Al principio de este blog; que pretendía ser marítimo y divertido, con esas historias que van de boca en coño por los barcos y los muelles; intentaba, en un exceso de vanidad, contaros mi vida. Lo he intentado, os librásteis por avatares de la vida misma.
Cuando dije que era de Pontevedra, un lector que se hacía pasar por mejicano residente en Nueva York me preguntó si nuestro gentilicio era "pontevedrianos". Lo adopté y desde entonces me hice pontevedriano.
Ello imprime carácter. Una ciudad de provincias, con economía basada en los servicios y el funcionariado con 75.000 habitantes, un sector rural minifundista y abandonado por antieconómico y una industria que además de llevar cincuenta años apestándonos se ve en la necesidad de hacer campañas publicitarias diciendo que crea 3.500 puestos de trabajo indirectos. Con sus cuentas yo doy trabajo a la flota congeladora, al sector de la hostelería de medio pelo, a los chatarreros, a cementos portland, a la plantilla de Repsol, más o menos unos seis millones de personas. Una mierda de industria. Esta es mi ciudad y su estructura económica básica. Tiene un Liceo-Casino y un Casino mercantil e industrial.
Yo creía que era marxista-leninista hasta que en 1974 pasé semana y media en Leningrado, hoy de nuevo San Petersburgo, me retracté de lo de Lenin y Stalin a quienes culpé de crear una sociedad pobre, sometida, sin libertad para decir, para hacer, casi para pensar. En otro viaje a Cuba descubrí el socialismo de camarilla, de corrupción, de casta de los Castro. A cambio de aprender a leer, la población hace cola.
Harto de las castas de mi país, de las castas usurpadoras del poder financiero internacional que destruyen la capacidad de supervivencia del planeta, a principios de año decidí apoyar a unos chicos jóvenes que decían querer cambiar las cosas. Les pregunté por su ideología, me dijeron que cabían todas. Me sorprendió, pues no creo que se pueda conquistar el poder sin una, y las que conozco están demasiado usadas, no aguantan sus costuras, han traicionado demasiado.
Pero no era cierto, aquellos jóvenes, aunque no tanto,- tienen entre treinta y cuarenta años-, siguen en proceso de formación y son marxistas-leninistas como lo era yo a los veinte años. El mismo discurso, los mismos argumentos para justificar la represión o la Nomenklatura. Aún así decidí apoyarles. Apoyé a PODEMOS desde febrero o marzo de este año.
La ciudadanía, cuando el fenómeno estratégico y mediático Pablo Iglesias irrumpió en las elecciones europeas, aparecía todos los días en un local que cedió un antiguo compañero del antifranquismo. No cabíamos en el local. La CGT nos cedió el de sindicatos. Estaba lleno. Todo el mundo quería apuntarse.
Pero llegó la juventud excesivamente preparada. Querían dar cursos de Política y discursiva, es decir: como tenemos que pensar, como debemos hablar. Mejorar nuestro lenguaje inclusivo. Compañerxs. No les vale con los recursos actuales, los genéricos.
Hubo un retorno al desencanto, al más de lo mismo, pero con 15M. No se puede aplaudir, se mueven las manos. Se dice mucho: ¿Vale? como en un curso de vendedores. Cuando alguien pregunta algo dicen;"Correto" sin "c". La gente vuelve a casa, despues de dos horas de asamblea, o de tres. Destrozada. Descorazonada. Con el convencimiento de que con estas personas tan formadas van a ganar los mismos. A pesar de las encuentas.O gracias a ellas y a unos cuantos gilipollas. Expresión esta desafortunada.
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