martes, 18 de noviembre de 2014

XURELO. Pesquero de Ribeira contra los vertidos nucleares en la Fosa Atlántica.



La lucha de los ecologistas con sus zodiacs en Canarias estos días me trae recuerdos del pasado:
8 de septiembre de 1982.

Mi relación  con el "XURELO" vino a través de Xan Traba Diaz, que por entonces era un joven Maestro, ejerciendo de Administrativo en el Puerto de Vigo. Yo había relevado a su padre, también Maestro, José Traba Rivera, Técnico encargado del Balizamiento de la Ría de Vigo, ya jubilado, en mi primer destino como Torrero de Faros. Once años antes, José Traba, hermano e hijo de los anteriores, era el primer Oficial del "Eolo" un bello mercante donde embarqué como Radio, acompañado de dos amables policías, después de  una somera intoxicación etílica. Venía desembarcado de un pesquero, no me gustaba el olor, no me gustaba la forma de vida, no me gustaban las maneras, no me gustaba nada y juré solemnemente a una lumi de Huelva que no volvería a poner los pies en un pesquero.
El "Eolo" me reconcilió con el mundo y nuestro viaje al Caribe parecía una excursión de veinteañeros, yo acababa de cumplirlos y todos excepto el Capitán, no llegábamos a los treinta.

