Barco balizador "RIAS BAJAS", que prestaba el servicio a los faros de las rias bajas desde 1966 en el Ministerio de Obras Públicas. En la actualidad y desde la privatización de servicio depende la la Autoridad Portuaria de Vigo. Cuando trabajaba en el Balizamiento de Vigo el grueso del trabajo era preventivo, se hacía en verano. Se cambiaban boyas, se pintaban las balizas, se reparaban lineas de energía y caminos en tierra y las islas. En septiembre el Balizador "Rias Bajas" iba al astillero y era ese el momento en que yo tomaba vacaciones. Herminio Viana acababa de jubilarse y Gonzalo abandonó su actividad de contrabandista volviendo con sus esculturas en Ons. Compró una dorna para salir de la Isla de vez en cuando.
Vino a verme y me dijo que su padre quería hacer un crucero por el Mediterraneo, que le gustaría que yo le acompañase pues sufría crisis de diabetes. Le dije que iría encantado.
A los pocos días llamó Herminio, le dije que mis vacaciones eran en septiembre, pero que intentaría estar en el barco en Algeciras a finales de agosto.
Siempre se buscaba una partida de dominó en un bar, que además le servía para recibir llamadas telefónicas. Sus hijas preocupadas por su salud debían llamarle a los mismos bares. Imagino a los dueños, recibiendo sus llamadas y todos los días, después de dudarlo, pedía:
- Ponme un agua!
Cuando le llamé y le dije que salía me dijo:
-Mira a ver si puedes conseguir una tripulación.
Entonces estaba enamorado de Regina Saiz, una bella leonesa, que entusiasmada por la tranquilidad de mi vida, olvidó desastres similares. Le pregunté a Herminio si deseaba tener una tripulación de libro.
-¿Como es de libro?
- Mi libro de Navegación dice que las tripulaciones deben de ser mixtas.
-Si lo dice el libro... Bueno, pero aunque no sepan navegar que sean deportistas.
Estaba en este punto la conversación cuando entró Quique en casa. Si lee esto que me perdone. Pero se lo ganó a pulso. Quique era un recién licenciado en Historia deseando parecerlo. Estaba en paro y en cuanto escuchó "viaje","barco","navegación" ya no se separó más de mi. No era deportista, padecimientos de columna y con muy poca vista. Hoy trabaja en la ONCE. Yo para no ofenderlo le decía que era un sordo de la DOCE. Enrolé a Quique en el Celina.
Llamé a Regina a León, trabajaba como monitora de esquí en una estación invernal y la temporada empezaba mas tarde, quedamos en encontrarnos el primero de septiembre en Algeciras y vendría acompañada de Pili Prieto, otra chica de la colonia leonesa en las Islas Cíes.
Quique y yo llegamos el 30 de agosto de 1984 a Algeciras. Yo había recorrido toda la costa de Portugal llevando el "Risor" propiedad de los Bessant, Fred y May de 77 y 62 años respectivamente. Me quedaban por conocer los puertos del Algarve, pues un Capitán de la mercante portuguesa les había llevado el barco de Lisboa hasta Portimâo. Fui por tierra a verlos. En Portimâo dormimos Quique y yo una borrachera compartida con nuestros anfitriones Bessant. Les habíamos dejado en el barco con la intención de ligar en una disco, pero no se hicieron las flores para los burros, creo, así que cuando le preguntaba a una que si fuese guapo, si fuese bien vestido y si supiese bailar querría tomarse una copa conmigo, huía, creo que apestaba a borracho recién separado. Así que pasamos la noche en el Risor, para salir en autobús a la frontera.
Al llegar, Herminio y yo nos pusimos a aparejar el barco, revisar velas, jarcia, cambiar escotas, engrasar molinetes, aceite del motor, filtros, limpiar sentinas. Quique nos daba sabios consejos.
Llegaron las chicas y montaron la intendencia, montaron un fondo común, organizaron raciones, hicieron la compra de lo necesario, hicieron una limpieza que dejó al "Celina" irreconocible. Salimos a cenar. Quique empezó a escaquearse del pago de las copas, que no entraban en el fondo común. Herminio daba cabezadas. Se irguió y dijo:
-¿ Y a donde vamos?.
Yo: -A tomar otra copa.
- No, digo con el barco, de viaje...
-Coño, a donde digas.
- En un mes podemos hacer las Baleares y luego os dejo en Alicante y yo voy trayendo poco a poco el barco. Aquí hay un trailer que lo lleva hasta la Coruña y me cobra cien mil pesetas. Aparte hay que hacerle una cuna, que son otras veinte mil.
- Pues en vez de pagar cien mil pesetas de trailer, las pagas en copas y las tomamos en Portugal.
-Con cien mil pesetas nos bebemos la cosecha de Oporto. ¿Que os parece?.
Todo el mundo estuvo de acuerdo.
