Foto iconotec.
El Faro de Cabo Espartel fue construido a expensas de un Consorcio Internacional de once potencias marítimas, entre las que milagrosamente esta vez se encontraba España, mediante un tratado firmado el 31 de mayo de 1865. Los firmantes eran, EEUU, Austria, Bélgica, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal y Suecia que pagaban los gastos y el Sultán de Marruecos que autorizaba la construcción y aseguraba la custodia del Faro y sus servidores mediante un retén armado, pagado por las potencias.
Los firmantes convocaron un concurso internacional para la cobertura de las seis plazas del Faro, un encargado y cinco torreros. La plaza de Encargado la ganó en oposición el Sr. Gutierrez y las de torreros estaban ocupadas por un español, un italiano, un alemán y dos británicos.
El Faro de Cabo Espartel disponía en principio de una luz de petróleo vaporizado a presión con 30 millas de alcance, unos 50 km. un cañón para caso de niebla y a partir de 1920 todos los adelantos de electricidad y radio. El Encargado del faro tuvo un hijo, de quien tuve el placer de aprender y si los años no me joden, se llama o llamaba Antonio. Supongamos que no me equivoco.
Antonio Gutierrez siguió la estela familiar, y se presentó a las oposiciones del Consorcio de Naciones. Aprobó y comenzó su servicio en el faro de Tánger. Aquí empieza la leyenda.
A las once de la mañana del 5 de julio de 1941, las tropas españolas ocuparon Tánger, desarmaron a la guardia del Sultán en el Faro y licenciaron a los súbditos británicos que hacían sus turnos en Cabo Espartel. Testigos presenciales me contaron la curiosidad de una población cosmopolita, de negociantes y contrabandistas, hacia un ejército sin vehículos, que llegaban en barcos de chatarra, mal alimentados, peor vestidos y mal armados, desfilando ante los atónitos viandantes. Al parecer pudo más la influencia de Hitler y Musolini que las protestas de los socios firmantes.
España se hizo cargo del Faro y como en otros (Sálvora) impuso un servicio de control del tráfico marítimo en el Faro; al parecer, los torreros auxiliados por militares debían transmitir la información del tráfico en el Estrecho, que inevitablemente acababa en los servicios de información alemanes en Madrid . Cuentan que en esos días conoció el joven Gutierrez a una bella americana, con la que contrajo matrimonio. La vida transcurría sin incidentes, los tés, el paseo por el malecón, la rutina de los mantenimientos y de los turnos. El tiempo de guerra pasó de prisa, los españoles seguían viviendo en santa hermandad con gentes de todos los países, solo la sospechosa desaparición de un amigo judío, un republicano conocido o un hombre de negocios británico les recordaba que seguían en guerra.
Contaban que cuando la guerra terminó, Gutierrez encontró a su mujer haciendo las maletas. El Servicio de Información Militar norteamericano le había dado otro destino. Puntualmente había estado informando a las autoridades de su país de los movimientos de los buques alemanes e italianos así como de que embarcaban y desembarcaban en protectorado español. En 1979 pregunté a Gutierrez por esta historia, me contestó con evasivas. Intenté localizarle ahora, no encuentro rastro. Por su carácter y convicciones creo que colaboró de buen grado con la americana. Si alguien ha conocido al farero Gutierrez de unos 90 años y sabe de él, me avisa por favor. Será un placer. Último destino Alicante. Tal vez Sta. Pola.
Nota.- Miguel Angel Sánchez Terry duda de la veracidad de esta historia, trató a Gutierrez y nunca le contó nada al respecto de su matrimonio. Me fio de Terry, pero me gustaría que fuese cierta, es bonita.
Dedico esta entrada a Codorniu, que sabe de amores y le llega la primavera.
Finales con historias de amor siempre son los más bonitos.
ResponderEliminarYo me figuro por medio de tus historias algún pirata con ojo parchado y pata de palo; je jeje; Pues el mar sin fareros, piratas y sirenas dejaría de ser mar para convertirse en camino cualquiera.
Unha aperta.
Ada.- Gracias por la visita. Estoy de acuerdo. La mar es un camino de libertad y ocasionalmente de adrenalina, solo para los materialistas es un camino cualquiera. Un lavadero con mucha agua. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bien conoces y escribes sobre tu tierra, me encanta el mar, me relaja y me hace soñar.
ResponderEliminarUn gusto visitarte.
Rocio
Ante la duda, yo también me quedo con esta interesante y bonita historia tal como nos la has relatado. Como siempre un placer.
ResponderEliminarÉste es el tipo de historias que me gustaría incluir en una web dedicada a los faros. No sólo sus características técnicas y vida oficial, también relatos (reales o ficticios, leyenda o historía)relacionados con cada uno de ellos. En fin, un proyecto más que no sé si llevaré a cabo.
ResponderEliminarSeguro que la americana le hizo un buen trabajo a Antonio mientras duró el enlace para que no sospechara, eso que se llevó. Pero que duro conocer el motivo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rocío.- Si no fuese por la actual coña islámica no me importaría nacer en Tanger (Marruecos). No soy muy nacionalista....Gracias por venir.
ResponderEliminarNautijorge.- Gracias, se hace lo que se sabe...
Juan Miguel.- Creo que el tipo que sabe más de faros de España y tal vez de lo mejorcito en el mundo es Miguel Angel Sánchez Terry, varios libros publicados. Yo lo que haga falta. Un abrazo.
Alberto.- No sé, hay veces que cuatro años compensan una vida y otras que darías la vida por no pasar uno...Un abrazo.
Querido amigo Mera. Me dejas multiemocionado. Primero por la dedicatoria. Te contestaría, que tú me acabas de adelantar la primavera. Y no estaría errado, porque... ¿acaso la primavera no viene canturreando ya con ese detalle tuyo?
ResponderEliminarOtra emoción es este artículo del faro de Tánger. Y es que mi debilidad son los faros y sus historias. Gracias a ti voy aprendiendo un montón de matices sobre este tema, en el que debo reconocer que no estaba bien documentado.
Y por último, Tánger. Una ciudad donde bullía la vida de tantos escritores y artistas, y que siempre me atrajo. Algún verano crucé desde Tarifa y paladeé ese mundo emocional que otros encontraron antes. Y creo que sabían muy bien lo que hacían.
En fin... que llevo unos cuantos días sin abrir el ordenador... y mira qué día me has coloreado.
Gracias de nuevo, amigo. Un abrazo grande, grande. Por San José.
Pepe.
Sin noticias de Gutierrez pero saboreando el sabor salado de las historias del mar, que tanto me gustan.
ResponderEliminarSaludos
Estas historias son las que faltan en los libros de texto.
ResponderEliminarMe vino a la mente la película
"Casablanca".
Saludos.
Codorniú.- Artistas, contrabandistas, predicadores, poetas... Tienen algo en común: son buscavidas en sentido literal; y por lo que me dijeron, en esa época Tanger era una ciudad llena de vida.
ResponderEliminarInstigador.- Gutierrez te hubiese gustado.
Makiavelo.- No jodas, que ya bastante tarados tienen a los niños.
La historia del faro se encuentra en F. TAMBURINI, (2003), Il faro di capo Spartel (1865-1958): un esempio di cooperazione internazionale in Africa nel XIX e XX secolo, en “Africana, Rivista di Studi Extraeuropei”, n.9, pp. 173-186.
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