Mi Santa odia que escriba mítines. Dice, con razón, que soy más yo mismo cuando me pongo en relato épico. Pero es un tiempo de paradojas. Un tiempo en que los creyentes de la izquierda hemos sucumbido a golpes de traición e incompetencia. Ya estaba mosqueado cuando el Presidente del Gobierno hizo dádivas despilfarrando el dinero de todos al tiempo que perjudicaba a los más necesitados: Cheque bebé universal. Sueldos vitalicios y pensiones a políticos y altos cargos. Cuatrocientos euros a todos los que hacemos declaración, no dándolos a quienes no hacen declaración por no alcanzar el mínimo. Penalización a los empleados en precario, aumento de impuestos indirectos. Podría seguir con una lista que hiciese que mis tres lectores se ciscasen en el Presidente, su parentela y en la de todos sus asesores, como hago yo en mis ataques de desencanto. Pero creo que hay que moverse ya.
Soy contrario al uso de la huelga contra las situaciones de injusticia como la vigente. Soy partidario de la acción boicot: Producir más, hasta agotar suministros aumentando el "stock" (huelga a la japonesa), puenteo de contadores para no pagar el suministro eléctrico, que los funcionarios informen a los ciudadanos de forma que puedan sortear los expedientes sancionadores, recurriendo en los casos de manifiesta injusticia a defectos de forma o plazo que anulen los expedientes.
Avanzamos hacia una sociedad profundamente insolidaria e injusta: Administrados por triplicado. Muchos trabajadores en paro y los cuatro que se desloman para mantener a diez sufren la pérdida de sus derechos más fundamentales. Mientras, las instituciones tiran el dinero en obras faraónicas como centros culturales vacíos, universidades con un nivel ínfimo, eso si, una por pueblo, un aeropuerto internacional cada cincuenta kilómetros y megapuertos sin barcos pero con restaurantes construidos en el dominio público. Estaciones de tren convertidas en centros comerciales o casas rurales. Ayuntamientos humanizados sin transporte público ni lugar donde aparcar. Miles de sin techo mientras hay miles de casas vacías. Para que el sistema de pensiones funcione inventan el sistema de que los viejos trabajemos hasta morir. Mientras, los contratos de jóvenes cercanos a los cuarenta años no han llegado a cubrir seis meses de ocupación por año. Muchos de ellos con formación universitaria y buenas notas. Cuando tengan sesenta años habrán trabajado menos de quince. No tendrán relevo generacional, pues en esas circunstancias no compensa traer hijos a esta sociedad. Su riesgo de accidentes se multiplica y su productividad disminuye por inexperiencia y falta de hábito en el trabajo. La delincuencia ya está aumentando, con regocijo de jueces y abogados de oficio que piden más efectivos y la gente más cárceles para los insumisos.
Avanzamos hacia una sociedad profundamente insolidaria e injusta: Administrados por triplicado. Muchos trabajadores en paro y los cuatro que se desloman para mantener a diez sufren la pérdida de sus derechos más fundamentales. Mientras, las instituciones tiran el dinero en obras faraónicas como centros culturales vacíos, universidades con un nivel ínfimo, eso si, una por pueblo, un aeropuerto internacional cada cincuenta kilómetros y megapuertos sin barcos pero con restaurantes construidos en el dominio público. Estaciones de tren convertidas en centros comerciales o casas rurales. Ayuntamientos humanizados sin transporte público ni lugar donde aparcar. Miles de sin techo mientras hay miles de casas vacías. Para que el sistema de pensiones funcione inventan el sistema de que los viejos trabajemos hasta morir. Mientras, los contratos de jóvenes cercanos a los cuarenta años no han llegado a cubrir seis meses de ocupación por año. Muchos de ellos con formación universitaria y buenas notas. Cuando tengan sesenta años habrán trabajado menos de quince. No tendrán relevo generacional, pues en esas circunstancias no compensa traer hijos a esta sociedad. Su riesgo de accidentes se multiplica y su productividad disminuye por inexperiencia y falta de hábito en el trabajo. La delincuencia ya está aumentando, con regocijo de jueces y abogados de oficio que piden más efectivos y la gente más cárceles para los insumisos.
La economía neo-liberal nos ha traído a donde estamos y nuestro desgobierno nos da nuevas recetas liberales para salir del pozo. La panda de sinvergüenzas que hemos elegido para que legisle, organice y gobierne han metido la economía en una fiesta de nepotismo y endogamia. Todas las sociedades que se hundieron desde que se sepa se hundieron por esto. Fragmentación de la administración, despilfarro, parentela e incompetencia.
En la aldea suburbial donde me crié la escuela no tenía luz ni retrete. Cagábamos en un agujero al que el dueño de la casa echaba tojo y luego retiraba convertido en estiércol. Mis coetáneos y la generación siguiente somos poco instruidos. Ya nadie trabaja, jubilaciones por lumbalgia o mentales, el paro... pero hay unos modelos de coches tan pretenciosos y aparentes, que por la mala carretera y los caminos solo circulan mercedes y audi, eso sí importados de segunda mano para que no se note en la matrícula que son viejos. Los chicos lamentablemente siguen el camino de sus padres. Horas de inactividad y cotilleo. Y este es nuestro país.
Pazó estuvo en China y le pregunté como lo vio.
-Está llena de chinos, hay chinos por todos sitios.
-¿Y que esperabas?
-En los museos aquí ves grupos de asiáticos, en los lugares de afluencia se ven grupos de extranjeros. Pateé media muralla china y solo había chinos, chinos, chinos... Eso sí, la hostia de coches de gama alta, no ves un coche normal y todos a toda leche.
-Como en mi aldea, debe ser el resultado de la miseria.
¿Serán Zapatero, el Gobierno y la Oposición, chinos? ¿Seremos chinos los pobres?