Rincón era un pueblo turístico, había unas capacidades que otras ciudades que habíamos visitado no tenían. Decidimos visitar Fez, antigua capital del Sultanato y Volúbilis, una de las ciudades romanas mejor conservadas que he visitado. El Foro, los baños, el templo de Venus, mosaicos y vías se conservaron gracias al desprecio del islam por lo latino y gracias a la maleza.
En el pequeño puerto deportivo de Rincón, un funcionario de policía hacía los trámites. Entre otros nos extendió un pase y retuvo nuestros pasaportes. Acostumbrados como estábamos Herminio y yo a los abusos de las autoridades, le dejamos hacer. Mi compañera de viaje protestó enérgicamente - con razón- pero le dijimos que dejase correr el asunto. Le comentamos al expansivo funcionario nuestra intención de viajar y el se apresuró a ofertarnos un conductor, hispano hablante, honrado y con un buen coche. Me imaginé enseguida un policía libre de servicio.
El hombre era un buen hombre, muy amable con nosotros y con los niños, solo se salió de sus casillas ante los comentarios impertinentes para él de la madre de mi hijo menor.
-¿Cuantas mujeres tiene el Rey?
-Todas.
-¿Como todas?
-Si, el rey es nuestro señor y puede disponer de todas nuestras mujeres.
-Dicen que el hijo del Rey es maricón...
Le dí un codazo.
-¡Quieto, me haces daño! Esta chica es tonta y es un peligro, pensé.
-¿Y quien dice esto? Preguntó el taxista.
-En España lo dijeron algunas revistas.
El conductor casi paró el coche. Pensé que iba a sacar una pistola, desvalijarnos y dejarnos en medio de los montes de Ketama.
-Pues en ese caso, cualquier marroquí tiene derecho a ir a España y matar al periodista que escribe esa mentira. Lo dijo mirándola a la cara vuelto de espaldas a la carretera y su cara daba miedo.
-Mohamed, no se enfade, ya sabemos que ustedes, como nosotros, veneran a la Casa Real, que es una bendición para su pueblo. La señora no quiere ofenderles, en España desde hace poco la prensa es libre, y aún no se acostumbró a decir solo la verdad.
Al llegar a Fez no nos dejaban alojarnos en el hotel sin pasaporte o sin una autorización de la policía. Nuestro chofer lo arregló enseguida. Eso me confirmó mis primeras sospechas. En cuanto estuvimos solos le expliqué a S.M. que estábamos en un país extraño, cuyas costumbres no conocía y sería más seguro para todos que cuidase sus comentarios. Después de culparme de no tener pasaportes y haber contratado a un tipo a sugerencia de un pasma, como machito avispado que soy, aceptó moderarse. En Fez contratamos a un guía, la "Guía del trotamundos" no nos protegía del acoso de guías, vendedores y niños. Un guía nativo, con traje y deportivas, si.
Recorrimos los curtidores, la universidad islámica, mezquitas, zoco y la kasbah, comimos en donde nos dijo y Herminio compró alfombras para sus hijas. El hospital para animales construido, según el guía por una excentrica norteamericana, ocupaba el equivalente a dos manzanas de la medina. Al lado de su muralla tres burros esperaban turno. Herminio dijo en voz baja, "Mira, como en la seguridad social". Frente a la entrada principal un cementerio de mascotas, con los consabidos "My beloved" y bajorelieve de un perro pequinés con fecha del deceso. Algo mal hecho, que los mulsulmanes no tienen costumbre de tallar personas ni animales. Al día siguiente salimos con nuestro chofeur en su Mercedes rumbo a Volúbilis, el foro, el arco de Caracalla, y en el templo de Venus con mosaicos el chófer me decía: "C'est mervelleuse, même la maison des putains". Yo miraba a S.M. esperando una intervención, pero se cortó.
-Oui, Oui, c'est magnifique. Dije.
Una breve visita a Meknes y un día en el zoco de Tetuán completaron el ciclo del Norte de África del Celina, aún hicimos un viaje a Baleares dos años más tarde esa vez más tranquilos, Herminio, los niños y yo. Después, le compré el barco y lo trajimos a Vigo Héctor y yo en el año noventa desde Algeciras. Lo vendí en el noventa y tres y ahora está en el Náutico de Vigo. Lo visito todos los meses.
Una breve visita a Meknes y un día en el zoco de Tetuán completaron el ciclo del Norte de África del Celina, aún hicimos un viaje a Baleares dos años más tarde esa vez más tranquilos, Herminio, los niños y yo. Después, le compré el barco y lo trajimos a Vigo Héctor y yo en el año noventa desde Algeciras. Lo vendí en el noventa y tres y ahora está en el Náutico de Vigo. Lo visito todos los meses.
Llegada a Algeciras, regreso a lo cotidiano: la boya del Salgueirón a la deriva, el faro de Cabo Home sin corriente por vandalismo, la traída de aguas de Cabo Silleiro está podrida y no tenemos presupuesto. La recién reparada cubierta de Cabo Estay mete agua.
Poco tiempo más tarde oí al incompetente Director General de Puertos, en la siguiente etapa ascendido por Zapatero, decir que los fareros eran unos funcionarios que cuidaban de un semáforo.
Pero la guerra perdida de los fareros es otra historia.
Hola Jose Antonio.
ResponderEliminarAdemás de agradecerte esta magnífica historia decirte que ha sido un auténtico placer haberte conocido en carne y hueso. Espero en breve poder devolverte la visita. Gracias por todo.
Un abrazo.
¡Coño! He entrado con otra identidad (principios de esquizofrenia :)pero ya habrás caído en que el comentario anterior es de Jorge, Nauti-Jorge.
ResponderEliminar(Así a lo Bond, James-Bond)
Yo tembien te quiero, Jorge. El otro día estaba sin dormir, saliendo de lo de contar nubes y en esas circunstancias hablo más aún e inconexo. Un abrazo.
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