Estábamos en la cola de la carnicería. El dueño de esa cadena me cae fatal, pero el carnicero es muy eficiente y afable. Delante de mi había una señora de unos setenta años, cuando llegó su vez, el carnicero se dirigió a ella en el gallego corriente, el que entre todos mantuvimos vivo,
Bós dias Seña Aurora, ¿como lle vai?.
Ben filliño, dame tres filetes, ben blandiños, se fás favor.
Moi ben, e como lle vai ó seu home?
Ben, agora abriron un sitio novo que lle chaman o playboy, e pasa alí as tardes e volta para a casa moi contento. Dijo la abuela con una mirada tan pícara que todos supimos a que se refería.
El sitio nuevo que se llama PlayBoy y que tan feliz hacía al marido de Doña Aurora, fue cerrado según leí en los periódicos dos dias más tarde por la policía, sus dueños detenidos y puestos a disposición judicial por proxenetismo, delito contra los derechos de los trabajadores e inmigración ilegal, diecisiete mujeres de diversas procedencias recibieron la orden de expulsión. El local fue precintado por orden judicial.
Desde que me dio un infarto decidí, en contra de la opinión de mi cardiólogo, fumar cigarros habanos, son un poco más caros, pero me van mejor con el tratamiento; jugar en la bolsa que es un ejercicio menos violento e igual de irracional que la doma de potros, que practicaba antes; además, he dejado el vino blanco y la cerveza y me he pasado al tinto y al whisky que son más de régimen. Compro mis cigarros y practico la tertulia con los dueños de la Expendeduría de tabacos que además es bar, que está a cincuenta metros del PlayBoy. Llovía y llevé el coche, no encontré aparcamiento y lo dejé frente al PlayBoy.
Sobre la puerta, un luminoso nuevo, que mostraba un culo exuberante, bajo el que grandes letras rojas rodeadas de notas musicales decían "CACHAS-LOCAS". Estaba abierto y entré a guarecerme de la lluvia. Tenía algún dinero en metálico para pagar los habanos.
Un solo cliente en la barra, un poco más joven que yo. Vestía un traje de corte italiano, llevaba corbata, no pegaba con el sitio. Bebía una cerveza con tragos largos. La curiosidad me hizo buscar las mujeres, no había camareras, ni vi un atisbo de teta por ninguna parte. Me senté al lado de aquel señor y me encogí de hombros. Se oían voces cantarinas bajo la música de: Voce abusou tirou partido de mim, abusou, un poco antigua pensé.
Enseguida vienen, están todas con Sibyla. Dijo el señor y dio otro trago largo a su cerveza.
¿Perdón? ¿Sybila?
Es la distribuidora de Avón de la zona...
¿ Y usted también se abriga de la lluvia?, es buena idea, la música, el ambiente íntimo... está bien el sitio. Por que usted no es de por aquí...
No señor; soy Pedro, soy mexicano, aunque he vivido los últimos veintidós años en N. York, trabajo como asesor financiero de los dueños del local...Acabo de llegar, tenía un amigo Pontevedriano y ...
Pontevedrés, corregí. Eso, perdón, dijo, me metí en un lío por culpa de un hijo puta que se llama Primitivo que estaba en negocios sucios de apuestas con un tal harold y tuve que venir...
Y lo del nombre, es genial, ¿fue idea suya Pedro?.
¡Que va! Sentido del humor del dueño, antes la empresa se llamaba Play Boy S.A., ahora desde que lo cerraron la empresa que regenta el local se llama Cachas-Locas S.L.L.
¿Que es S.L.L.? Sociedad laboral limitada. Las chicas son copropietarias...
Estaba tan absorto en las consecuencias de semejante argucia que cuando una de las copropietarias me preguntó ¿Que desea? me sobresaltó, era una chica explosiva... Las explosivas me producen timidez, un "yo no merezco tanto..."Pedí un vino tinto, torció el gesto, lo siento...
Pues ... pongame un JB con hielo.
Empezaron a llegar las mujeres, algunas parecían amas de casa con sus años, su gesto de resignación y su bolsa de Avón en la mano. Otras, las más jóvenes, sonreían con descaro, se comían el mundo y dejaron rápidamente las bolsas al cuidado de las mayores y se acercaron contoneandose. ¿Me invitas a una copa, guapo?
Si admiten tarjetas de crédito, no creo que mis puros cuesten lo que tu copa...
Rió alto, sin entender nada...
¿Otra cerveza, Pedro? Bebimos, brindamos.. bailamos entre las mesas, eran las doce de la noche yo ya debía dos rondas, mi sueldo de quince días. Pedro, es decir la casa había invitado a otras dos a todo el mundo. Estaba yo casi tan contento como el marido de la Seña Aurora, cuando llegó la policía.
Les hizo mucha gracia cuando les dije que llovía y que estaba esperando a que escampase para comprar habanos. Antes de meternos en los calabozos me quitaron el móvil. Por la mañana me preguntaron quien era esa Concha que se había pasado toda la noche llamando.
De vuelta a casa pensé que Concha no se iba a creer que estaba en el Cachas Locas para no resfriarme, pero antes de recoger mi coche, me puse muy contento pues recordé que no había dado tiempo a pasar la tarjeta para dos rondas universales. Me había salvado la policía.
Hoy vino Pedro, le acompañaba uno de los policías que vigilaban los calabozos, de paisano. Muy educado me dijo que tenía una cuenta con la empresa.
Fueron muy amables, me acompañaron al cajero, donde agoté el límite de la tarjeta y me perdonaron los setenta y dos euros que faltaban.
Libro del Día: El Coronel no tiene quien le escriba. G. García Márquez.