Cuando Xan Traba  me propuso volver a un pesquero como operador de radio e intérprete, en una expedición contra los vertidos en la Fosa Atlántica, rompí sin dudarlo mi juramento a la lumi de Huelva, le conté a mi jefe el Ingeniero Jefe de Costas la situación y el bueno de Enrique Disdier Davila  me dijo que tomase el  tiempo que necesitase, que la causa era buena y nos deseó la mejor de las fortunas.
Por primera vez desde la muerte de Franco tuve la sensación de que el peligro de algo que aún desconocemos unía voluntades y eliminaba las diferencias. Solo volví a tener esa sensación cuando rompió el "Prestige ".
Se demoraron los despachos del barco un día y estábamos todos que trinábamos. Salimos a la mar y al segundo día de navegación establecimos contacto en Onda Media con el "Sirius" de Green Peace.
Lamento no haber hecho diario de las comunicaciones, pero nunca fui muy devoto de los diarios, no los cubría ni cuando tenía que hacerlo. Hoy siento ser así, pues ya no recuerdo los nombres y en aquel momento me parecía que nunca los olvidaría, y no puedo ser preciso en las circunstancias.
La tripulación la componían Anxel Vilas Queiruga, Patrón. Un Motorista, un Marinero/ Cocinero que me parece era hijo de Anxel ,  no recuerdo sus nombres, pero les recuerdo como valientes y bondadosos. Como invitados voluntarios  Xan Traba Diaz, militante de Esquerda Galega, responsable de la Expedición. Pili Pereiro Saavedra, enseñante,  militante de E.G. El alcalde de Oleiros, Xosé Lois Martínez, profesor universitario; Cipriano Rivas Fernández de la Cofradía de Pescadores de Riveira; un Periodista free-lance Antonio López Mariño, muy bueno, que retransmitía para muchos medios, por sus transmisiones parecía que íbamos ganando. Ángeles Fernández Maira transmitía sus crónicas para el Progreso de Lugo. Al decir del patrón  Ángeles era "a mais machiña de todos", la única que no se mareó, más tarde me confesó que debía su fortaleza a la Biodramina. Y yo, ecologista independiente, que no me acuerdo el nombre. 
Durante la tercera singladura comenzamos el trabajo de búsqueda del lugar de la acción. El pequeño pesquero no tenía más equipos que un viejo gonio, el radar, una regla y un cartabón y naturalmente el compás.
Navegando en zigzag tuvimos la fortuna de encontrar un buque oceanográfico holandés que tenía GPS y pude pedirles la posición, arrimándonos a su costado y de viva voz, pues no contestaban a nuestras llamadas en el canal 16 de VHF. En el barco holandés de tripulación de CaboVerde había división de opiniones, unos se dedicaban a vitorear nuestro valor, por llegar tan lejos con un barco  poco más grande que sus botes salvavidas y otros dedicaban sus vítores directamente a las dos bellas tripulantes del Xurelo.
Anxel, el Patrón del Xurelo dio orden de que se transmitiese nuestra posición al Sirius, y cuando su Operadora me pasó la suya y el patrón la llevó a la carta, los tres presentes quedamos como si nos hubiesen dado unas hostias, estábamos a 80 millas náuticas, unas ocho horas de navegación para nuestra velocidad. A las siete horas teníamos la acción a la vista:  dos barcos de Green Peace, el mercante de la basura nuclear el Rijnborg, con dos neumáticas a veinte nudos constantemente estorbando su descarga.  El capitán del Sirius, un arquitecto holandés Willen Beeknan, dirigía la maniobra con gran acierto, situó nuestro barco en la proa del mercante basurero por ser el más lento, cada uno de sus barcos a los costados, uno de ellos forzando la máquina fuera de lo común, hasta que se rompió y las zodiacs debajo de las grúas del barco, impidiendo la descarga, una de ellas recibió el impacto de un bidón en proa con un hombre herido leve. Mi función era retransmitir las instrucciones, rumbos y velocidades, transmisiones que interrumpía de vez en cuando para vomitar por la borda, el olor a fuel era insoportable a pesar del subidón  de adrenalina. Cuando la acción paraba, o incluso con ella en marcha, los periodistas trasmitían sus crónicas a través  de la banda de 2/3 Mhz. (Llamada Onda Media de Radiotelefonía). El equipo de VHF transmitía cambiando constantemente de canal como debíamos entorpecer el rumbo del carguero, con el reglamento de abordajes en la mano. Llegué a creer que Greenpeace pretendía que su barco más viejo fuese hundido por abordaje agresivo del buque de los vertidos.
Aquella noche tres o cuatro de Green Peace, abordaron el barco transporte de basura nuclear, y se encadenaron a las grúas, fueron reducidos y arrestados por la tripulación.
 A la mañana siguiente se recibió a bordo del Sirius, que tenía bandera holandesa, una resolución de un Juez, que le ordenaba alejarse del buque basurero compatriota. Se celebró una asamblea a bordo del Sirius, nos trasladamos a él en las increíbles neumáticas que daban treinta nudos, había un poco de marejada y el Alcalde de Oleiros Xosé Lois Martínez rompió un pie en el salto. Hice de intérprete de Xan con el Capitán del Sirius,  Esquerda Galega se resistía a abandonar si continuaban los vertidos, las órdenes del Juez eran terminantes y Green Peace se iba. Intenté poner algo de mi cosecha y sugerí un palangre en la hélice del mercante y luego ofrecerle remolque a Vigo, pero el buen holandés me llamó terrorista y dejé quedar un poco mal a Xan. Nunca me lo reprochó. Comprobé que aquellos holandeses no tenían mi mismo sentido del humor. Además debo decir que aquel Capitán se negó a llevar a puerto a Xosé Lois, teniendo  médico y hospital  a bordo del "Sirius", pues no era holandés y embarcaría irregularmente. En el Xurelo no teníamos más que vendas y aspirinas. Embarcó de nuevo en la Zodiac, y sufrió estoicamente dos días de dolores hasta que llegó a Vigo y fue evacuado a un hospital.
 Emprendimos el regreso y celebramos mi cumpleaños (31, el 11 S), La tripulación me hizo regalos, un marinero un hueso de pescado (sin olor) para colgar, otro una navaja, Xan una camiseta de rayas azules y blancas, muy marinera, y todos hicieron banderolas, con lo que encontraron a mano.
 Lo del humor de aquellos holandeses lo corroboré más tarde cuando acogí en el Faro de Cabo Estay, desde el alta hospitalaria hasta que fue repatriado, a uno que le había pasado su neumática por encima en la Playa de Barra y la hélice le dejó un código de barras por todo el cuerpo, en los días de celebración que siguieron al caluroso recibimiento que la ciudad de Vigo les dispensó.
Se les perdona la falta de humor por lo que pelearon y se arriesgaron, en una organización y con unas capacidades que nosotros no teníamos, en medios, conciencia y conocimientos, que en una España de espaldas al mar, eran y son cada vez más minoritarias, desde los ministros al más modesto trabajador, son pocas las personas que defienden la vida. El suicida "o que veña detrás que arree", es lo más común entre nosotros.
 La profesionalidad de Anxo, Patrón y Armador del Xurelo y la amabilidad y buenas maneras de sus tripulantes fijos me reconciliaron con los pesqueros. La capacidad y sencillez de Xan Traba le dieron frescura y eficacia a una acción que tenía pocas posibilidades de tener éxito ni repercusión. El recibimiento del Pueblo  de Riveira al Xurelo quedará para siempre en lo más emotivo de mí.

A Ciprian Rivas, que me reconoció treinta y dos años más tarde en el Casco Vello de Vigo. A pesar de que no me reconozco ni yo.

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