Salimos de Algeciras antes del mediodía con levante fuerte, que diría Trillo, al anochecer estábamos amarrados en Cádiz, el "Celina" volaba navegando a un largo. Dormimos las resacas anteriores y al amanecer salimos. A la tarde estábamos en Barbate. Se acerco un tipo remando en un bote, buscando una propina: Soy el Práctico siganme, miré a Herminio que se echó a reír y me indicó que lo siguiésemos. Embarrancamos. Nos llevaba derecho donde había veleros, pero por lo visto, el canal no era por allí.
Después de un cuarto de hora subiendo la marea el barco reflotó y lo atracamos a un pesquero lo suficientemente grande como para asegurar el calado.
Allí estaba Juanillo, el cocinero, rey de la caballa con fideos, que nos llevó a un chiringuito de playa, de donde alguna volvió rebozada en arena. Divertidos y posiblemente peligrosos, pero con nosotros muy bien los noctámbulos aquellos, guitarras, flamenco por Marifé, por Camarón, por... Quique seguía escaqueandose para pagar.
Zarpamos de Barbate, contentillos y resacosos. La tripulación era una piña en torno a su Capitán, las chicas y yo currabamos y Quique consultaba las cartas y aconsejaba.
Aquel día aciago Herminio no encontró las gafas. Me pidió que trazase los rumbos hasta Vilamoura. El Faro de Cabo de Santa María está muy metido en tierra en una costa baja, le dí un resguardo de dos millas y media y desde su través tracé el nuevo rumbo a Vilamoura. Escribí con números muy grandes los rumbos y el tiempo de navegación en cada uno, para que Herminio pudiese verlos sin gafas. El Levante había caído, navegábamos a motor. Regina y yo dejamos la guardia a Herminio y a Quique. Pili aún estaba sacudiéndose la arena del tablao.
Regina y yo compartíamos el único camarote del barco, los demás dormían en la Cabina de cuatro literas. Apenas habíamos empezado a dormir un golpe seco me despertó:
-Reja, hemos tocado.
Poco después el barco escoró.
-Vamos Reja, despierta, sal del camarote.
Salí a cubierta, en pelotas, Regina me acompañaba en el elegante atuendo. No se veía nada. Las luces de un pequeño pesquero que levantaba su cacea de cántaras, como pescaban el pulpo en Portugal, dejaban ver una familia en su faena.
Estaba en proa intentando ver algo cuando se acercó Quique y me dijo:
-No siguió tus rumbos, cambió el rumbo media hora antes ...
No le contesté, fui al lado de Herminio.
-Como fué, ¿que podemos hacer?.
-Me pareció que le habías dado resguardo de más al Cabo Santa María y vi otro faro, Quique asegura que es el Faro de Vilamoura, le dije que mirase en el libro de Faros.
-No, Herminio, es la baliza del Aeropuerto de Faro, viene en la carta.
Salté al agua, el fondo era de arena y el barco había tocado sobre una dunita. Mareas vivas y casi pleamar, nadé hasta el pesquero y les explique la situación. Aceptaron darnos un remolque, pero me avisaron que no saldría de allí. Regina trajo un cabo nadando como solo ella lo hace, la señora del pesquero dijo a su marido que íbamos desnudos, que nos dejase y se fuese que no necesitaban problemas. Pintaba mal. Pusimos la botavara a la banda y Regina y yo nos colgamos de ella. Los demás de pusieron en la misma banda para escorar el barco y que la orza no calase. El pescador tiró y el barco salió. Arrancamos. Antes diez minutos volvimos a tocar y ya no se movió. Los pescadores habían huido, nuestros cuerpos esculturales les habían asustado.
Un avión pasaba en vuelo rasante directamente a la baliza que Quique señalaba como Vilamoura,
El aeropuerto de Faro era entonces uno de los de mayor movimiento de Europa.
Herminio estaba abatido, silencioso en la popa sin asimilar lo que estaba pasando. Fui a su lado, la marea comenzaba a bajar y el Celina reposaba sobre su costado de babor, imposible dormir por la escora, así que esperamos en cubierta a que amaneciese.
-Esto solo me pasa a mi. Vamos a abandonar el barco y mis hijas van a estar encantadas, siempre le tuvieron miedo a esta manía mía.
-No, Herminio, el barco va a la Coruña. Lo vamos a reflotar, tu te vas a descansar a un hotel, cuando el barco esté a flote te aviso y nos vamos.
-Estas cosas siempre van a peor, las mareas van a menos, vendrá mal tiempo, se meterá más en la arena y se perderá.
-Déjame intentarlo.
-Una semana, después billetes y para casa.
Las chicas me apoyaban, Quique veía que se le escapaba la oportunidad de contar su versión de un naufragio en los pubs de Vigo.
Quiero pedir permiso para saludar a Regina Saiz, que me estará escuchando con su marido Wili y su hijita en Pedrezuela, a quienes dedico esta entrada por su amistad sin fechas, que es mutua.
Próximo capítulo: Desde Faro a Vigo. Las fotos las estoy buscando.