Tuve que buscarme la vida y con una beca de la Sección Naval de Juventudes, empecé lo de Radio dos años más tarde de aquella conversación. Aquel internado de Valencia, con exámenes en la Escuela de Náutica de Barcelona no cumplía mis expectativas de libertad y conocimiento, así que me matriculé al año siguiente en la Coruña. En los veranos aprendí un poco de Inglés con un curso de la BBC que se llamaba "Calling all beginners" y luego otro "Getting on in English". Todavía recuerdo párrafos enteros de algunas lecciones. Con este bagaje me puse a dar clases de inglés. Completaba mis ingresos con unos cuadros horrorosos hechos de piezas de relojería que vendía milagrosamente.
Durante las vacaciones de la Escuela me enrolaba de marinero, el primer año en un pesquero, el "Chiquita II" de la Isla de Arosa. Luego fui en un mercante "Monte Amboto". Eso fue en 1968. El barco tenía 40 años. Allí fue donde concebí la idea equivocada de que se puede andar por el mundo sin puta idea y no te pasa nada.
Al barco le había entrado corrosión. Decía el Capitán Morales que en el astillero se habían olvidado de ponerle zinc para evitar la acción galvánica. Cuando tenía una vía de agua le hacíamos una "encajonada" con cemento rápido. Naturalmente, años más tarde, el barco acabó siendo cementero entre Alicante y Argelia. Fui aprobando todas las asignaturas y terminé mis estudios en Junio de 1971. En 1973, volví al "Monte Amboto" como Radiotelegrafista, con la misma tripulación. Fue la época en que decidí convertir a los mulsulmanes al alcoholismo y me puse a contrabandear "Ricard" entre Alicante y Argelia. Cada viaje llevaba dos cajas de Ricard. Mi socio era un cocinero ex-legionario. No cambiaron de religión, pero conocí en el trapicheo gente muy interesante.
En Gazhauet, el antiguo Port Etienne, ofrecí mi mercancía en el antiguo casino francés, un tipo malencarado me dijo que estaba interesado, pero tenía yo que sacarla del puerto. Había un centinela con fusil que paseaba por el muelle junto al barco, el único en puerto. Saqué mis dos cajas hasta unas redes que estaban próximas a la valla. María L. mi esposa de dieciocho años me avisaba en la noche de los movimientos del centinela. Estaba aterrorizada. El cocinero me ayudó a pasar las cajas desde las redes a la valla. Él por la parte de fuera.
Fuimos los tres a entregar el "Ricard" y cuando nos pagaron nos invitaron a tomar una copa. El aspecto de los compradores era disuasivo, pero aceptamos. Nos invitaron a subir en un coche renqueante y despues de un corto viaje, lo metieron en un garaje igual de destartalado. Nuestro miedo aumentó notablemente cuando de otro vehículo bajaron otros cuatro conversos.
El cocinero y yo nos mirábamos dispuestos a vender caras nuestras vidas. Bajamos del coche y sin decir una palabra buscamos cualquier cosa que pudiese ser un arma. Un cuadro de herramientas mostraba los perfiles pintados, pero sin herramientas. El chofer dijo:
-Señores: esto que parece un taller, en realidad es un cabaré. De día taller por la noche cabaré.
En cada entrada nos sorprendes con un lugar, un barco, un trabajo diferente ... no tienes fin
ResponderEliminarUn abrazo,
Ahora que lo dices, no sé cómo es que mi tío se metió a telegrafista, ni si estudio en Bilbao o dónde.
ResponderEliminarUn poco de propaganda y tus escritos llegaran a ser un best seller, sea real lo que cuentas o producto de tu imaginación. Me parece fantástico como relatas estas historias. ¡Enga! a ponerlas en papel y te harás rico y así posiblemente repartas algo con tus amigos/as entre las que me incluyo.
ResponderEliminarUnha aperta
Ni John Silver ni pollas. Tu vida es más interesante que las pelis de los piratas del caribe. ¿Para cuando un libro?
ResponderEliminarAbrazos.
