lunes, 18 de febrero de 2013

LA BURLA NEGRA.

El día de la entrega de títulos en la Escuela de Náutica de Coruña, en junio de 1971, oí por primera vez el nombre del barco: "La burla negra". La lección de fin de curso la daba Don José María Castroviejo. Debía estar próximo a los sesenta y yo a punto de cumplir los veinte.
Mi escasa formación, no leer los periódicos y un cierto ostracismo que sufría  Castroviejo, hicieron que no tuviese en el aquel momento la menor idea de quien era. La juerga pasada de rosca que me había corrido la noche anterior con Martínez Lomba, un compañero, hacía que casi no supiese quien era yo.
Me dormí durante la breve presentación del Sr. Argüelles, profesor de Derecho Marítimo y entonces Director de la Escuela. Me despertó Menchu, una amiga que nos acompañaba, cuando el conferenciante iniciaba su discurso.
 La historia del pirata pontevedrés Benito Soto, nacido en a Moureira de Pontevedra, me fascinó. No la olvidé nunca.
 El consejo de guerra al que sometió a los oficiales del "Defensor de Pedro", un barco negrero con patente de corso de D. Pedro I de Braganza, emperador de Brasil, en el que era contramaestre con solo veinte años, condenándoles a morir acuchillados, su piedad por dos jóvenes pasajeros de un velero inglés, perdonándoles la vida y cuyo testimonio fue suficiente para descubrirle y llevarle a la horca. El relato de la elección del nombre nuevo del velero incautado "LA BURLA NEGRA". La historia de Victor de Saint Cyr, su segundo, un joven noble francés, que cautivaba a las damas de la buena sociedad de La Coruña y Cádiz, lo que no le libró de la horca y del descuartizamiento.  La huida a Gibraltar, su detención, juicio y muerte, debiendo los verdugos cavar bajo sus pies para que muriese, pues por un error de cálculo los pies le llegaban al suelo. En medio de mi resaca,  con todo ello quedó semilla de curiosidad por el personaje y su biógrafo.
La historia del joven gallego parece que inspiró cosas, como la "Canción del Pirata" que Espronceda escribió diez años más tarde. Y "Aquellos duros antiguos, que tanto en Cai dieron q'hablar", que creo es un fandango, que cuenta de las monedas aparecidas en el lugar donde embarrancó el "Defensor de Pedro" ya renombrado "Burla Negra", posiblemente enterrados bajo el casco por la tripulación. Además de la historia de D, José María Castroviejo, que pude adquirir publicada por Alianza Editorial años más tarde, un coetáneo marino mercante, el ex-gobernador civil de Pontevedra Jorge Parada, también publicó su vida en los noventa:"O Pirata da Moureira" de E. Xerais. No la leí,  en aquel momento andaba yo a hostias con los sociatas.
Hoy he visto una historia para niños. "Benito Soto, El último pirata" de Ramón Pedras Lorda
Que no nos pase nada, es normal que en estos tiempos los niños entrenen.

1 comentario:

  1. Emilio Barrenetxea https://lecturasdesdeelnoroeste.wordpress.com/27 de febrero de 2013, 0:05

    Mera: Un fiero lector de tu blog soy desde que mi mujer me dijo: "hay un tipo en el aeropuerto que parece de tu cuerda y tiene un blog"; ella estaba de becaria de turismo en esa casamata o tenderete de información (¿qué se puede hacer aquí? y cosas de esas). Hoy leo tus páginas y me entero de que tenemos la misma edad, estudiamos náutica (yo en Portugalete)y no parece que tengamos demasiadas divergencias a la hora de ver el mundo. Leo lo que escribes de Benito Soto; su socio era un tipo que murió con él en Cádiz al que llamaron "pirata Laida" que era de mi pueblo, Mundaka, y que según parece murió rabiando, como es natural. Dos hombres sanguinarios y algo memos a la hora de sobrevivir como se vio más adelante; muy bonito que se haga un relato ejemplar para niños (españoles) de semejante vida, pero a lo que se ve, así somos, y así nos luce: nunca he visto un relato ejemplar que ponga de protagonista a Ramón y Cajal, sin ir más lejos, ¿qué le vamos a hacer?
    Me alegro de poder leer tu blog: sin conocerte, pareces bastante cercano, y aunque creo ser un pesimista, he de reconocer que me he divertido bastante, pero no suficiente. Me alegro de poder leer tu página, tu semblanza de la maestra que me recuerda a mi "Don José": ¿se puede olvidar a quien te enseñó a leer? y tu ironía a la hora de ver las cosas que nos van rodeando. Sin más: salud.

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