lunes, 10 de marzo de 2008

FARO DE SÁLVORA. cont.I

Aquilino, el torrero de Sálvora con quien me turné los cuatro meses que allí estuve, era un personaje, como el Pana, pero lo tuvo más fácil. Había estudiado para cura, pero no le gustaba una vida con mujeres a escondidas. Estaba casado, era de Noia y tenía dos hijos a cada cual más divertido.
Cuando llegamos, en un bolso tamaño ataud metió unos sesenta conejos que tenía en la nevera congelador, me explicó como funcionaba todo, donde guardaba sus escopetas, como iba el tractor y las modificaciones que había hecho en una nevera de butano para que fuese congelador.
En la isla no había energía eléctrica de red. Se producía durante tres o cuatro horas con unos generadores de la ayuda americana (bases americanas de Rota, Torrejón y Zaragoza, muchas gracias), de más de treinta años, que perdían de todo.
Las conexiones eran una tabla (aislante) con dos clavos (contactos), donde se amarraban varios cables que salían para la tele, una bombilla en la cocina y el motor de lavadora que subía el peso del mecanismo de relojería. La electrificación del faro me vino a la mente cuando muchos años más tarde vi la de La Habana.
Así pues, la nevera era de butano, la luz de petróleo y cuando el barco de servicio se retrasaba por mal tiempo o indisposición, quedaba el recurso de la caza a tiros o con trampas (ambas furtivas), la recogida de moluscos y crustáceos, algunas setas. Aquella noche Aquilino me instruyó en recursos de supervivencia, me habló sobre las averías del faro y nos bebimos unos cinco litros de vino del país, sus reservas, y me contó la siguiente historia:
"Estaba yo este verano pescando en el muelle, con caña,¿sabes? y atracó un yate como un mundo de grande y veo bajar a Julio Iglesias, se viene hacia mi, se sienta en la piedra de al lado y me dice, buenos días, eso si muy educado, buenos días, hace calor aquí en la Isla, Buehhh, ¿Usted no me conoce?, Pues no señor, Yo soy Julio Iglesias, le dí la mano y le dije, y yo Aquilino G., encantado", recogí la caña y me fui. A que lo jodí, eh?" Del resto, no me acuerdo.
A la mañana siguiente, cargamos el bolso ataúd en el tractor, esperamos el barco en el Muelle de Julio Iglesias, y después de doce horas juntos se fue, para alivio de mi mujer y mi hígado.
Libro del día: The oldman and the sea. También Ernesto.

4 comentarios:

  1. Que interesantes tus historias de faros, las narras con pasión, deduzco que con la misma con que las viviste. Yo, al leerte, me lo imagino todo muy bucólico- marítimo, con perdón, es que no sé cual es la palabra equivalente cuando en vez de paisaje campestre, es marino, pero imagino que tiene que ser duro, al menos a ratos.

    ¿Has perdido la buena costumbre de recomendar libros??

    Abrazo

    Irene

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  2. Buenas tardes Irene, Es Herr Alzheimer y me quita las cosas de la cabeza, he acordado con Palacios poner mas cuadros y ya corrijo las entradas, cuando ponga la nueva. Hoy agoté la neurona. Fué duro muchos ratos. Pero me enseño a sacar diversión de lo absurdo. Un abrazo.

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  3. Ese July Churches sí que es un hígado. En mi país, lo adoran, lo veneran. A él y al hijo que dice que canta. Nunca entendí porqué.

    Tú que todo lo sabes, ¿me explicas?

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  4. Te diré discípulo dilecto y cultísimo, que es una tendencia social. En un país donde todo mundo canta bien y donde hay una tradición musical envidiable, se endiosa a uno que no tiene cualidades para sentirse mejor. Es como ser rico y dar limosna.
    Un abrazo.

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