miércoles, 27 de febrero de 2008

HOMBRES DE PROVECHO.

A los niños de mi época nos educaban para ser hombres de provecho. No se si era en todas las familias o solo en la mía. La verdad nunca oí a nadie decir: tienes que estudiar mucho para ser una mujer de provecho el día de mañana. Pero me machacaron con lo de ser un hombre de provecho. Tarde muchos años en saber para quien.
En realidad yo no quería ser de provecho, quería ser el Capitán Trueno. Eran unas historietas gráficas, con varios personajes, el Capitán, un caballero cristiano, como no; Crispín un chico muy valiente, Goliat, el tuerto forzudo y la princesa Sigrid. El Capitán era como un Tampax, igual valía para montar a caballo, que para viajar en globo (en el S. XIV), cruzar la mar a nado, enamorar a la rubia princesa o derrotar en lucha desigual a quince sarracenos. Además, como era de papel no olía mal despues de todos estos trabajos.
En casa me prohibían leer historietas, mi libro de cabecera debería ser la enciclopedia Álvarez, decían que los Tebeos, así las llamaban, atontaban a los niños; era igual, pues las leía en casa de los vecinos. Una familia llamada "os Belchins", que eran cesteros y mi primo Benito eran mi principal fuente de suministro de imatina, la droga con que se excita la imaginación de los niños.
Mi primo Benito, que era tan bueno que no pudo superar el encuentro con el mundo adulto, se convirtió en mi complice. Un paraguas de los enormes, llamados parroquias, habilmente manejado por un niño de cuatro o cinco años puede ser un paracaidas, si se amarran las varillas con unos cordeles al puño, en un día de viento puede ser globo. Cuando ocurren desgracias como que el viento lo destroce, sus varillas ó ballenas son arco y flechas, para el primero agrupando tres o cuatro. Luego nos poníamos por turnos con una manzana en la cabeza y éramos Guillermo Tell. Unos tablones podían ser un barco, construimos varios y nunca fuimos capaces de hacer flotar uno en el lavadero. Tardé muchos años en entender lo de Arquímedes.
Aprendimos a nadar en el río, nuestra familia ni siquiera sabía que ibamos a bañarnos.
Benito y yo buscábamos un muro alto orientado al sur, descubrímos que en esas condiciones había, hacia las tres de la tarde, un viento ascendente. Saltábamos con el "paracaidas" y tardábamos lo que nos parecía una eternidad en llegar al suelo.
Al día siguiente nuestra familia no solía buscar los paraguas, estos juegos eran de verano, preferentemente la hora de la siesta, en la que mis padres buscaban su propio solaz.
Nunca nos rompimos nada, ni se ahogó ninguno, ni quedamos tuertos.
Con estos y otros recuerdos he llegado a la inequívoca conclusión de que los padres somos un peligro para los niños.
Libro del día: MARTÍN FIERRO. J. Hernández.

9 comentarios:

  1. Yo de niño, soñaba con Sandokan. Fui ávido lector de Salgari y me obligaban a leer a Edmundo D´ Amicis (¿así se escribe?) y sus corazones.

    Sin embargo, sí sufrí de rotura de huesos, de mandíbula, quemaduras varias -y de varios grados- y algunas otras inconsistencias más.

    Lo peligroso de los padres está más cerca de las moralinas que de las aprehensiones físicas, creo yo. Como no tengo hijos, poco puedo opinar.

    Un abrazo. Ya me estaba aburriendo de leer al mismo Yuri G.

    ;)

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  2. Me alegro de verte, Pedro. Es posible que nosotros tambien tuviesemos alguna inconsistencia, especialmente durante la fabricación de cohetes, pero no cabe duda de que tuvimos suerte, si no fuese así moririamos entonces. Los pontevedrianos somos gente dura.
    De todas formas con mis hijos, en lo físico, yo siempre tuve más cuidado, aunque los llevaba, y llevo a navegar conmigo, pero eso es otra historia...
    Por cierto tenías que ser un hombre de provecho?
    Un abrazo.
    mera

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  3. Hola a ambos,

    Mi amigo Farero qué imaginación que tenés, impresionante.

