La reunión de Pontevedra, del 2007, me reportó el placer del reencuentro con Ferrando.
Es un hombre callado, serio, tenaz. Nunca se mete en lios, observa, medita y luego lo cuenta maravillosamente. Reme, su mujer, es pequeña, inteligente y divertida. Viven felizmente instalados en Llosa de Ranes, disfrutando de la jubilación después de muchos años de navegación. Cultiva sus naranjos y tiene de un magnífico aspecto y buena salud. Cuando estábamos en la Escuela era como es. Serio, claro, con la retranca que tenemos la gente del campo.
Vino a Pontevedra en coche, con los Vicedo. Vicedo dice que vino llorando de risa todo el camino, con las historias de supervivencia que Ferrando contaba. Conseguí que me contase estas historias que en los límites de la torpeza sintáctica que me caracteriza, intento transmitiros.
En el curso 68/69 Ignacio Delgado y él habían decidido irse a Barcelona, estudiar por oficial en la Escuela de Náutica y buscar trabajos que les permitiesen sobrevivir y asistir a clase. Reme; su novia -hoy su mujer- compartía el esfuerzo y la vida.
José María e Ignacio se levantaban a las siete de la mañana, compraban la Vanguardia y se ponían a buscar empleo, cogían cuarquier cosa, aunque no tuviesen idea de la faena, pues Ignacio, acertadamente, creía que mientras se instalaban, empezaban a trabajar y los despedían, pasaban por los menos tres o cuatro días y aseguraban la comida y la pensión de otros tantos.
El anuncio decía“Se necesita bailarín”
El truco era estar de primeros en la larga cola de demandantes de empleo. El lugar de la cita, un edificio viejo, donde estaba el despacho de la Cadena Ferrer, propietaria del "Mister Dólar", "New York" y "Escarlet", estaba ocupado por una larga cola de posibles bailarines, Ignacio estaba de primero, Ferrando de segundo, Cuando se abrió la puerta del despacho y dijeron que pase el primero, Ignacio le empujó y él quedó dentro, mirando al señor de la mesa.
-¿Sabe usted bailar?
-Si es agarrado...
-¡Admitido!
Se acabó la selección y le pusieron con el que se marchaba para que le enseñase sus funciones.
-“Empezábamos cuando ya había gente y sacaba a bailar a las chicas para que los clientes no fuesen los primeros y se animasen, entonces yo me retiraba y preparábamos para el espectáculo”
- “El otro y yo teníamos un cartel que ponía: Miss Daisy- todas extranjeras- Taburete y palmera. Colocabamos el taburete y la palmera y cuando se iluminaba el escenario la artista se quitaba piezas de ropa. Otro cartel, Brigitte, Teléfono y sofá. Se apagaban las luces, mientras uno recogía la ropa de Miss Daisy, el otro cambiaba el taburete y la palmera por el teléfono y un sofá”.
- “El otro y yo teníamos un cartel que ponía: Miss Daisy- todas extranjeras- Taburete y palmera. Colocabamos el taburete y la palmera y cuando se iluminaba el escenario la artista se quitaba piezas de ropa. Otro cartel, Brigitte, Teléfono y sofá. Se apagaban las luces, mientras uno recogía la ropa de Miss Daisy, el otro cambiaba el taburete y la palmera por el teléfono y un sofá”.
Iba en estas cuando Reme dijo:
- Estuvo poco tiempo, ¡pero aprendió mucho!.
- Estuvo poco tiempo, ¡pero aprendió mucho!.