Querido colega, de radiotelegrafísta a radiotelegrafísta, la nuestra fue una profesión apasionante y he pasado un rato delicioso leyendo tus anécdotas de marino mercante.Los candrays... casi todos empezamos en barcos construidos antes de los años veinte, vías de agua, encajonadas, sustitución de válvulas, máquinas alternativas,corriente continua, salas de radio con goteras... y un largo etc. De verdad que te animo a que escribas un libro porque no todos tenemos la facilidad ni la memoria para narrar episodios verídicos como los vividos por ti.Enhorabuena por el post.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo José.
Qué decir. De nuevo un interesantísimo relato de contrabandista de alcohol en viejos barcos chorreantes de óxido...
ResponderEliminarNo es mala idea pasarlos al papel, y si lo acompañas de unos buenos dibujos podías convertirte en un Hergé a la española ;-)
Gracias y un abrazo.
Alberto.- No soy infinito, solo soy mayor.
ResponderEliminarJuan Miguel.- Los que tienen ahota más de sesenta años estudiaron en la Escuela de Telecomunicaciones. Lo metieron en náutica por presiones internacionales, pues salían muy pocos y estaban habilitando cabos radios de la Armada. El problema era el Inglés. Había algunos muy buenos.
Ada.- Yo tambien te quiero, ahora solo falta un editor chiflado.
Instigador.- Lo mismo que Ada, sin mariconadas.
José.- A tí como eres colega con mariconadas.
Nautijorge.- Capitán Hadock.
Muchas Gracias y un abrazo a todos.
Mi papá fue telegrafista cuando joven. Trabajó en el puerto de Montevideo y también en la Isla de Flores que queda en el Río de la Plata. También trabajó en algún barco que fue hasta Tierra del Fuego.
ResponderEliminarLos cuentos que nos hacía de esa época eran muy graciosos. Algunos diría que un poco tragicómicos.
Cuando yo era chica escuchaba la onda corta y descifraba los mensajes que pasaban por la radio. Cuando me llevaba de la mano, escribía en telegrafía lo que pensaba, menos mal que yo no sabía nada de esos puntos y rayas.
Besos,
Halfpipe.- Estuve viendo algo sobre la Isla de Flores en el precioso libro que me regalaste. Volveré a leerlo. Son, como lo que escribo, memorias de tiempo que ya pasó. Un beso fuerte, Sylvia.
ResponderEliminartodavia me acuerdo del distintivo de llamada del Monte Zaraya EAJC.
ResponderEliminar. .- .--- -.-.
Yo estuve en el Monte Zaraya tb, pero poco tiempo, solo las practicas.El capitan era Jose Maria y de su mujer tb me acuerdo,porque era verano y ella tb venia. El oficial radio era Pantín. Para mí fue inolvidable, Golfo de Mejico, EE.UU, Perú...Qué bien lo pasabamos los alumnos en puerto...pero los demás colegas me aconsejaron -yo era tb maestro- que me fuera y ahora casi me arrepiento, cuando tengo 59 años, pero quien sabe, puede que vuelva...Un abrazo
EliminarFelicidades por el artículo
ResponderEliminarInvito a todos a visitar:
http://www.navegar-es-preciso.com/news/un-siglo-de-t-s-h-telegrafia-sin-hilos-o-radiotelegrafia-a-bordo-de-los-buques-mercantes-o-bien-oficial-radiotelegrafista-de-la-marina-mercante-una-profesion-de-vida-breve-/
Acabo de publicar otro artículo sobre el tema al que, naturalmente, estais todos invitados:
ResponderEliminarRecuerdos de un operador del Servicio Móvil Marítimo o Estaciones Radiotelegráficas de 3ª clase a bordo de buques civiles:
http://www.navegar-es-preciso.com/news/recuerdos-de-un-operador-del-servicio-movil-maritimo-o-estaciones-radiotelegraficas-de-3%C2%AA-clase-a-bordo-de-buques-civiles/
Mar de Banda, Mar de Arafura, Mar de Flores, estrecho de Torres...ah!!!qué tiempos aquellos abordo del Liberty Bell, un petrolero de bandera liberiana con sede en Wall Street que se paseaba por los mares de Indonesia...entre otros...Saludos
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