Discípulo de los filósofos modernos, cuyo nombre desconozco, practico la albañilería en solitario. Antes practiqué la navegación, la señalización marítima, y la meteorología. En todo ello alcancé notorias cotas de fracaso.
Fui recogido en alta mar por un pesquero de A Guarda "Carmen Pilar", practicando la soledad en mi chalana "Antares" desarbolada. En el Tabeiron, mi segundo balandro, me pilló el ciclón Hortensia por no mirar el parte meteorológico antes de salir de Leixoes para Vigo.
En los faros disfruté de tiempo de lectura, meditación y paseos por las rocas, que permiten la observación de muchos honestos seres vivos. Los controles nocturnos de los faros automáticos siempre me dieron la seguridad de que estaba o no cumpliendo con mi deber. Cuando uno cumple todo funciona. Podría decir que fue una soledad productiva.
Hoy navego poco, ya no señalo casi nada y de la meteorología puedo decir que la última vez que le dije a un amigo, que pretendía celebrar una fiesta campestre, que podría haber alguna tormentilla de verano aislada, sus invitados fueron apedreados por la granizada del siglo, con piedras de granizo del tamaño de un puño.
La albañilería es por definición constructiva, deja espacio para la investigación tanto de lo estrictamente científico, como de los fenómenos paranormales (¿por que después de poner el nivel aparece la superficie inclinada?, ¿por que todas las plomadas no se dirigen al centro de la tierra?, etc.) Además, como es un trabajo mecánico favorece la ensoñación y el recuerdo. No comporta excesivos riesgos, solo el económico debido al aumento de márgenes de los almacenistas de materiales.
El albañil solitario no puede trasladar su mala hostia, debe asumir sus propios fracasos. Medita, por tanto, sus causas. Trabaja cuando le apetece, pero se disciplina porque su única satisfacción es la obra acabada, a la que siempre ve defectos, pues los hizo él.
Lamentablemente no es una actividad rentable, pues la gente está acostumbrada a contratar el fracaso en equipo.
Vaya temazo que has escogido, amigo. Una cosa echo en falta en este texto tan redondo. Dicen los entendidos que jamás debe faltar en un relato una mínima chispa de erotismo. Por eso pensé que en algún párrafo de tu entrada volvería el "canalillo" a dejar una pincelada en plena obra.
ResponderEliminarMuy bueno, Mera. Muy bueno.
Un abrazo.
Habremos nacido algunos para trabajar en solitario?? No sé si uno buscará esos trabajos. Yo no recuerdo haberlo hecho, pero me tocó así.
ResponderEliminarA pesar de estar en tierra a mí también me tocó trabajar muchos años prácticamente en solitario.
Por la foto veo que el trabajo de constructor solitario va dando sus frutos. Me alegro mucho!
Besos para tí y las señoras que viven contigo
Codorniu.- Un canalillo, en cualquier situación, siempre deja pincelada en las entrañas. Pero tu lo has sobreentendido perfectamente este no era manifiesto. Gracias por tu veraniega fidelidad, un abrazo.
ResponderEliminarSylvita llenademúsica (Fullpipe).- Las damas que me soportan tambien te mandan besos.
A veces, la soledad no es una circunstancia, sino una característica, algunos la llevamos en los genes.
ResponderEliminarun beso, farero
¿Por qué hay tantos por qués?
ResponderEliminarCuidadin no sea que se caiga el muro por falta de emplaste o como se llame.
No vale improvisar en la albañilería, que se nos puede caer todo encima de la cabeza.
Muy buen texto.
Bicos
Fermina.- Yo en los genes llevo una fiesta, pero no lo comentes,
ResponderEliminarMuxica.- Sou un escribidor nefasto, pero de albañil, soy peor.
Un abrazo a todos.