Foto:ANA. El Correo Gallego
Así que decidió hacerse americano sin que lo supiese Inmigración. Su vida fué un western musical.
Estaba bien dotado para la música, le recuerdo como vocalista muy bueno de las mejores orquestas locales. Como buen vaquero era inconstante, no asistía a los ensayos y para que nadie dependiese de él se hizo hombre orquesta. Algunas salas de fiestas le contrataban, el viento con los labios, la percusión con manos y pies contra una puerta que hacía colocar en el escenario. Cuando no había nada se iba a un restaurante y previo permiso se ponía a cantar y pasaba el sombrero.
Asalto al tren expreso.
Como cualquier cow-boy en malas horas, John asaltó un tren. Eran los años más duros de la dictadura. El único tren a mano en aquella España era el Expreso Vigo- Madrid. Los trenes llevaban varias parejas de Guardia Civiles, escoltas, transporte de presos y policías de paisano que pedían la documentación de todo el pasaje. Nuestro héroe sacó un trabuco hecho con un tubo de calefacción, madera y recortes de lata de conservas para el gatillo. Se dirigió a Primera clase, buscó un compartimento completo, encañonó a los pasajeros conminándoles a dejar todo lo que tuviesen de valor en una bolsita a falta de alforjas.
El pasaje le entregó todo sin rechistar, un compinche le grabó todo con la cámara oculta bajo un abrigo, que podría ser camuflaje de una recortada. Una vez desvalijado el pasaje John les entregó la bolsa, disculpándose por la acción porque era una broma de mal gusto. Vino la Guardia Civil, lo entregaron en la siguiente estación y riéndose de sus armas lo dejaron en libertad por no presentar denuncia los pasajeros. Mientras tanto, aprendió inglés hablando con los marineros y con un diccionario. Lo hablaba bien, pero aprendió a arrastrarlo como los tejanos. Vestía con sombrero de ala ancha, camisa con esclavina, pantalones tejanos y botas de media caña. Un día le oí decir en una entrevista: Un hombre pobre y sin dinero es un bulto sospechoso.
Una cadena de televisión le pagó el viaje a USA. A condición de grabarlo. Fue genial, cantó en el avión acompañándose del fuselaje, disfrutó el viaje de su vida. Intentó que le recibiese el presidente Nixon, pero cuestiones de agenda lo impidieron: Bueno, él se lo pierde, dijo.
Hace poco le encontré en un bar, la diabetes le estaba dejando ciego. Pagué su desayuno. Cuando el camarero se lo dijo, se acercó: Thank you, my friend, but I don't remember you, now... Le dí la mano y le dije que era uno de sus innumerables admiradores.
Cuando cumplió setenta años ya estaba en el asilo de ancianos de Pontevedra, la TV local le hizo una entrevista, le preguntaron como le trataban las monjas:
Las monjas son muy buenas, muy buenas. Pero es un cariño falso, no es un cariño sincero, no es aquel cariño conyugal...
Hoy un cáncer, la diabetes, o la falta de cariño conyugal se lo llevaron del asilo a praderas más amplias. Vivió solo, murió solo.
G'dBy John, good jurney my friend.
John fué registrado por error como Manuel Outeda en el Registro Civil de Marín, por tanto es pontevedriano. Desde pequeño se quedó colgado de las películas americanas de entreguerras y de la posguerra. No me extraña con la que caía por estos pagos, hambre, represión, pobreza...
Así que decidió hacerse americano sin que lo supiese Inmigración. Su vida fué un western musical.
Estaba bien dotado para la música, le recuerdo como vocalista muy bueno de las mejores orquestas locales. Como buen vaquero era inconstante, no asistía a los ensayos y para que nadie dependiese de él se hizo hombre orquesta. Algunas salas de fiestas le contrataban, el viento con los labios, la percusión con manos y pies contra una puerta que hacía colocar en el escenario. Cuando no había nada se iba a un restaurante y previo permiso se ponía a cantar y pasaba el sombrero.
Asalto al tren expreso.
Como cualquier cow-boy en malas horas, John asaltó un tren. Eran los años más duros de la dictadura. El único tren a mano en aquella España era el Expreso Vigo- Madrid. Los trenes llevaban varias parejas de Guardia Civiles, escoltas, transporte de presos y policías de paisano que pedían la documentación de todo el pasaje. Nuestro héroe sacó un trabuco hecho con un tubo de calefacción, madera y recortes de lata de conservas para el gatillo. Se dirigió a Primera clase, buscó un compartimento completo, encañonó a los pasajeros conminándoles a dejar todo lo que tuviesen de valor en una bolsita a falta de alforjas.
