierten todos.
(Continuará) Mañana pondré más fotos. Malas, eso si.
-Tenemos que ir a Cabo de Agua, pensamos Herminio y yo.
Menos de una hora de navegación y estábamos entre los pesqueros marroquíes. Salimos al mercado, compramos frutas y verduras, dátiles, aceite de oliva y estuvimos un ratito de charla con los vendedores. Difícil, pues solo algún antiguo emigrante hablaba algo de francés y nos hacía de intérprete, entre ellos hablan el chedja, que es la lengua de los rifeños. Posiblemente entendieran francés y/o español pero no decían ni una palabra. El pueblo era pequeño, sin miseria pero pobre, con la pobreza limpia de pescadores y campesinos. Salimos para Alhucemas. Ninguna autoridad vino en Alhucemas ni en Cabo de Agua a pedirnos la documentación, ni a despachar el barco. Alhucemas era una ciudad-campamento militar hecha por los españoles para proteger las fabulosas minas del Rif. Su puerto al pié de acantilados era un abrigo precario. Vimos un balandro mas grande que el Celina, moderno y bien equipado. Estaba fondeado con la popa al muelle. Hicimos lo mismo, nos pusimos a su costado, con nuestra ancla dándole resguardo más que suficiente. Un hombre de unos cuarenta años, francés sin duda, pero con chilaba y babuchas, empezó a afanarse en poner defensas en su costado.
Debo reconocer que el Celina parecía un barco de mendigos, hoy diríamos una patera, no inspiraba mucha confianza. Pero tampoco era para tanto. El hombre me hablo en español:
-¿Van ustedes a estar mucho tiempo?
-Algunos días,¿Y usted?
-El tiempo que Dios quiera.
-Entonces vamos jodidos, dije.
-¿Que dice?
-Que si dejamos nuestros destinos esperando que los resuelva Dios, vamos jodidos.
Se metió en la cabina como un hurón. Desde ese momento una mujer pelirroja y bellisima y una niña preciosa salían de vez en cuando a mirarme mal.
Un joven me dijo que diese un cabo de proa al fondeo de un pesquero grande que estaba al otro costado y así lo hice. Se llamaba Rashid, era pescador, pero no le gustaba, quería vivir tranquilo y fumar hash, pero su vida era una sin vivir. Hablaba un español al uso.
-El patrón me dice: "Vigila la maría, mira la ricasa".
Terminé harto de la maría y la ricasa , pensé que serían peces. Hubo ricasa esa noche.
Por la mañana Rashid vino a vernos.
-Esta noche mucha maría y mucha ricasa.
-Si Rashid, esta noche con el levante hubo mar y resaca.
Mientras hablabamos el francés largó cabos y zarpó.
-¿Le conoces?
-Si, se ha convertido al islam y lleva dos años por aquí, su mujer es una gitana española.
-Caray!
Por el pueblo se corrió la voz de que unos colgados españoles estaban en puerto. En el café, los residentes españoles, un viejo marica y los profesores del Instituto Español abordaron a Herminio que estaba buscando una partida de dominó. Nos invitaron a visitar el Instituto y una de las profesoras, que tenía hijas de la edad de Héctor, nos invitó a su casa. Herminio encontró pareja de dominó con el marica y jugaban contra el cura de la misión española que hacía pareja con el imán de la mezquita.
-Padre,¿ cuantos años lleva en la misión?.
-Mas de veinte.
-Y..¿Ha conseguido muchas conversiones?
-Ni una, pero hay que perseverar, un día viene el espíritu santo y se convierten todos.
(Continuará) Mañana pondré más fotos. Malas, eso si.