Yo soy de la radio. No me impide mis curres de albañil, excepto cuanto estoy de hormigonera, me entero de las movidas que quieren que me entere, escucho gente interesante o coñazo (perdón por el adorable sexismo) y saco algunas conclusiones. Ciertamente casi todos hemos utilizado los medios de difusión para tocarle las pelotas a alguien. Generalmente al poder, pues lo único que atemoriza a quienes lo detentan es la información libre. Cada vez es más dificil y lo agravan los portavoces.
Hoy viví un ejemplo. Pontevedra como muchas ciudades tiene una plaza porticada, siempre se llamó "A ferrería", pues en la edad media se ubicaban allí curtidores y herradores, luego se llamó del Generalísimo y hoy de la Constitución. Allí se reune la sociedad, mamás con sus niños, jubilados a pasear, desocupados permanentes, mendigos y yo.
De chaval quería ser mendigo, luego Víctor Manuel saco una canción y me quedé para siempre colgado de los mendigos, escucho sus conversaciones en los descansos de Don Simón, me indigno cuando piden de rodillas o me dicen que es mejor pedir que robar, siempre creí que el robo es más decente que la mendicidad. Un atracador de bancos en esta sociedad me parece un tipo decente. Una puta carterista, un chapero navajero, me parecen más decentes que sus clientes.
Ahora a los pobres nos llaman personas con riesgo de exclusión social. Y pongo el "nos" porque somos todos. O casi todos. Y venía yo escuchándolos en la radio de vuelta de la ferretería, donde no sé si necesito ir o voy por ver a Tamara y sus ojos azules. Los del riesgo de exclusión social protestaban y se reunían en los soportales de "A Ferrería". La radio del coche me puso su opinión en contra de que la Concejalía Social, o como se llame, por un recorte de gastos suprime su "programa de inserción para personas con riesgo de exclusión social", en este galimatías sociopolítico la portavoz mujer se expresó bien, inteligentemente. Dijo que la habían apoyado, que le encontraron trabajo, que luego la despidieron varias veces, y que las personas que la apoyaban tenían que dejarlo por la crisis, dijo que ahora estaba en un curso de costura y reciclaje textil para aprender a buscarse la vida. Luego vino el portavoz varón, solo acertó a decir que vivía en la calle, que le daban una pensión, o una paga, no entendí. Cuando el locutor le preguntó por su actividad en el programa dijo: "Estoy en el club de la buena vida" y hablo vagamente de apoyo sicológico. Cuando a los trabajadores nos representan profesionales de la representación, a los pobres nos representan miembros del club de la buena vida, y a los artistas la SGAE estamos jodidos. Ya no quiero ser mendigo. Y cualquier día de estos dejo de escuchar la radio y me paso al silencio.
Hoy viví un ejemplo. Pontevedra como muchas ciudades tiene una plaza porticada, siempre se llamó "A ferrería", pues en la edad media se ubicaban allí curtidores y herradores, luego se llamó del Generalísimo y hoy de la Constitución. Allí se reune la sociedad, mamás con sus niños, jubilados a pasear, desocupados permanentes, mendigos y yo.
De chaval quería ser mendigo, luego Víctor Manuel saco una canción y me quedé para siempre colgado de los mendigos, escucho sus conversaciones en los descansos de Don Simón, me indigno cuando piden de rodillas o me dicen que es mejor pedir que robar, siempre creí que el robo es más decente que la mendicidad. Un atracador de bancos en esta sociedad me parece un tipo decente. Una puta carterista, un chapero navajero, me parecen más decentes que sus clientes.
Ahora a los pobres nos llaman personas con riesgo de exclusión social. Y pongo el "nos" porque somos todos. O casi todos. Y venía yo escuchándolos en la radio de vuelta de la ferretería, donde no sé si necesito ir o voy por ver a Tamara y sus ojos azules. Los del riesgo de exclusión social protestaban y se reunían en los soportales de "A Ferrería". La radio del coche me puso su opinión en contra de que la Concejalía Social, o como se llame, por un recorte de gastos suprime su "programa de inserción para personas con riesgo de exclusión social", en este galimatías sociopolítico la portavoz mujer se expresó bien, inteligentemente. Dijo que la habían apoyado, que le encontraron trabajo, que luego la despidieron varias veces, y que las personas que la apoyaban tenían que dejarlo por la crisis, dijo que ahora estaba en un curso de costura y reciclaje textil para aprender a buscarse la vida. Luego vino el portavoz varón, solo acertó a decir que vivía en la calle, que le daban una pensión, o una paga, no entendí. Cuando el locutor le preguntó por su actividad en el programa dijo: "Estoy en el club de la buena vida" y hablo vagamente de apoyo sicológico. Cuando a los trabajadores nos representan profesionales de la representación, a los pobres nos representan miembros del club de la buena vida, y a los artistas la SGAE estamos jodidos. Ya no quiero ser mendigo. Y cualquier día de estos dejo de escuchar la radio y me paso al silencio.
No sé si es divertido... pero me he estado riendo un rato :)
ResponderEliminarOle tu retranca, Mera!
Un abrazo.
Como siempre, me lo paso "pipas" leyendote.
ResponderEliminar¡Espléndido! y...no sé que más decir.
Apertas
Hoy la voz cantante la recupera la prensa escrita. Ahí está el fundador de Wikileaks, todo el mundo le presta atención.
ResponderEliminarEl relato, tan saludable como todos.
Saludos.
Nautijorge.- Yo tengo retranca, hay muchos que viven de la tranca. Lo mío es hobby (más me vale).
ResponderEliminarMuxica.- Yo también te leo.
Makiavelo.- No estoy seguro que la gente lea la prensa. La llevan bajo el brazo, pero no leen. Si acaso comentan.
Ola, son Pepa, a Traballadora Social do Club da boa vida inclusión social activa, acaba de pasarme o post un compañeiro de traballo, non sei se o texto é admirando que os probres se organicen ou criticandoo.
ResponderEliminarEn todo caso, é un pracer ver que hai xente que ten sensibilidade coa cuestión, por favor sigenos no blog e no facebook.
boaboavidainclusionactiva@gmail.com