El pasaje le entregó todo sin rechistar, un compinche le grabó todo con la cámara oculta bajo un abrigo, que podría ser camuflaje de una recortada. Una vez desvalijado el pasaje John les entregó la bolsa, disculpándose por la acción porque era una broma de mal gusto. Vino la Guardia Civil, lo entregaron en la siguiente estación y riéndose de sus armas lo dejaron en libertad por no presentar denuncia los pasajeros. Mientras tanto, aprendió inglés hablando con los marineros y con un diccionario. Lo hablaba bien, pero aprendió a arrastrarlo como los tejanos. Vestía con sombrero de ala ancha, camisa con esclavina, pantalones tejanos y botas de media caña. Un día le oí decir en una entrevista: Un hombre pobre y sin dinero es un bulto sospechoso.
Una cadena de televisión le pagó el viaje a USA. A condición de grabarlo. Fue genial, cantó en el avión acompañándose del fuselaje, disfrutó el viaje de su vida. Intentó que le recibiese el presidente Nixon, pero cuestiones de agenda lo impidieron: Bueno, él se lo pierde, dijo.
Hace poco le encontré en un bar, la diabetes le estaba dejando ciego. Pagué su desayuno. Cuando el camarero se lo dijo, se acercó: Thank you, my friend, but I don't remember you, now... Le dí la mano y le dije que era uno de sus innumerables admiradores.
Cuando cumplió setenta años ya estaba en el asilo de ancianos de Pontevedra, la TV local le hizo una entrevista, le preguntaron como le trataban las monjas:
Las monjas son muy buenas, muy buenas. Pero es un cariño falso, no es un cariño sincero, no es aquel cariño conyugal...
Hoy un cáncer, la diabetes, o la falta de cariño conyugal se lo llevaron del asilo a praderas más amplias. Vivió solo, murió solo.
G'dBy John, good jurney my friend.
Vivió como quiso. Eso no lo hace cualquiera.
ResponderEliminarAhora ya está en las praderas más amplias, espero que también haciendo lo que más le guste.
Good bye Johnny!
Un abrazo cariñoso a Johnny, dondequiera que esté.
ResponderEliminarHola amiguitos. La vida de Balan podéis encontrarla en google.es.
ResponderEliminarOtra. En Santiago el dueño de una tasca donde actuó le propone trabajar para él en sus tierras y dejar la farándula. John le contestó que no podía aceptar, porque había ncido en domingo.
En la red hay videos del asalto al tren.
Tengo que decirle a CUCO que lo lea y que te comente.
ResponderEliminarHa comentado su nombre en muchas ocasiones durante los años que hemos compartido juntos y no dejó de mencionarlo el día que se marchó.
Me parece precioso que lo hayas homenajeado con tu recuerdo.
En fin, le deseo también que disfrute de amplitud y libertad para siempre.
Puri
Gracias por comentar. La vida de JOHN BALAN debió ser de lo más interesante,más como lo cuenta, me gusta.Saludos
ResponderEliminaranamorgana
Lo recuerdo en mi niñez asaltando el barco Cangas Vigo en primera clase.
ResponderEliminarSe colaba en las bodas de A Centoleira, reuniones familiares etc. para acabar siempre cantando y hablando inglés con los que lo chapurreabamos.
Creo que R. Nixón le tenía una fiesta de bienvenida.
Como el diría good bye my friend.
Hola Puri.- Con Jesús ya comentamos.
ResponderEliminarHola Ana.- Gracias por venir.
Anónimo.- Lo del barco de Cangas no lo sabía. Eso es más grave. Es piratería. Lo de colarse en las bodas me parece muy propio. A mi a veces me dan ganas. Lo fetén sería hacerse pasar por el novio, ahora que tanta gente se conoce por internet. Saludos.
Hola, Mera. No, estos días no he estado en Estambul, pero me hubiera encantado. Es una ciudad que me gustaría conocer, pero no por su importancia cultural, que también; no por el famoso cuerno de oro, que también; la verdad es que me dió un "pronto" y me puse a buscar cosas en Internet y después de ver el resultado me dije: Hay que ir a Estambul. La imagino como una ciudad bulliciosa, turística, superpoblada, pero sin perder su misterio y encanto. Pienso en Estambul y me viene olor a especias y a té moruno, imagino colores intensos y sabores exóticos, calles estrechas atiborradas de pequeños comercios con las mercaderías típicas de oriente y dulces árabes... no sé, imagino todo eso y lo quise dejar en el blog. Me alegro de haber conseguido traerte, al menos, buenos recuerdos de juventud.
ResponderEliminarUn beso, y buenas noches.