Acababa de nacer mi hijo Héctor, había dejado de navegar para asistir a su nacimiento y malvivíamos con unas clases de inglés que impartía mientras aprendía. Pero un día sentí la llamada de NCS. Nautconsul Shipping. También decían los ingleses Nazi Crazy Ships.
Nos alojabamos en el "Grande Hotel Sâo Francisco" cerca de la Avenida Rio Branco de Rio de Janeiro. Cada mañana cruzábamos la Guanabara en una lancha hasta el astillero donde se construían el SANTA URSULA y otra santa que no recuerdo. A las cuatro de la tarde regresábamos. Nos daban un dinero para gastos con el que se podía organizar una modesta fiesta. Pero fué cuando descubrimos el TV CORNER Café, según lo bautizó el 1er. Oficial inglés, Barry Green, aunque en su libreta de vacunas alguien escribió Barry Blue. Entonces la fiesta se convirtió en un morboso espectáculo permanente, que constituía la gente y un semáforo; resultaba más barato que una fiesta.
No sé si por haberlo conocido de joven, lo que en otros sitios me repele, en Brasil me parece bello o me divierte. Los delincuentes, que podían matarte en un atraco, me parecían buena gente, las prostitutas si no bellas, que las había, un encanto de personas.
En el TV Corner veíamos pasar las piringuis para su trabajo, el semáforo que estaba mal regulado y se cerraba a los peatones cuando no habían llegado a la mitad de la avenida, con un atropello o dos a la semana, proporcionaba diversión inconsciente asegurada. En los tres meses que estuvimos nunca lo repararon.
También había en el TV Corner un travesti, yo creo que para que lo dejaran estar allí llevaba cafés a las mesas, preparaba caipirinhas como nadie, era guapo y tenía una conversación inteligente y divertida. Yo no había tratado nunca a un travesti y le cogí devoción por su buena educación y sus maneras siempre ingeniosas. Desde las siete de la tarde a las diez de la noche, nos quedábamos como idiotas viendo pasar mujeres por la acera, y peatones a carreras en el semáforo. Mientras, cuatro o cinco "Caipiras" nos preparaban para dormir, o lo que fuese.
Un día nuestro consignatario vino al hotel acompañado de un alemán, primer oficial de un barco. Nos explicó que estaba en libertad bajo fianza por haber matado a un hombre, tirándolo desde la cubierta del barco al muelle de un puñetazo (10 m.). Nos dijo el alemán que lo había sorprendido robando y que lo atacó. La verdad, nunca le creí. En los barcos funcionan mucho los seguros, incluso cuando los ladrones son tripulantes.
Arrebatador texto. Cuando he levantado la vista después de terminar la lectura, me he visto reflejada en el espejo. Tenía una sonrisa pícara y brillo en los ojos. Serán los efluvios de la caipirinha.
ResponderEliminarIrene.-
ResponderEliminarMuy arrebatador no es, pero atiendo a las peticiones de mi distinguido público. Siempre encantado. Pero tus ojos brillando con sonrisa pícara, serían una recompensa propia de mejor amante.
Ah! Hice una oferta a Fortimbras: Llevar sus cenizas a alta mar en el balandro y con el dinero que ahorran sus herederos de la avioneta que él pretendía, podrías organizar unas justas poéticas con fino de cualquier santo. En el caso de que palme él antes que yo, claro.
Me abrumas con tan delicado encargo. ¿Te parece bien "Elegía a la muerte de mi padre" de Jorge Manrique? Por cuenta de "Herederos de Fortimbras y cia." , en su caso, fino S. Patricio , jamón "pata negra" y langostinos de Sanlucar a discreción (ud. no merece menos)
ResponderEliminarSi soy la primera en abandonar este prado de penas, metan ambos dos, mis cenizas en un globo con helio, el agua es muy húmeda para los huesos. Déjenme volar a las nubes que, al fin y al cabo, es donde siempre he estado.
Lo demás no importa, se hace lo que haga falta, pero los tentempiés del funeral no me los pierdo. Por si es el caso, hay que hablar cuanto antes con Fortimbras, que deje todo claro. Yo abro hoy mismo una cuenta-cerdito con trescientos euros para las copas.
ResponderEliminarLo de las Elegías, me suena muy a bachillerato, para mi, si no es mucha molestia, algo más festivo, uno de esos grupos de ciegos cubanos que trovan en endecasílabos. O samba: "o boi mandingueiro" apropiado. Como es un funeral, no es necesario la música en vivo. Es más cara y mejor gastarlo en copas.
tengo que leer despacio.
ResponderEliminarapertas mentres.
Vaya post! vaya vivencia!
ResponderEliminarMuxica.- Sigue con tus poemas y tu llama viva, de momento no me voy. Seguiré esperandote en el "tv corner". Gracias por venir.
ResponderEliminarFini.-Tampoco es para tanto.Xa sabes, historias de mariñeiros. Gracias. Unha aperta.
Que buena anécdota, seguro que las contado una y mil veces, ¿repitió el alemán? ¿se llegó a enterar? ¿se casaron?
ResponderEliminarAlberto.-Pues alguna vez si que se contó, sobre todo en la época en que aún veía a alguno de los contertulios, cuya pista he perdido hace más de veinte años. Y con ese nombre en internet me sale un músico y uno de la 2ª Guerra. De esa época palmaron muchos. Los naufragios de las vidas matan más que los de los barcos. El alemán fué a cumplir su pena y creo que se enteró, había pocos operados, el Travesti siguió con nuestros cafés y caipirinhas. Hasta que nos fuimos unas semanas más tarde, nunca volví a Río. Sí a Brasil. Un abrazo.
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