Cuando te inunda la verborrea del político ignorante, cuando el intérprete bueno o malo hace su papel, la presencia de público es imprescindible. Estos días vuelvo a releer los blogs de gente que me gusta, amigos a los que sigo desde hace años y las bajas son numerosas y es que no hay público.
Estoy instalando el canalón de recoger agua de lluvia en la parte de atrás, me está llevando tiempo. Un gato de la vecindad me observa desde un muro. Me mira escéptico pensando que no acabaré la obra antes de morir.
Cuando instalaba canalón en la parte delantera de la casa, el gato también estaba, pero lo acompañaban matronas primaverales que pasaban, de abundante canalillo correspondiente al aumento de la temperatura en superficie, y yo subido como en un escenario de cabaré, como un Pantocrator de andamio, admiraba sus canalillos, les decía alguna burrada respecto a la mejora de la raza y me sentía artista, el público animaba mi avance con el canalón y el trabajo progresaba, pues el artista estaba contento y es que la colocación de ganchos tiene mucho arte, y hay fijaciones que perduran en el tiempo.
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