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Antes de que la vejez me borre los recuerdos, antes de que se confundan con las historias de otros, como suele suceder en las historias de marineros, quiero dejar esta, que debería ser Patrimonio de la Humanidad. Debo advertir a mis dos lectoras feministas que puede herir su susceptibilidad.
Mi profesor de Inglés en la Escuela Oficial de Náutica de Coruña, delegado de J.M. Candina en la ciudad, me recomendó a una naviera llamada "Aliança Shipping Co." para relevar a un Telegrafista alemán, en un buque llamado "Cosmonaut" de capital alemán y bandera de Singapur. La oficialidad era mayoritariamente alemana, de doce tres éramos españoles y la tripulación totalmente gallega, excepto uno: el cocinero, que era de Bilbao. Los viajes eran muy divertidos, de Europa a varios puertos de Brasil.
Rafa Estévez Macías era el Tercer Oficial, coincidíamos en la guardia de ocho a doce y llegamos a tener una amistad que dura hasta hoy. Él fue quien me contó las historias más exquisitas del barco.
"Fui a pedirle huesos al cocinero, los tallo durante las guardias. Me miró como si fuese una aparición y me dijo:
- Si le gustan los huesos, le voy a preparar un plato de huesos que se va a chupar los dedos.
Este hombre debió pensar que soy un perro."
Pero nuestro cocinero cantaba, con buena voz y tono. En las fiestas del barco, salía por:
Que te tumbo, niña que te tumbo,
que te tumbo, que te tumbaré...
¡Y me dice la muy puñetera.
No me tumbes que yo me echaré!
Mi mamá no quiere,
mi mamá no quiere ,
que vaya a la plasa,
porque carnisero me sube la falta.
Le pido bisté, le pido bisté
y me da chuleta
y si me descuido
me toca una teta.
Espero que Rafa tenga a bien poner su voz y su acordeón a esta fantástica obra lírica del sentir popular y una vez grabada la pondremos aquí, para beneficio del pueblo llano.