    Yo no salí de querer ser una excelente madre y esposa con un hogar perfecto, casada con el príncipe azul y mirá, me divorcié dos veces ....

    A mi sí me dijeron que querían que fuera una mujer de provecho, me hicieron estudiar bastante, pero no seguí la carrera de Ciencias Económicas. Si lo hubiera hecho ahora sería contadora como nuestro común amigo neoyorquino. Pero, como me quise casar a los 21 años, estudié secretariado. Sin embargo creo que fui una mujer de provecho de todos modos y que lo seguiré siendo.

    Habría que definir un poco que es ser un hombre o mujer de provecho.

    Con respecto a ser padres. Es difícil, cada cual hace lo mejor que puede. Yo también pensaba que mis padres habían hecho muchas cosas mal, pero también las habré hecho y seguiré haciendo.

    Qué bueno que estés leyendo el Martín Fierro. Ya habrás aprendido muchos refranes camperos.

    Pedro, yo también leí el libro Corazón. A mi me gustaba.

    Les manda un saludo afectuoso desde un Montevideo lluvioso - me salió en verso y todo mirá che - la que quiso ser la Susanita de Mafalda.

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  4. Adorada Susanita Mediogaita:
    No, si yo estoy contento con mi infancia, de todas formas es la que tuve. El Martín Fierro era mi lectura de esa época. 5 ó 6 años. Me acuerdo del facón con S, de la milicia. Que Dios ayuda a los pobres tal vez si/ o tal vez no/pero es seguro que come/ en la mesa del patrón. Luego muchos versos los cantó Ataualpa en el "payador perseguido", y ya no sé que es de quien.
    No está mal ese marido suyo, le salió muy caro? (Susanita a una señora que sale con marido de unos almacenes en rebajas).
    Muchas gracias por tus elogios, y no te empeñes en redefinirlo todo. "de provecho" (Ac. de la Lengua). Dicho de una persona o cosa: Útil o a propósito para lo se desea o intenta. No se por qué, me da la impresión de que tú y yo hemos sido de provecho para mucha gente y en sentido estricto. A veces, mejor no redefinir, mejor no recordar...

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  5. Hola Mera!
    Me ha encantado descubrirte por la huella que dejaste en mi blog.
    Veo que también has descubierto a nuestro buen amigo Pedro.
    Me gusta lo que he leído sobre tu movida infancia, pienso que los tebeos y las historietas, a la hora de la verdad es lo que más desarrolla la imaginación de un niño.
    Me has emocionado viéndote recorrer con tu primo todas las peripecias que cuentas.
    Un saludo y hasta pronto!!!

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  6. Hola Sibyla,
    Encantado, si le gusto a gente como vosotros es que voy en el buen camino. Estoy tan contento de haberos encontrado...

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  7. En efecto, mera. Siempre, desde que nací, estaba destinado a ser un hombre de provecho. La definición era muy escueta, pero clara. Un hombre de provecho es aquél que no necesita pisar a nadie para avanzar, que subsiste por sus propios medios y que sabe reconocer -y enmendar- sus errores. Hasta eso, mis padres no estaban tan disparatados.

    Sigo intentando serlo, sé que algún día lo lograré.

    Me encantó ver a Sibyla aquí, es el tipo de lecturas que a ella le iban a llamar la atención.

    También recibí un mail de un nuevo amigo, llamado Rip, que me dice que no te ha comentado nada aún porque sigue leyendo, pero ha quedado encantado con tu espacio y tus textos.

    Otro abrzao.

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  8. ¡Hola, Mera! Otra vez en casa y encantada de leer entradas nuevas en tu blog. No se si quedarme con lo de "ser un hombre de provecho" o con "ser una mujer de tu casa".
    Como siempre, es un placer leerte.

    Un abrazo

    Irene

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  9. Gracias Irene. Lo de ser una mujer de tu casa si que lo oí. Y es una crueldad un mayor. Pero ambas nos prepararon para el presente, y mira que peleamos... pero no hay manera.

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