Me gusta parar en los pueblos, es el mundo real. Un barómetro para saber como van las cosas. El Ronquillo está pegado a la historia, a la Ruta de la Plata e intenta despegarse del pasado camionero, del feismo de los setenta y creo que lo conseguirá. De momento es un pueblo en que todo el mundo es guapo. Camareros, dependientes, ..., la cajera de la gasolinera parecía sacada de un concurso de belleza.
Nuestro encuentro duró lo que dura un pis de mi santa (puede contar hasta doscientos) y un café. Entró la rubia empujando la silla de un hombre ciego y sin piernas. Es grande, transmite limpieza y el mundo podría girar entorno a ella.
Aparcó al hombre junto a una mesa y se fue a la barra, a mi lado. La camarera le preguntó:
-¿Que quieres?
La rubia respondió con impecable acento de la zona pero con un imperceptible deje de Ohio.
- ¿Que quiero...?, seis o siete cubatas y una noche de pasión.
Reí hacia adentro, la imaginé creciendo en una granja cerca de Toledo (Ohio), sus padres enviándola a estudiar a la vieja Europa y ella yéndose a la Ruta de la Plata, sin estudiar nada.
Cogió una coca-cola que le puso la camarera y se fue a la mesa. Le preguntó al anciano:
-¿Que vas a querer?
-¿Donde estamos?,
-En el bar, ¿No querías ir al bar?, pues estamos en el bar.
-Pues una cerveza y unas aceitunas.
-Y,¿ no quieres sardinas?.
-No, que están malas.
- ¿ Por que están malas las sardinas?
-¡Yo que sé..! ¡Pregúntale a las sardinas !
Fue entonces cuando mi Santa dejó de contar hasta ciento cincuenta y vino a tomarse el café y el pan con aceite. La rubia se aproximó a pagar.
-Muy divertidos usted y su hombre...
-No ve, pero canta muy bien.
Cuando nos fuimos sonrió e hizo así, con la mano.
Ayer llamé a Casa Huertas del Ronquillo, no estaba seguro de que fuese el bar donde estuvimos, pero con mi ocasional buen criterio pensé: a la rubia la conoce todo el mundo.
El señor que me atendió, encantador, me dijo: Es polaca y el hombre no es de aquí, está en la Residencia.
Esa residencia merece la pena. Pero mi santa no quiere internarnos.
Grande
ResponderEliminarMe encanta leerte.
ResponderEliminarUn beso, guapo.
Juan Miguel.- Inmensa.
ResponderEliminarFernanda Irene.- Y a mi que me leas, otro.
Olé!!!Ozú!!!... o lo que diga la Rubia ;-))
ResponderEliminarMe gustan los noticiarios de pueblos....Y para la parálisis, pensaré en Polonia como primera opción.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad es que me hiciste reír. Me Puedo imaginar la "película"
ResponderEliminarpor lo bien contada que está.
Un biquiño a tu "santa". Apertas
Has logrado hacerme reir! Gracias!
ResponderEliminarEspero que no te haya llevado el viento.
Bicos agarimosos para todos,
Jorge.- Lo que diga la rubia.
ResponderEliminarInstigador.- No te quepa duda, es una buena opción.
Muxica.- Es de lo que se trata, de reirse. Otro para ti.
Sylvita.- Aguantamos...
Me entran ganas de ir al pueblo. Si es de Sevilla está claro que no tiene mar. ¿Lago, talvez?
ResponderEliminarMuy sereno.
Saludos.
Muy bueno. Los pueblos son encantadores. Un saludo!
ResponderEliminarMakiavelo.- Cuando pasamos, inundaciones.
ResponderEliminarGustavo.- Buenos los tuyos.
Un relato muy simpático. Veo que sigues teniendo el don de la retranca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Codorniu.- Gracias, Pepe. Debe decir que la Rubia escribió, tan simpática como en persona.
ResponderEliminarÉ um prazer ler as tuas histórias, arrancadas à vida de todos os dias, com pessoas tão reais...
ResponderEliminarAbraço,
António